Las tres esposas de Atalayo Paredes

lunes, 1 de diciembre de 2008

CAPÍTULO DOCE

Y SE COMPLICA MÁS, PORQUE MARAÑA SIEMPRE SALE…

¡Cónfiro! Mi amigo, ayer se fueron apuraditos su mujer y usted. Será que dije algo que los incomodó… No, qué va, amigo Gustavo, lo que pasa es que ya antes de venir estábamos pensando en faltarle a la cita de todos los días porque estábamos cansados. Fíjese que Octavia se quedó hoy con los carajitos porque ya tenía días que no pasaba un rato con ellos… Pero usted no se quedó ¿qué pasó?... Bueno, que no tenía por qué, y además yo soy un hombre de hábitos y ya agarré este…

Me parece bien, entonces, como es habitual sirva ron, señor Santos, pero tratémonos con respeto porque ayer brindó usted y eso hay que agradecerlo… Pues será: les sirvo ron del mejorcito para que el cuento no se nos ponga áspero hoy…

Bueno, yo estaba por contarles lo que pasa cuando Nomeolvides llega a la universidad a lomos de la “Bobber” del Coyote, con su nuevo atuendo matador: el revuelo que causa esto entre la fauna estudiantil que tiende, como la mayoría de los grupos humanos, a fijarse más de las actividades ajenas que de los asuntos importantes, como el prepararse bien para la vida futura y el jugo de tomate... Ya empezó usted con sus indirectas ¿le sirvo un bloody mary?

¡Carajo! Empezamos mal…, ¡qué blody mary de mierda! Cállese la jeta y deje contar la vaina…
Siga, deñor Gustavo, siga que hoy no me quiero quedar hasta muy tarde aquí…

Está bien: el caso es que hace su entrada nuestra heroína con la inmensa moto haciendo un ruido del diablo. Ella con las mejillas arreboladas, el cabello al viento, y ese brillo en la expresión que solo confiere una muy satisfactoria sesión de sexo. Estaciona la moto en sitio prohibido pero al alcance de su vista mientras duren las clases, le dirige una mirada intensa como la que emplearía un perro para mirar el hueso más sabroso que ha tenido, justo antes de enterrarlo. Encadena la moto a un árbol y se dirige al baño de donde sale mucho más serena y recompuesta, pero con el mismo brillo lánguido en los ojos. Todo esto solo es empañado por una incipiente irritación en los bajos, porque no es posible tanto roce sin consecuencias incómodas. Ya, con el tiempo, supongo, que dará con el ungüento adecuado para solucionar este detalle.

…Si sigue hablando raro le doy ron del malazo para que se aclare… ¡Déme lo que usted quiera, pero cállese que yo hablo como me de la real gana!… Está bien, hable como usted quiera.

Las compañeras la miran con reprobatoria envidia, los compañeros con asombro y cierto miedo, porque tanta mujer de un solo golpe intimida a cualquiera (ya lo dije, pero no me avergüenzo de repetirlo).

Ella pasa haciendo sonar los tacones de las botas de motociclista, moviendo toda su felina contextura (esto porque el roce de la ropa interior la está matando y tiene que moverse de cierta manera para que no le moleste tanto. Claro que esto no lo sabe nadie y piensan que es por hacerse la interesante) y mirando como miran los leones del zoológico (en lontananza, con aburrimiento, como los que asisten a la discoteca de moda por primera vez y no quieren que se les note) Entra en el salón de clases, empuja ligeramente a un grandullón que le obstruye el paso, este se aparta sin emitir ruido alguno, ella pasa a su lado, le roza sutilmente con las nalgas (para aliviarse la comezón) y se sienta en silencio, sin mirar a nadie, con las piernas ligeramente separadas y la mano izquierda entre ellas, como hace la gente cuando tiene las manos frías.

…Entonces esa peluquera que camina tan bonito, lo que le pasa es que le pica el culo ¿no?... Hay qué ver que usted sí que es bruto, pero está bien, tal vez tenga razón…

Entra el profesor de filosofía, un solterón algo entrado en años, escritor amateur, y admirador furibundo de Mary Wollstonecraft. Un tipo normal, sin bigote, el cabello ralo e incipientemente cano, alto y delgado pero con el ligero abultamiento hacia el ecuador que luce todo aquel que no ha tendido a acumular peso y por esto jamás hizo ejercicio llegando así a la edad mediana (cualquiera que esta sea) con una forma corporal más bien de chayota con piernas.

El tipo es una lumbrera filosófica, las mujeres lo adoran, en sentido figurado muy figurado diría yo; los hombres lo admiran y lo detestan porque en la cabeza masculina solo se puede sentir simpatía por aquel hombre que no representa competencia sexual, y esto solo sucede después de haber transcurrido unos diez años de matrimonio y tres hijos. Supongo que hay sus excepciones, seguro que las hay, y algún idealista de esos que no faltan me podrá alegar un par de toneladas de ellas. Bienvenidas todas. Me gusta aprender y tal vez descubra algo por ahí. El caso, decía, es que entró el profesor al salón y no pudo dejar de notar la tensión que se respiraba. Se lo atribuyó a la prueba escrita que se celebraría en breve..., y en eso estaba cuando fijó los ojos en Nomeolvides Paredes Rojas, quién resaltaba más que un rabino en un concierto de Klauss Nomi.

“Tiene que ser producto de alguna miseria heredada del seno materno”. Pensaba el profesor.
Es interesante toda la culpa que puede tener una parcela tan bonita, por decir lo menos, de la anatomía maternal, o femenina más bien. Si alguien duerme en posición fetal abrazando la almohada, seguro que fue por falta de cariño del seno materno. Si alguien es inseguro e indeciso, fue por exceso de seno materno... ¡y dale con la teta!!! Seguro que esto lo han venido inventando con el fin de promocionar la ola de cirugías para abultarlas. Esto, al uniformizar o más bien standarizar las tetas, supongo que terminará haciendo lo mismo con la conducta de las generaciones futuras. No sé qué opinar al respecto, pero Henry Bergson sí que opina, fíjense: “¿Qué clase de mundo tendríamos si este mecanismo se apoderase de toda la raza humana, y si los pueblos, en lugar de avanzar hacia una diversidad más rica y armoniosa, como hacen las personas, se confundieran en la uniformidad?” (-¡carajo!! Se lució el tipo ese).

…Yo no entendí un coño, pero sí, ya sé: yo soy muy bruto… Ya nos vamos entendiendo, pero no sea malo con usted mismo, que para eso es que tiene a los amigos como yo…

El profesor tiene un pasado como el de muchos otros: cuando muchacho iba para donde putas, bebía hasta caerse, le metía a los hongos, y se enamoró en una de esas en el sótano ya antes mencionado.

S. Boecio Murdoch es el nombre de este profesor, o por lo menos eso dice. Le gusta disertar sobre la luz como sinécdoque del conocimiento, es muy dado a hablar de manera imprecisa como para que cada quién entienda lo que mejor le parezca... Bueno, no le gusta llamar las cosas por su nombre debido a un conflicto entre la percepción y la convención. Todo un enredo con los nombres y las partes del todo que pueden ser usados como tal..., como llamar cemento al hormigón armado..., ¿vago el tipo? no, solamente es un filósofo. Pero no voy a tratar de desentrañarlo, que para eso Jack sería más indicado que yo que odio ver sangre, como no sea en un “T-bone”.

