jueves, 12 de junio de 2008

PRÓLOGO QUE MÁS O MENOS EXPLICA EL PRÓLOGO QUE SIGUE.

Hará cosa de siete años me di cuenta de que me salía divorcio (como en efecto para mi ventura, y la de los demás involucrados, salió) y que el asunto era inminente, ineludible, necesario hasta lo imprescindible, y todo aquello que es una revelación en ese ámbito de la vida.

En consecuencia empecé a dar todas las patadas de ahogado que damos lo que nos vemos en esos paquetes que van desde echar el resto como para que no digan (pa’ que no diga uno será ¿no?) hasta ir viendo con el rabito del ojo dónde puede ir uno a dar con sus huesos tras la decisiva salida con el morralito y las cuatro pendejadas de rigor.

Ese trámite me llevó algunos años (más o menos dos) en los que hice y me pasó de todo. No abundaré porque no tiene sentido a estas alturas sobre todo porque hay una que otra cosa de las que no se ventilan así, tan públicamente como será fácil adivinar. Además todo está en la bitácora del barco que nunca zarpó, pero que alguna vez publicaré. Tal vez cuando Natalia sea mayor de edad. No sé.

Pero a dónde quiero llegar es a que en medio de la crisis de los cuarenta en la cual anduve (como casi todo el mundo) medio deprimido por culpa de la distancia abismal entre lo que siempre planeé para cuando llegara a esas alturas de la vida y lo que realmente vivía, en la que me dio por no quererme ni bañar ni afeitar y una que otra cochinadita inocente más o menos en medio de la soledad, también me dio por escribir un libro que debería ser más o menos una deconstrucción de mí mismo principalmente para ver si así lograba entenderme pues soy un convencido de que no hay nada qué buscar afuera.

De manera tal que comencé, en mi inexperiencia pero al mismo tiempo en el deseo de que no se me quedara nada en el tintero, por escribir el prólogo. Sí, un prólogo del autor... Sé que es un disparate si se le mira descontextualizadamente (vaya una palabra larguirucha ¿no?) pero es que no soy bueno en materia de la metodología ortodoxa y por eso uso una inventada: explico lo mejor posible lo que voy a hacer (para que no se me olvide para dónde iba) y luego arranco.

Es importante que aclare todo esto para no crear confusiones porque así escribía yo hace cuatro o cinco años…

Ahora sí:

PRÓLOGO

Llegué a pensar que el sexo era una cosa mala cuándo noté que depende de las condiciones ambientales, sociales, políticas y económicas, pero es la vida moderna y qué va usted a hacerle: para echar un polvo habría que consultar la bolsa de Wall Street y la de Tokio, el clima en el continente, la tendencia y el color político del gobierno, la cotización del dólar, las cuotas pendientes del carro, la casa, el condominio, la luz, el agua, el derecho de frente (y de costado) las inversiones en divisa, la temperatura y humedad local (imprescindible) el estado físico general, el momentáneo cansancio, biorritmo, el horóscopo, las estrellas, la ubicación y ocupación de los hijos (asegurarse de qué ya terminaron de comer, se acostaron a dormir, y que en efecto, lo hayan hecho) y demás habitantes del entorno.

Si hay que chequear también la salud de los progenitores, la frecuencia de los sismos alrededor de las fallas geológicas más cercanas, la higiene corporal, el humor (que generalmente es malo por vigilar tanta vaina) los olores de la lencería y demás trapos, niveles de luz, digestión (una tiradita con las tripas revueltas, de seguro, acabará mal) los niveles etílicos (que deberá tender al olvido, cada quién sabrá)..., resultará un enredo, en resumen.

Me extrañaría muchísimo que alguna vez alguien haya podido reunir siquiera la mitad de los requisitos. Se ve que es mucho el tirador furtivo e ilegal.

El problema está en que estas hormonas modernas no son, ni por asomo, las qué imaginé para estas alturas de mi vida.