“Tiene que ser producto de alguna miseria humana heredada del seno materno”. Pensaba S. Boecio Murdoch antes de que yo mismo lo interrumpiera.

Guarden todo, solo dejen dónde y con qué..., dijo maquinalmente mientras pasaba el borrador por el pizarrón, más por costumbre que porque realmente hubiera algo escrito ahí.

Voy a formular una sola..., tienen tiempo para meditar y escribir, y no deben exceder lo que tengan ahí... No me interesa la erudición...

“¿Pero a quién me recuerda esta niña”. Continuaba pensando.

-Las nubes de mi aflicción se disiparon y bebí de la luz, y al mismo tiempo: descubrí la verdad- Dijo S. B. Murdoch, de un tirón y sin respirar. –nervio, pues.

Mientras el alumnado agachaba la cabeza en señal de echarle bola, el profesor se perdía en el pasado, antes de la universidad, antes de curarse en casa de su enfermera, la filosofía.

Antes de todo eso, cuando vivía entre las aguas de las percepciones alteradas, el encapsulamiento, y Lucy in the Sky with Diamonds. En la época del reverendo, del sótano, de la Transilvania de utilería, de la oscuridad, las quintillizas, el ácido lisérgico, y luego la luz.

Recordaba un rugido profundo, una mancha y un duende que se burlaba de él por las noches. Un período largo de encierro. La renuncia al vegetarianismo, esto último no encontraba cómo bloquearlo del todo. Algo ignominioso detrás de sus recuerdos, allá donde no puede entrar porque el único modo sería pasando a través de la locura y teme que Virgilio lo suelte esta vez... “Renuncia al anhelo del pasado, renuncia al anhelo del futuro, renuncia al anhelo de lo que está en medio y cruza a la otra orilla”... Pensaba... “Bueno, no lo escribió la Wollstonecraft, pero me ha servido siempre, cuando pierdo la singladura”... Bloqueó la deriva con esta especie de conjuro. Siempre utilizaba esta cita cuando estaba a punto de cometer algún disparate: cuando estuvo a punto de casarse, cuando estuvo preso preventivamente por no sé qué averiguaciones sobre unas extrañas desapariciones en las que se vio envuelto uno de sus correligionarios...

Desde entonces se impuso un celibato ascético absolutamente inflexible, pero que no le impedía mirar disimuladamente a algunas alumnitas que se caían de maduras. –total, las había de todos los tamaños, colores, olores, y ya que se tenía prohibido el tanteo y el degustado, por lo menos le daba con los ojos del modo más elegante posible, siempre con estilo.

Tal vez por esto le llamaban Ray Murdoch, el filósofo pianista. Y es que los anteojos verde oscuro que utilizaba siempre, parecían más para tapar la ceguera que para corregir la miopía.

Bueno sí, el tipo es miope total: si le quitan los lentes lo mismo daría ponerlo en la azotea al sol, que en el sótano dentro de un barril de pez sellado al vacío. Claro que le costaría más respirar, pero por los ojos, nada... Cegato y famoso por ello entre otras cosas, y con los anteojos tan oscuros solía disfrutar en palco de honor de los escotes descuidados y atrapar más piconazos que el mejor short stop de grandes ligueros... –no, ligas, grandes ligas, quise decir...

Termina el tiempo de la prueba y van por turno entregando sus papeles los alumnos como quién entrega los recaudos en la embajada norteamericana para la solicitud de la visa: sabiendo que todo está bien pero que igual faltará algún recaudo.

Nadie dice nada y van abandonando el salón.

Cuando le toca el turno de entregar a Nomeolvides el profesor tropieza su mano como con descuido y le mira a los ojos. Nomeolvides le mira de frente, con fijeza ¿cómo lo iba a hacer de otro modo? Tras esos lentes podían haber escondido un kilo de camarones muerto y ni el olor se hubiera adivinado...

S. Boecio Murdoch, dejó de respirar, comenzó a brotar lágrimas de sus ojos, se puso totalmente cianótico y murió en el acto...

…¿Se murió de verdad?... Bueno, coño, no se murió de verdad, era algo que él solía imaginar como un fin adecuado para sus adormilados días... Pero sí que se atragantó y tosió un buen rato reteniendo la mano de Nomeolvides entre las suyas.

Ella luchaba incómoda por sacarla de esas tenazas que eran las manos del profesor, no porque le estuviera haciendo daño ni nada, si no porque con esa mano había estado ella todo ese rato rascándose por allá abajo y le apenaba que el profesor les fuera a notar algún olor impropio.

Total que el hombre dejó de toser, pero no soltó, apeló a alguna cita de las de él y se las arregló para salir del salón de clases con ella. Le forzó a conversar y terminaron tomando un café a empujones en el tinglado más cercano: el del pasillo de la facultad.

El tipo, con años de práctica en el trato con alumnas, logró entablar un franco monólogo salpicado con monosílabos de su interlocutora, aunque creo que a la chica lo que le ocurría era que se quemaba con el café.

Y entre “umjús” y “ejem”, él logró que ella le diera los nombres de sus padres, y la ocupación de estos. Ella no se despidió, dejando al profe sumido en sus pensamientos y aprovechando este bajón en el interrogatorio simplemente desapareció. Boecio no notó la huída de Nomeolvides pues se hallaba en medio de una batalla entre sus recuerdos y sus exorcismos.

No quería recordar, pero el dique de “cemento” que había levantado, ya presentaba filtraciones y era evidente que terminaría colapsando.

Mientras tanto, Nomeolvides, corría hacia el baño de damas más cercano pues lo de la picazón adquiría dimensiones alarmantes y esto había que revisarlo. Llega al baño, que afortunadamente estaba vacío, entró en un privado, se bajó los pantalones y lo demás también, y se inclinó para revisar aquello… Pues bien: existe el pie de atleta, el codo de tenista, el calambre de escribano, la bursitis del mouse, y la cuca de motorizada...

Es parte del orden universal que no exista blanco sin negro, alto sin bajo, feo sin bonito, diversión sin fastidio…, dijo Nomeolvides con resignación, casi con sabiduría, recordando una clase con su filósofo profe…, y aun diría más: este es precisamente el orden universal. Si te gusta alguna cosa y la quieres, ya te puedes ir preparando para pagarla..., y resolvió que al regresar a casa se asesoraría con Electra en profundidad sobre el tema.

Se arregla la ropa y toma nota mentalmente que, como paliativo temporal, desengavetaría su antes habitual guardarropa más holgado y que, por el momento se aplicaría la cremita hidratante que se unta en el cutis después de una jornada sobre la moto.

Si me protege la cara, debería servir para esto también ¿no? piensa en voz alta y pasa a la acción.

Luego se lava las manos concienzudamente, más por una cuestión de manía que por ninguna otra cosa en realidad. Y en cuanto termina y se da vuelta para ir al secador de manos, se encuentra de frente con Dyna.

¡Mira tú a la ladrona de motos!! ¿te preparas para otro hurto? le dice ella.

No debería contestarte nada, pero en todo caso tienes de saber que este asunto de la moto es entre Coyote y yo...

No, es entre tú y yo, porque la moto que te robaste no es de Coyote, es mía, me la vendió ayer, le pagué con mi moto y dinero en efectivo. Mira, aquí están los papeles notariados y este que ves aquí es el de la denuncia del robo en la policía. Entonces corrijo, el asunto es entre la policía y tú, ladrona... interrumpió Dyna.

Ante los ojos de Nomeolvides paso su vida entera, le dio un mareo, nauseas y repentinas ganas de sentarse... en la poceta. Su cerebro amenazó con paralizarse, pero no lo hizo. En cambio se puso a trabajar frenéticamente buscando una solución. Pensó primero en golpear a Dyna con el bolso (donde llevaba la pequeña bolsa de herramientas de la moto) y huir a todo correr, pero desechó pronto la idea porque no quería sumar delitos a su delicada situación actual.

Pensó luego en entregar la moto..., “No, coño, nunca en la vida”.

Vamos a hablar bien esta vaina y le encontraremos una solución negociada…, se sorprendió diciendo con la mayor de las calmas. Yo no tengo dinero, pero tengo un carro que vale por lo menos cinco veces más que esa moto. Si te parece, vamos a la policía y retiras la denuncia, luego vamos a la notaría y formalizamos el cambio de la moto tuya por el carro mío ¿qué tal?

No princesita, qué va. No es a negociar que vine. Yo lo que quiero es que te alojes unos días en la “Posada de la Policía” y de paso, quedarme con esa moto…, le respondió Dyna con toda la malignidad de la que es capaz una mujer muy maligna, quiero decir.

Veo que la negociación será más ardua de lo que esperaba, le dijo Nomeolvides con tranquilidad (mientras retrocedía y apoyaba cierta zona que conocemos en la esquina del mesón de mampostería que sostenía los lavamanos porque la picazón no la dejaba pensar con claridad) ¿y si te tomaras un momento para meditar, diéramos una vuelta por ahí, lo piensas mejor y llegamos a un trato?

Dyna la miró con desconfianza, pero vio algo en los ojos de Nomeolvides que la hizo tomárselo con calma. No sé si fue la perspectiva de hacer un buen negocio, de llegar a un buen acuerdo, o simplemente que notó la firmeza con la que su oponente estaba apretando la cinta del casco y supuso que estaba por ser rudamente golpeada... El caso es que accedió Dyna a dar una vuelta con Nomeolvides para negociar.

Se dirigieron ambas, en silencio, hasta donde estaba la moto, le quitaron las cadenas. Nomeolvides giró la llave del encendido y prendió la moto. Se echó para atrás y con el gesto le indicó a Dyna que manejara ella. Ya en la vía, nuestra amiga sugirió que subieran la cuesta del parque de la montaña por el camino más empinado y hacia allá se fueron tronando como la cima del Olimpo.

Nomeolvides le dijo a Dyna que pusiera la segunda desde el pie de la cuesta, que se colocara lo más adelantada sobre el asiento para forzar la posición adecuada. Pronto comenzó el masaje y la chica no lo podía creer, de pronto gemía, gritaba, aullaba, se reía, lloraba, se retorcía, temblaba, le brotaban lágrimas como ríos, mojó sus ropas como si se hubiera meado, se hacía hacia atrás y hacia adelante sobre el mullido duro del asiento, se frotaba, regulaba la vibración con el puño del acelerador y si no perdía el control y caían en la primera cuneta, era en parte porque Nomeolvides mantenía una estrecha vigilancia de la vía, y porque en el fondo de su alma Dyna, no quería que se detuviera aquello...

Esta chica resultó diferente, estalló una sola vez y tuvieron que detenerse de improviso para no darse contra el suelo. Dyna apenas dejó la moto en posición segura, se arrojó al piso y adoptó la posición fetal muy apretada y se quedó así.

El rato no se perdió. Lo aprovechó Nomeolvides para sacarle y observar detenidamente los papeles que le fueron mostrados fugazmente en el baño en la universidad. Los analizó profundamente y pudo darse cuenta, sin lugar a dudas, de que eran un perfecto fraude: la letra del notario era la misma que la del policía que redactó la denuncia. Recordó entonces que Dyna se había metido en un lío relacionado con unas notas falsas, el decanato, la facultad... En fin, esta vaina era pura trácala.

Entonces procedió: le quitó los zapatos y las medias a Dyna, le embarró estos por dentro con una barra de chocolate (pues siempre llevaba una en la cartera) y se los volvió a poner. Le separó ligeramente las piernas, aunque le costó, y le metió entre las húmedas partes un cuadrito del mismo chocolate. Le trazó un camino de chocolate desde los zapatos hasta la entrepierna, y tiró algo del mismo junto a los zapatos de ella. Luego dobló cuidadosamente los papeles, se los guardó, se puso de pie, subió a la moto y la dejó deslizarse cuesta abajo suavemente sin prender el motor dejando a la otra durmiendo plácidamente con el cutis ligeramente ruborizado y la sonrisa de quién se sacó la lotería. Cuando consideró que estaba lo suficientemente lejos, arrancó el motor y puso proa a la funeraria. Tenía que hablar con dos personas allá.

Dyna, que había quedado a solana del cerro, se despertó un par de horas después con la sensación de haber sido tomada y dejada: “Love em and leave em” sonaba lejanamente en su cabeza. Abrió los ojos pesadamente, regresó a la realidad, y de un brinco violento se puso en pie.

-¡mierda!!! ¡¿qué vaina es esta?!!! ¡auch!! ¡ay!!! ¡ayayayyy!!..., gritaba mientras brincaba y se arrancaba pantalones y zapatos con todo y las medias.

Parecía la danza de los tizones. Parecía un ritual de esos donde se supone que un espíritu con demasiados bríos invade un cuerpo ajeno. Una de esas películas baratas de zombies y vudú.

Después de una lucha difícil, logró quitarse las ropas invadidas de hormigas junto con ellas, tomó distancia prudencial y comenzaba a evaluar los daños cuando escuchó ruidos de un motor que se acercaba. Corrió desaforada hacia sus ropas abandonadas las recogió al vuelo y se tiró de cabeza por un despeñadero (afortunadamente no muy alto y cubierto de monte) justo antes de que apareciera el Jeep de los guardias por la esquina del claro.

-Gritos, gritos de mujer fue lo que oí- decía un guardia.

-Esos son los araguatos, güevón- le respondía el otro.

-¿Desde cuando los araguatos hablan de hormigas? Esos son bien raros ¿no te parece?-

-¿Y esto? Esto es una media de mujer. Además, está empatucada de algo que parece sangre seca- decía el primero levantando la prenda con la punta de un bolígrafo, como hacen en las películas.