Nada es, al final, lo qué se pensó al principio. Las glándulas han de ser político compatibles, además de todos y cada uno de los factores externos antes mencionados. Un escándalo. No que sea esto así, sino que haya tenido que vivir tantos años para darme cuenta de esta vaina. Desde ahora miraré esto del sexo con más respeto, porque algo que es tan comprensible cómo la teoría de los fractales, además de cuántica, es una vaina arrecha...

Hay que verla cómo se ve el misterio de la Santísima Trinidad: una cosa superior, incomprensible, ilógica, pero que es así y punto.

Pero no es sobre este tema tan escabroso del que se va a escribir en esta historia (lo que pasa es que ando arrecho hoy {este hoy data de hace más de cuatro años}) aunque algo de eso habrá seguramente, pues de vez en cuando estas cosas suceden en la vida de cualquiera.

Ya veremos, el tiempo va pasando y sí hay cambios. Algunos no nos gustan, pero están ahí renovándose constantemente con ingenio infernalmente inimaginable.

Entre todas las cosas desagradables que traen el pasar de los años y el aumento de la edad, hay una no tan mala, si se mira bien: es que los ratos de lucidez son más largos y estables, no hay tanto parpadeo en la señal. Y lo menos malo es que esta lucidez no es amarga como suele ser la realidad, sino que es cómo es y punto. Ya lo dije: cuántica..., no, más bien caótica porque si una puta mariposa bate las alas en el Mato grosso y al despiporre con la cotización del Yen, el caos hemisférico ¿qué digo? ¡mundial! Y por una mierda de alas de mariposa…, no quiero saber lo que pasaría si llegan a ser las de un zamuro ¡coño, a agarrarse! digo ¿no?

Total que mejor no me preocupo demasiado por lo que haga yo, porque si la condenada mariposa me va a ganar la delantera y se va a tirar la economía mundial de todas formas ¿se imagina usted si protagonizo algún accidente gástrico, digamos, en el Chimborazo? Ríete tú del meteorito de Yucatán...

Yo, personalmente, estoy convencido de qué si no vivimos en un universo sino qué coexistimos en el multiverso cuántico, que transcurrimos en la espuma esa, qué si yo soy yo aquí y muchísimos otros entes paralelos simultáneos o no ¿de qué me preocupo? Algún yo estará teniendo buen sexo (sea lo que sea que sea esto {coño, menos mal que me divorcié ¿eh?}) ahora y en todo momento.

Puede ser que algunos de esos “yo” y “ustedes” paralelos ya sean millonarios, o ascetas iluminados, santos, o incluso abogados y cirujanos plásticos, periodistas de sucesos, o hasta presidentes de algún país del tercer mundo cuántico-paralelo, o psíquico andrógino ¿quién sabe? Tal y cómo se decía del imperio aquel, dónde nunca se ponía el sol... No sé, cualquier cosa...

Al diablo con los dinosaurios, y el sexo... Cero sutilezas, hermano, que si no hay de aquello, no se sabe lo que se evita, pues pueden haber consecuencias más complejas con los brincos del apareo que con el aleteo del lepidóptero multifacético, así que de pronto hasta se salva la humanidad con esto de la abstinencia.

¡Heroico! ¿quién iba a decirlo?

Pero ya se dijo en algún párrafo anterior a este: No es de eso nada más, de lo que se hablará aquí.

Así comienza la historia sobre las peripecias de un hombre situado fuera de su entorno natural, algo así cómo que a un hombre de Plutón lo llevaran con los ojos vendados y lo soltaran en la Plaza Bolívar de alguna parte: en Plutón mismo por ejemplo... Y llegado directamente de otro punto de partículas que interactúan dentro del multiverso aparece casualmente la historia que nos ocupa.


EPÍLOGO DEL PRÓLOGO PORQUE NO QUEDA MÁS REMEDIO:

No hay que intrigarse mucho con todo este asunto, lo que pasa es que escribí casi todo el libro de un tirón hace eso: como cuatro años. Lo malo es que no escribí el último capítulo.

Como suele suceder, las personas que saben de este libro inconcluso me preguntan con o sin malignidad porque hay de todo en la vida, sobre cómo va mi libro.

Y no es que esté bloqueado ni nada, lo que pasa es que en medio de la crisis de los cuarenta no se me ocurría un buen final y bueno, han pasado los años y la crisis, y ahora sé que sí puedo terminarlo porque en el transcurso y después de buscar mucho en ciencias y conciencias he encontrado una respuesta que me cuadra sobre este tema peliagudo que tiene que ver más con la definición del bien y el mal que con la existencia real de estos dos.

Lo digo porque desde que nací hasta hace cosa de unos días me sentía una persona mala, o por lo menos con una tendencia pronunciada que me hacía malo. Malo en esencia, cruel y tramposo, mala semilla, diabólico.

No voy a echarle la culpa a la programación neuro lingüística que me atizaron porque creo que eso no fue el origen sino una consecuencia que tal vez sí, sí reforzó el asunto, pero no lo causó.

Hace poco conseguí una respuesta que me convenció más que mis terapias sicológicas, mis lecturas y conversaciones filosóficas limitadas por la imposibilidad de definirme el bien y el mal, mucho más que cualquier absolutismo encajonado por una lógica estéril…, resulta que por esa manía que tengo de andar con los oídos puestos escuché algo sobre el todo (que no tiene que ver con una antonimia de la nada) en la cual está incluido todo. El bien y el mal también. Por lo tanto creí captar que están dentro de lo mismo y no son opuestas sino una simple decisión que tiene que ver más con lo que uno quiere y le interesa, y no con un designio o una instrucción de un ente que no puede existir porque su existencia provocaría su propia destrucción.

Por lo tanto no soy malo, solo fui un inconsciente con conciencia. Una especie de contradicción que explicaría por qué me molesta tanto lidiar las contradicciones de los demás. La vaina más fastidiosa que uno ve en los demás resulta lo peor que uno tiene según el propio criterio. Es algo así como la luz que nos ilumina el camino que tenemos que transitar para ser mejores. No la oscuridad de la que debemos huir.

Entre la luz y la oscuridad, escojo la luz. Todos los días, a cada momento…

Lo que pasaba (con este libro) porque siempre pasaba algo, es que todo el tiempo tenía algo mejor qué hacer y tal vez evité sistemáticamente sacar el momento para ponerme en el asunto principalmente porque le perdí el hilo y el estilo. Pero ha cesado ese sofisma debido a que su misma centrífuga hizo que se le saliera la porquería por las grietas, por lo tanto ha llegado el momento de echarlo lejos.

Entonces, en vista de eso lo iré poniendo aquí en el blog por capítulos hasta que llegue a ese punto en el que no hay más y me vea estimulado a terminarlo.

Así, que de no tener nada mejor que reseñar, los próximos no sé cuántos capítulos publicados en este medio será mi libro, mi novela, la deconstrucción de mí mismo que viene a ser el mundo que me rodea por dentro y por fuera.

Todo lo que ahí se consiga realmente existe. No hay ni un solo embuste.
Y se llama:


LAS TRES ESPOSAS DE ATALAYO PAREDES.


P.D.: acepto mamadera de gallo…, por favor…

2 comentarios:

Unknown dijo...

Amigo Querido:
Qué delicia es leerte en la distancia, ya que nuestras tertulías face to face quedaron solo en el recuerdo al tomar yo la decisión de regresar a esta jungla de cuidad.
Manténme informada de los nuevos cápitulos para saber la historia de Atalayo.
Pero sigo pregúntandome, cuando es que te decidirás deverdad a escribir??? Pero en serio, porque somos muchos lo que queremos leer libros con un gran contenido social, espiritual y tragicómico.
Un beso grande
Monique

Tadeo dijo...

Jajaja! caramba Monique, si todo lo que escribo aquí es muy serio, todo lo serio que se puede ser...
Besos,

mirones

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Guiñol de la realidad verdadera pero de la que se percibe con el rabito del ojo, porque digamos que es más fácil así evadirse del engaño..., o algo por el estilo.