-A ver- dijo el otro mientras le arrancaba el botín de la mano sin ningún cuidado –Pero a lo que huele es a chocolate, no a sangre. Ya me vas a decir que era diabética además la que gritaba. No me jodas, se habrá ensuciado alguien que comía un chocolate, se limpió con la media y lo tiró para no tener problemas con las hormiguitas después. Además, en ninguna parte se ve que esta media sea de mujer. Bota esa vaina ¡cochino!!- terminó arrojando la media por el mismo despeñadero en el que estaba Dyna escondida muy calladita, y fue a caer a un par de metros de donde estaba ella. Dudaba si sería prudente pedir ayuda y vestirse, o vestirse primero y pedir ayuda después. No sabía si serían ciertos los cuentos sobre los abusos de autoridad, y otros más, que contaban sobre estos.

Mientras tanto los guardias habían decidido sentarse en el borde mismo del barranco a fumarse un cigarrillo y a hablar de mujeres.

El segundo guardia (de voz más ronca y tono sardónico) se sentó casi al borde del barranco y empezó a contarle al primero una recopilación sobre los modos o más bien estilos específicamente femeninos de entrar en materias succionadoras que según él hasta podía servir de sistema de clasificación de ellas porque según ellos, dime cómo lo mamas y te diré cómo eres... Sí, esto que te voy a contar es una verdad profunda aunque seguramente no sea cierto. Las verdades no siempre son ciertas, pero te sirven para tener una idea…

El tipo arrancó con lo que sigue:

Un tipo de mujer, por ejemplo, que se escribe con “v”, es la de pura puntica, labidental apretadita y de ahí su ortografía. Esto se traduce en la práctica en que te lo agarran con toda la mano como si fuera un mazo, casi inmóvil además la mano pero el bicho no entra como se espera: no pasa de la entrada. Está de puros labios con una frontera de dientes apretados. No por esto la cosa se va en preliminares nada más. No. Pero la verdad es que la así llamada puntica no es una chupeta bom-bom y, este sistema no suele pasar más allá de la sorpresa y cierta inquietud que lógicamente causa este recio jurungue en dicha zona normalmente tan quisquillosa y sensible.

…¡Coño señor Gustavo, pero usted es una caja de sorpresas!!!... Mire, mejor no me haga perder el hilo y apréstese a escuchar a ver si aprende algo bueno… ¡Yóoo! ¡Bien lejos!...

…¡Jajajá! No le gustó la respuesta, pues cierre el pico, especie de cuervo con peluca pop, y déjeme seguir: el guardia decía: una tipa que usa la mamaíta en “v” suele ser prejuiciosa y desconfiada, no te quiere y no quiere saber tampoco en qué lugares se habrá metido ese bicho tuyo. Tanto le han dicho que esas cosas no se hacen, que ese bicho es cochino y huele mal, que ese bicho cuando se para lo que va es pa’ dentro, que además lo que más convence a un hombre de lo poco que se respeta a sí misma una mujer es que se deje agarrar descuidada…, que gustándole no se termina de atrever ni a dejar de hacerlo porque tampoco es para tanto. Esta fémina, si la situación llega a salírsele de control y algo llegara a llegar, saldrá corriendo al lavamanos más cercano a escupir más o menos molesta...

…¡Jajajajajaja!!! ¡usted me va a matar de la risa! Las bichas de la taguara esa de la puerta amarilla se pasan media hora lavándole el machimbá a uno, le ponen el condón con la boca y ahí mismo uno acaba de una vez, pero el pegoste se lo lleva uno para el baño…, hasta ahí llega el trabajo de ellas…

…Eso le pasa por ir a ese lugar…, pero jódase y escuche el cuento: Está la del pilón, mortero, o metate. Este es un modo fraudulento de lograr un buen fin. Lo que nos lleva a pensar en que no es fraudulenta nada aunque en realidad sea poco trabajosa al modo macho de ver las cosas. La maniobra consiste en meterlo y sacarlo de la boca con presteza sin hacer apenas presión para lograr una altísima producción de saliva. Aplicando el método del mazo, o sea, agarrando el fustecito con toda la mano que es la que baja y sube a puño cerrado como si se diera mano al pilón, mortero, o metate, se alternan una metida en la boca con dos, tres, cinco o hasta más pilonadas de estas...

…Pero señor Gustavo ¿a dónde va uno para que le hagan esa vaina?...

…Mi carbónico amigo, uno no va a eso. Eso viene a uno…

Y le decía que esto suele ser lechazo seguro y rápido. Por lo general uno no se da cuenta en el momento de la maniobra sino que cae en cuenta después de... Aunque más que una mamada sea una paja hidráulica no suele importar mucho sino pasado unos días, en lo que ya bajó el hormonazo y uno se da cuenta de que se ha debido disfrutar la cosa un poco más de tiempo.

La chica que aplica el pilón, mortero, o metate, es una tipa segura de sí misma que sabe perfectamente lo que quiere y cómo lograrlo con el menor esfuerzo. Esto no tiene nada de malo, pero hay que estar muy mosca porque nunca se está seguro en la vida de qué es lo que busca ella. Puede ser el gustito rápido ¿por qué no? Pero personalmente yo no creo que esto sea así. Me perdonarás.

Pero hay más: existen variaciones de, el pilón, mortero, o metate. Veamos:

Sí, el soplaíto por ejemplo. Esta variación requiere de mucha coordinación y experiencia por parte de ella para no provocar un catarro de cabeza, muy malo para esos menesteres pues se enfría la cosa. El modo correcto consiste en meterlo a la boca junto con una exhalación de boca abierta como quién le echa vaho a un vidrio que después se frotará con un trapo (razón por la cual también se le llama más popularmente: “así lo chupa la que limpia los vidrios”), para que no suenen trompetillas pues suelen herir las susceptibilidades del ego masculino, sacarlo, dos, tres, cinco, o más golpes de mano de pilón, mortero, o metate muy ensalivado con la mano más bien floja pero con ritmo, a la boca otra vez pero sin exhalar, mano, mano, mano, mano, o más, y boca otra vez pero con exhalación... Puedes ver que esto es solo un ejemplo del sistema el cual se puede desarrollar como se prefiera en cada caso, pero ilustra lo que te quiero exponer aquí.

Esta variación la utilizaría el mismo tipo de mujer decidida, directa, y segura de sí misma, pero con el añadido de una incontestable intención de, además, impresionar.

…No siempre, porque lo que es mi mujer es todo eso que usted dice y más aun, pero en ese campo yo soy el que tengo que hacer todo el trabajo…

Eso le pasa por pichirre, si usted fuera más generoso no le pasaría esa vaina…, pero la verdad es que mejor no me meto en ese peo y sigo pa’lante…

Está el modo cocker spaniel: esta raza de mamada es tremendamente emotiva y desordenada. Suele venir acompañada de ruiditos indescifrables, gemiditos ronroneados, saltitos de aquí y de allá, y hay la que suelta chorritos de meados por los alrededores. Sí, dan un cerro de besitos emocionados por todos lados sin llegarle de una vez al sitio preciso. Te lo agarran y te lo sueltan, a veces con la mano entera, a veces con los deditos nada más, te lo enredan con la melena y sueltan ladriditos mientras se sacan sus propios pelos de la boca. El bicho va para dentro y sale antes de que te des cuenta. Le lame los laditos como cachorrito pidiendo comida, alterna caóticamente mano con pelos con labios con lengua con mano con boca entera con mano con la otra mano con los labios con la lengua con los besitos alrededor con la lamida lateral hasta que, como a todo cachorro de dicha raza, hay que agarrarle dulcemente la cabeza (con ambas manos preferiblemente) y guiar la acción hasta que se tranquilice tomando un ritmo cadencioso que finalmente haga llegar la cosa hasta donde deba llegar. Lo más normal es que tras la obtención de la llegada, se quede lamiendo y retozando aun después. Hay que poner empeño aquí y jamás portarse bruscamente dado que esta raza de mamada es, como ya te dije, sumamente sensible.

A esta niña le gustan los animales, es sensible y generosa pero alérgica a un montón de cosas entre ellas a la comida picante. Le mintieron un poco con respecto a la mamada pero no mucho porque no se atrevieron nunca a echarle el cuento completo quedándose con crecientes ganas por la curiosidad que se le indujo. Ella no olvidará nunca la primera vez cuando lo vio, lo agarró, cuando lo chupó por primera vez, y en cada ocasión revive plenamente la emoción que le trae a la memoria el olor del patio donde enterró su hueso favorito por primera vez también. Es una buena chica, le gusta la vaina y siempre te lo va a mamar con la emoción y la curiosidad de la primera vez. Nunca pero nunca le vayas a hacer un mal comentario al respecto (que puede ser una simple solicitud de calma y concentración, coño) o no te lo mama más...

Uno contundente es al modo del refresco con mucho gas. Saca la piedra. Hay quién no le gusta el refresco con mucho gas pero que igual se empeña en seguir pidiendo la cocacola tibiona (que al que le quede el saco que se lo ponga)... Esta mamada se puede describir solamente como acción en el momento de los acontecimientos: pedir el refresco, decir que ese no, que el que acaba de meter es mejor porque no lo quiere tan frío, que el otro porque no es lo mismo pepsi que coca, que sí que ese sí, que dame acá, que lo agarro, que destapo la botella, que echar un trago, que arrugar un poco el gesto, que batir suavemente con la mano, que echar otro traguito, volver a arrugar el ceño, agitar la botella un poco más duro, volver a dar otro chupito, ya no se arruga tanto la expresión pero se vuelve a batir un poco más rudamente, se da otro chupito más larguito pues la cosa va, no se tuerce la expresión pero se suelta un suave eructo, se bate un poco más, medio en círculos medio de arriba abajo, que se da otro traguito un poco más larguito con leve retraso en los labios por sonreir al recordar algo gracioso que no viene al caso, que batir con más rudeza por el recuerdo, y se da el trago final. Se traga grueso, y se eructa de nuevo...

Una muchacha con este estilo siempre parecerá distraída, contradictoria, y ligeramente ausente. Denota este modo una fuerte tendencia a querer cambiar el mundo, a no estar clara con que tiene que buscar lo que quiere y nunca lo que no, para luego no tener que fracasar al intentar cambiarlo.

Húyele como a la peste sobre todo porque entre ellas hay una terrible tendencia a dejar el pulgar en el pico de la botella para regular a su gusto la salida del gas y, pana, esa vaina irrita.

…Yo no sé, a estas alturas del cuento un poco de esa irritación no me molestaría…

…Mire viejo loco, si además de quemado y cagao ‘e zamuro también es pajizo, por favor me sirve el ron se ahora en adelante con la mano izquierda nada más…

Está la cerbatana o mantis religiosa. Esto es serio amigo mío, es serio... Es un martillo, aceite gallego, dale y dale hasta que algo pase...

¿Quién no ha visto una cerbatana, o mantis religiosa parada en una pared? Sí, tienen las manitos juntas adelante en ademán de plegaria o solicitar las bendiciones. Este gesto habitual e inexplicablemente viene acompañado con un subir y bajar la cabeza en señal de asentimiento vehemente, constante y repetido. No sé cómo es que no se les cae por fatiga. El cuello es definitivamente de muy buen material.

Esta mantis no mata a la pareja después del sexo, pero él lo mismo queda medio muerto. Y es que no es fácil resistir un petitorio en forma de plegaria en el que el objeto del deseo es ese miembro de él, que es su ego. No es fácil. Te lo sacan de la ropa y con las manitos juntas delante la paliza es arrechísima: arriba rezo, abajo también, pero en repetidas ocasiones. Luego a la boca y dale que dice que sí con la cabeza: Sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí, si, sí, sí, sí, sí..., dice que sí con la boca móvil, prensil, pero por sobre todas la cosas, con devoción... Siempre termina bien, llega bien, acaba bien... Pero es cosa seria, muy seria..., serísima...

Una mujer que te lo mama así, te lo mama porque te mama con fines inconfesables, y si no te das cuenta de lo que no te está confesando es porque no te da la gana, o crees que a ti no te pasan esas cosas, o definitivamente eso es lo que quieres. No seas tonto, no te hagas, te está diciendo que se va a casar contigo, que será una esposa abnegada y echada pa’ lante. Que te criará a los muchachos, que te lavará la ropa, que te esperará en casita con la comidita caliente... No sé: ¡MOSCA!

…Y yo que tuve que perseguir a la mía como un año para que me parara…

…¿Sería por la época en la que usted era el sacristán? Porque si es así, entiendo perfectamente por qué fue que ella terminó por decirle que sí…

…Knockout técnico ¿no?...

…Más o menos…

Está el musical. Hay que estar atento porque sí quiere la cosa, pero la quiere completa y con estilo estudiado, con mucho ensayo de por medio. Es decir que con todo lo que haga te estará dando instrucciones para que aprendas a hacérselo bien a ella. Se desvive, te da besitos, soplitos, chupitos, deditos, manitos llenas y tímidamente llenas. Te lo chupa in-crescendo. Como una sonata comenzará con un dolce andante, tras un cambio de posición avanzará con un andantino in moto, cambiará de mano y de codo de apoyo para dirigir con la batuta en una mano y el gesto solicitando más nervio en la otra, un allegro vivace que sostendrá con la flauta dulce mucho más allá de lo que parecerá humanamente posible para aumentar a un explosivo tragante veloce prestísimo ad líbitum..., la cosa acabará en un majestuoso aleteo de cisne muy parecido a un réquiem para el infante difunto.

Tiene muchísimas variantes pues las hay a sala llena, quiero decir, con batuta y preámbulo, ambiente, premeditación..., lujos pues... Las hay serenatera, que son las inesperadas y de pie junto a cualquier ventana, con repertorio muy tierno pero atento por si aparece un indeseable y hay que huir. Las hay de ensayo, que son las que no persiguen otro fin que el de ir instruyendo. Son las que se dan dentro de un carro durante la cola de la autopista, o dentro de un ascensor que puede parar y abrirse en cualquier piso, o en pleno mueble de la sala mientras los niños juegan por ahí o los padres andan cerca, o en el baño de la casa de unos amigos en una fiesta infantil, o en el asiento de atrás del autobús en horas flojas, o dentro del baño del avión mientras se vuela de Maiquetía a Barquisimeto...

¡Oye! Pero la mujer que te lo mame así es la apropiada y entiéndeme aquí lo que prefieras entender. Lo digo y me atrevo porque mientras más creo que sé cómo es que es lo que me estás explicando, resulta que noto que ella me puede decir con su boca cómo se entiende mejor. Así que no entendiendo nada, y porque no entiendo, es que ella se afanaría tanto en explicarme oral y no escrito. Yo no entiendo y sí entiendo, pero en el ínterin me lo paso del coñísimo de la madre...

Pues vas entendiendo, por lo menos la parte teórica. Ya te llegará tu momento…, ya te llegará.

Pero escucha: está el modo fakir, o tragasables. En inglés se le conoce como “The glue theme ‘ll mem brough”... Esto es algo peligroso, por favor no lo intentes en tu casa sin supervisión experta.

La segunda denominación es poco usada porque lastimeramente la gente ha ido perdiendo con el tiempo el gusto por la poesía y las metáforas ¿creen que existe algún hombre que aun hoy, en plena época del hard core por internet, se atreva a llamar sable a su pipicito? Pero dejemos esto así, porque no es importante...

Sí, sí, sí, cambia el tema y sigue con la antología que está interesante.

Ok. pasemos a explicarte el acto: Consiste en un serio y profundo estado de concentración en el que el fin se mezcla con el medio, se alinean objeto y objetivo, y la cosa pasa para adentro. Esta forma de mamarlo entra en el rango de lo mítico pues muchos pueden decir que se lo han hecho, pero muy pocos en realidad dicen la verdad, aunque quedó dicho también ya que la verdad no siempre es cierta, así que no importa...

Los pininos de este estilo mamatorio suelen darse con la fémina acostada boca arriba en una plataforma o mesa con la cabeza fuera del plano de modo que cuelgue hacia atrás, que coloque la boca de ella a la altura de los genitales masculinos de él que en realidad será inequívoco por su notoriedad en estas actividades. Esta posición de ella le permitirá abrir la boca sin tener que hacer fuerza ya que colaborará el peso de su propia cabeza y la fuerza de gravedad de este planeta que habitamos. Esto no es un detalle baladí, no, es muy importante porque no solo se trata de alinear la tráquea y abrir mucho la boca, sino que para evitar lesiones de la garganta, cuerdas vocales, campanilla, nervio vago que más que vago en este caso es ocioso pero no nos vamos a poner a hacer juicios ¿ah?, y se han visto casos de epiglotis obturada, hay que poner mucho énfasis en la relajación absoluta de la musculatura del cuello.

Se pensará que en esta posición ella está indefensa ante los embates de él, con mucha emoción y descontrol aparentemente comprensibles, pero no, esto no es así. Ella no se dejará meter nada en la boca que no haya medido y sopesado minuciosamente con anterioridad. Además, él, deberá relajarse también para permitir que sea ella quién, manos arriba, comande toda la operación de los primeros mamatorios fakires o tragasables agarrándolo a él firmemente por las caderas, y tragando el aire al mismo tiempo, como un Om, pero al revés.

Se puede ver que este modo de faquirato mamón es de una compenetración absoluta de garganta pene y alma. Existen, y han pasado su susto, quienes se han lanzado y se lanzan a esta avanzadísima forma de mamar obteniendo los más variados resultados.

Pero todos los que lo intentan, lo volverán a hacer.

Con el tiempo y la práctica se logran cosas sorprendentes. Se podrá prescindir de la plataforma, y un sesenta y nueve levemente retrasado por parte del hueso pélvico de él, logrará el mismo efecto. Hay quién puede conseguir y adquirir el conocimiento de la alineación anatómica y la ergonomía volumétrica como para practicar este avanzado arte y llevarlo a niveles rayanos en los límites de la imaginación humana.

Una dama que te faquirée o te trague el sable, es una verdadera dama. No existe manera en la que una persona logre esto sin un profundo conocimiento del organismo humano, del alma, horas y horas de estudio, y muchísimas de práctica. Es una mujer segurísima de sí misma que sabe que en esa posición que parece, no es una prolongación imaginaria y aumentativa del ego masculino. Es ella buscando el fondo de ella misma a través de la sensibilidad genital masculina que no es tontería.

Una persona, cualquiera, dotada de tales conocimientos, habilidades, y paciencia, es indudablemente una dama. No la sueltes...

…No entendí, ni que se estuviera tragando un…

…¡Cállese la jeta! Que si no entendió por mí se jodió también porque yo no se lo voy a aclarar…

Estuvieron entretenidos con ese cuento largo rato, y mientras transcurría el tiempo y se adentraban en las historias, Dyna se alegró profundamente de haberse tirado de cabeza por ese despeñadero.

El segundo de ellos con voz preocupada sintiéndose ya en confianza le empezó a contar al otro un asunto escabroso sobre una deficiencia de erección que sufría un conocido de él y que necesitaba consejo, y la cosa era más o menos así:

-Chico, tengo un amigo, que tú no conoces, que tiene un problema serio y me gustaría saber tu opinión…

-¡Ay papá! Yo sé por donde viene la vaina ¿Qué? ¿no se te para?- preguntaba socarrón el otro.

-¡coño pana! no lo digas así, pobre carajo… Además no soy yo, te dije que era un amigo.

-Está bien güevón, no te enrolles, cuéntame para ver.

-Bueno, la cuestión no es que no se le para, sino que se le para a medias..., como flojito...- contaba el primero con la mirada clavada en el suelo.

-Chico, pero no hay que alarmarse tanto que para eso existe una pastillita azul muy buena..- contestó el otro como quién explica algo obvio, de conocimiento general pues...

-No hombre, si no viene por ahí la cosa, es que parece que el estómago se le llena de gases, supongo que por la agitación o los nervios y eso le impide explayarse...- explicaba el primero sin levantar la vista de un punto situado como a treinta centímetros delante de la punta de sus zapatos.

-¡coño, más fácil todavía! ¡que se tire unos peos y ya...!!!- exclamó el otro con el mismo tono que utilizara Arquímedes para dar su grito de ¡Eureka!!!

-Sí, muy fácil ¿y en esas circunstancias como se va a caer a peos? ¿ah?...- le preguntó el primero con angustia mal contenida.

...Aquí hubo una larga pausa...

-... Esteeee..., en la farmacia venden unas pastillitas muy buenas...- respondió el otro súbitamente serio, medio compungido más bien.

-¿para los peos?- interrumpió el primero esperanzado.

-No, no, otras, unas azules... agregó el otro ya solidario.

Otra larga pausa, y terminó la conversación.

…Yo no le paro bolas, me tiro mis peos y ya…

…Con razón nunca le han dado nada de lo que les acabo de contar. Siga así. Siga así…

Decidieron entonces que todo estaba tranquilo por ahí y que ya podía el parque prescindir de su atenta vigilancia, se levantaron y se fueron a continuar con los cuentos en algún lugar más abrigado pues ya caía la noche y empezaba a hacer frío.

Dyna continuaba con el culo al aire, así había pasado más de media tarde. No sabía cuál de las hierbas donde había estado sentada le había calmado el ardor de las picadas. Pero aunque muy molesta por haberse dejado entrampar, y lo miserable que le hacían sentir la humedad, la desnudez, los rasguños, y el frío, la mayor sensación era la que le había dejado la moto entre sus piernas. Ni las hormigas se la habían logrado borrar.

-Primero recupero la moto, luego despellejo a la puta esa- rezongaba ella mientras se vestía y salía del hueco donde había caído…, aunque tenga que mamárselo al Coyote dos veces al día por el resto de mi vida me quedo con esa moto…, ahora conozco técnicas insospechadas gracias al curso teórico al que acabo de asistir… Añadía con determinación y cinismo.

Nomeolvides llega a la funeraria, pide que le abran el portón de atrás, mete la moto hasta el almacén, le hace una seña a Electra quién se acerca, murmuran algo, Electra asiente con la cabeza y le señala una pequeña habitación empolvada que está al fondo, hacia allá se dirigen ambas con moto y todo, Electra saca un grueso manojo de llaves del bolsillo de su chaleco de trabajo y abre la puerta, Nomeolvides entra primero con todo y moto, la apaga, y vuelve el audio:

-Gracias cuñada, es que no quiero dejar esta moto a la vista de nadie, es muy importante para mí ¿sabes?-

-No hay de qué- respondió parca la otra.

-Mira, tengo una pregunta engorrosa que hacerte y no sé como empezar. Se trata de andar en moto y las consecuencias que eso tiene sobre partes íntimas de la piel femenina...

Electra que había estado garrapateando algo sobre un papel mientras su cuñada hablaba azorada sin mirarle, rasgó el papel y se lo entregó con algo escrito junto con la llave del cuarto donde estaban en ese momento.

-Todo está ahí, y ahora perdona que tengo mucho trabajo. Por cierto, que si miras en mi “locker” (no te preocupes que está sin llave) creo que encontrarás un tubito al que le queda un poquito de la pomada, no es mucho, pero te sacará del paso por hoy- y se dio media vuelta para irse.

-Gracias...-

Nomeolvides desconcertada bajó los ojos hacia la nota y leyó:

1.- Demiderm pomada dos veces al día, después de lavar la zona afectada con jabón neutro.
2.- Ropa interior blanca de algodón, sin estampados, sin bordados, sin encajes.
3.- Pantalones holgados.
4.- Mullido suave en el asiento y elimínale esa protuberancia delantera.
5.- Búscate un tipo que te dé como es, y con la herramienta idónea.

Esto era todo.

Nomeolvides ligeramente ruborizada pero más tranquila, procedió con la segunda visita. Esta vez tuvo que esperar un poco pues Paco estaba reunido con unas personas de rostros más bien patibularios pero de ropas impecables, como Tessio el del Padrino. Al rato salieron dando apretones de manos y ruidosas palmadas en las espaldas que sonaban a aleteos de zamuros, pero sin sonreír. Decían algo sobre un riñón a la romana ¿o para la romana?

-¡Bah!! ¡y a mí qué!!- dijo Nomeolvides en voz baja encogiendo los hombros fugazmente mientras se separaba de la esquina del escritorio de la recepcionista donde se frotaba disimuladamente ojeando los nombres de los que habían dejado recado ahí. –al fin y al cabo yo no sé nada de negocios.

-¡Niña Nomeolvides!! ¿pero qué hace usted aquí esperando? ¡y tú, esta niña! ¿cómo dejas esperando a la señorita tanto rato? ¿por qué no me avisaste? ¡pero pase, pase adelante y siéntese! ¡esta niña, un refresco de cola para mí y una barra de chocolate negro para la niña Nomeolvides! ¿es así todavía? ¡hace tanto que no la veo por aquí!!! ¡pero dígame, dígame en qué puedo ayudarle!-se deshizo Paco Montaño, de tal manera que no resultaba untuosa la actitud, aunque no adquiría por esto toda la espontaneidad que él hubiera querido.

A Nomeolvides nunca le gustó mucho eso de “Niña Nomeolvides”, le sonaba a nana sureña, pero en el fondo le divertía el juego. Si bien el tipo no le parecía correcto y algo tramposo además, le hacía gracia ese gigante medio fofito que se esforzaba tanto por hacer un buen trabajo (cosa que lograba siempre) y en adelgazar (cosa que no lograba nunca) y como al final eso no era asunto suyo, no opinaba al respecto.

Entró la recepcionista con una bandeja sobre la cual venían, un vaso enorme, que hacía juego con las dimensiones del solicitante, y una barra de chocolate negro 65% cacao. Dejó todo sobre el escritorio, preguntó si querían algo más y salió cerrando la puerta tras de si.

-Quiero que me asesores en esto- dijo la chica cortante antes de que el tipo se largara con algún chiste o algo así, que tal era su estilo mientras le extendía los documentos.

Él los tomó y les dirigió una mirada somera.

-Sé de dónde vienen, sé quién los hizo, lo que no conocía eran los nombres de las personas envueltas en el caso.- dijo él mirándola a los ojos con mucha seriedad, casi parecía otro -¿qué quieres exactamente que haga con la tipa que los forjó?

-Primero: ¿qué relación tienes con ella? Segundo: ¿a qué te refieres con “hacer con ella”?-

-Primera respuesta: se encarga de algunos certificados de muy difícil obtención, pero existen varios que hacen ese mismo trabajo por más o menos el mismo precio. Segunda respuesta: exactamente eso.

-No la irás a matar...

-Si eso es lo que quieres...

-No, por dios, muerta no, solo la quiero fuera de mi camino, que nunca más se vuelva a meter conmigo o con los míos...

-Muerta entonces..., por otra parte la tipa es O+, le podríamos encontrar provecho... añadió él, y siguió -Bueno, te propongo algo, a ver si te parece: toma este otro papel, es un formato de peritaje de la policía judicial, ella conoce la procedencia y sabrá que yo estoy enterado del asunto. Se lo entregas. Esto la mantendrá contenida unos días y nos dará tiempo para terminar una investigación que estamos llevando a cabo y que estuvo detenida por asuntos urgentes que captaron mi atención. Déjame estos documentos aquí, no saques la moto por un tiempo, por si acaso. En un par de días me comunico contigo y te doy el parte.

En base a eso tomamos la decisión ineludible...

“Esa palabra ¿por qué esa palabra precisamente, y no cualquier otra? ¿qué coño importa el grupo sanguíneo de ella? ¿cómo lo sabe éste?” pensó Nomeolvides mientras veía formarse densos nubarrones dentro de su cabeza por el hecho de tener que dejar la moto de no poderla disfrutar, más que por lo que le pudiera pasar a Dyna.

…O sea, que esa gente además de mala costumbre, lo que son es rolo ‘e mafiosos…

…Mire, la muerte invoca la muerte, la vida invoca la vida, la belleza a la belleza y la fealdad a la fealdad…, fíjese como este sitio nos invoca a nosotros…, no me joda más y ponga cuidado.

Esto que dijo el deñor Gustavo me hizo pensar mucho, tanto que perdí el hilo de un peo que se armó después de eso. Pero yo no hice sino pensar en el altarcito portuario y en qué modo estaría todo tan ligado. Pero pensando en eso y en que menos mal que Octavia no había venido hoy me llegó el momento de retomar el hilo de la vaina.

No se dijo más y Nomeolvides abandonó la oficina comiéndose el chocolate a pequeñísimos mordiscos, caminando cabizbaja sin rumbo.

Esa falta de rumbo la llevó precisamente a la oficina de su Papá. Él no estaba ahí, la que estaba era Bombi, sentada en el sillón de la presidencia, con las piernas sobre el escritorio y observándose detenidamente en un espejito de bolso que traía en la mano. En el rincón estaba Sabina frente la computadora como siempre, estaría inventando algún nuevo control...

Ya se disponía a salir de ahí sin hacer ruido, cuando oyó la voz de Bombi:

-Nomeolvides hija, entra, siéntate, te noto atribulada y quiero contarte un par de cosas.
-No Mamá, no te preocupes ya me iba para la casa... dijo mientras hacía como que se devolvía.

Hubo algo en ese momento que la obligó a sentarse, no supo cómo ni cuando, pero de pronto estaba sentada muy quieta en la silla frente a su madre con las piernas juntas y las manos sobre el regazo, la cabeza baja en señal de sumisión infantil, y no le picaba nada.

Bombi le dirigió una mirada profundamente tranquilizadora, buena, suave, maternal, y le dijo:

-Querida, sé lo que te pasa, no te juzgo, no me meto en tus asuntos, pero te digo que dentro de ti hay mucho más de lo que sospechas. Ten cuidado para que no lo desencadenes y después te cueste mucho dominar y acabes pagando un amargo precio por apaciguarlo.

Algo que no pudo definir llenó de temor a Nomeolvides, algo que se le removió por dentro, como un ser vivo pateándole las entrañas, pero preñez no podía ser, a menos que fuera hijo del “Bobber”...

-Hija, de eso que sentiste, es de lo que te hablo. – le atajó Bombi. Y continuó –oye, sigue las recomendaciones que te dio Electra, síguelas hasta el final, punto por punto, son las mejores...

Ya estaban todos los de la familia habituados a esta peculiaridad de la madre, aunque a veces sentían que se pasaba del límite. Este era uno de esos casos.

En ese momento Nomeolvides dirigió la mirada hacia el rincón donde estaba la pequeña Sabina dándole al computador y pudo notar que, o bien se hacía la sorda y era la mejor actriz que había visto en la vida, o ahí estaba pasando alguna vaina rara... Volvió la atención a la madre y le preguntó:

-Mamá ¿cómo es que tú puedes hacer todas estas cosas que se supone no se pueden Hacer?

-Algún día te lo diré.

Iba a insistir, pero en ese momento pareció que echaban a andar el proyector de cine nuevamente. Comenzaron los ruidos, Sabina preguntó alguna cosa, Atalayo entró de pronto acompañado de uno de los maquilladores enfrascados en una discusión sobre el ajuste de la tonalidad de una de las ceras para los occisos que habían tenido el vitíligo, el aparato de aire acondicionado emitía su zumbido de siempre... Y Nomeolvides aprovechó la confusión para escabullirse.

Caminaba ella cabizbaja hacia la habitación donde dejó el “Bobber”, como para asegurarse de que todo estuviera bien, y como para despedirse, cuando se cruzó con Electra quién ya se marchaba a casa y que se ofrecía llevarla en ese instante pues iba con retraso. Nomeolvides barajó rápido sus opciones: ir en taxi, esperar a Papá o Mamá, arriesgar al “bobber” (a quién deberíamos ir llamando Bob para abreviar, y porque al fin y al cabo ya parecía ser de la familia, es decir que está en confianza) o aprovechar la colita con Electra... Optó por esto último pues con tantas cosas que le habían sucedido últimamente no quería andar sola ni oírle los desvaríos al Papá ni mucho menos el taladro mental de la Madre, arriesgar a “Bob” no quería ni pensarlo...

-Voy contigo ya Electra, muchas gracias- y se montó de acompañante.

“Que carácter tan distinto tienen estas dos máquinas, esta ni vibra ni empuja. Y claro, está también el modo de manejar”. Pensaba Nomeolvides mientras transcurría el viaje a casa.

Llegaron por fin y encontraron a HD con la Panhead lista y en la puerta, con cara de esposo molesto. Le dio un beso en la mejilla a Electra, de esos que salen por la tangente y van a reventar en la pared más cercana dentro de la trayectoria balística. Medio rezongó algo sobre que la pequeña Victory tenía un berrinche especialmente fuerte hoy, encendió la moto y cuando iba a arrancar...

-¡Espera HD, que me voy contigo!!!- gritó Nomeolvides imaginando la clase de tarde que le harían pasar entre el guayabo y los gritos de Victory.

-¿Y eso? ¿para dónde vas tú si vienes entrando?

-Bueno ¿no vives reclamándome que nunca he ido a tu bar? Voy a ver cómo es.

-No hay problema... mira ¿y tu moto?- le dijo HD mientras arrancaban ruidosamente.

-No me hables de eso, que es todo un rollo-

-Está bien, no hablemos de eso. Y tampoco te menees tanto, parece que ya se te olvidó cómo se anda de parrillera- dijo él mientras doblaban la esquina pesadamente.

-No hombre, no es eso, es que me molesta este pantalón-

-Arréglate bien eso entonces y no me muevas más la moto- añadió al momento de incorporarse a la autopista.

Eso le recordó una larga disertación de Atalayo sobre probabilidades y estadísticas, y qué sé yo que más, hablando sobre los riesgos de sufrir algún accidente y como aumentaban cada vez que uno entraba en la autopista. Era una cosa así como que cada persona tenía asignada una cuota de accidentes, de digamos dos por año, uno de estos de cierta gravedad si solo pasaba por ahí dos veces al día. Eso quería decir que, como ese día llevaba tres y aun le faltaba una, es decir que serían cuatro en total, este año le tocarían cuatro coñazos de los cuales en dos de ellos arriesgaba el cuello. Pero recordaba también que estos trancazos eran acumulativos, y cada año que pase si sufrir accidentes suma su cuota al siguiente...

“¿Eso será así realmente? ¿y cómo influirá el hecho de que vamos dos en la moto y ni siquiera soy yo la que manejo? Si este se clavó ayer, voy bien pero si tiene sus años sin percance nos jodimos, porque lo que soy yo no me he caído nunca en los más de veinte años que tengo ¿cómo es que me atrevo a salir a la calle? Somos una especie de frasco de nitroglicerina en un carrusel cargado de muñecos de trapo con metras en los bolsillos” pensaba.

Y en eso estaba cuando llegaron al bar. Justo a tiempo para recibir el camión de los licores:

- Una de bourbon, una de scotch, y una de cerveza…, además vodka y ginebra…, Tequila no, porque todavía queda. De lo demás, nada, en esta vaina solo salen estas cuatro o cinco... Dulce nada... Cosas costosas, tampoco... Le explicaba HD al transportista y a Nomeolvides distraídamente mientras firmaba las guías y mandaba a poner todo en orden en el depósito.

-Aprovechemos que tú estás aquí para que me des ideas para el motivo de la fiesta de hoy. Sabes que antes yo planificaba estas cosas con una semana de anticipación, pero entre la práctica que uno coge, la improvisadera típica, y la desmotivación que me produce el no haber podido reunir el dinero aun para abrir mi propio bar ya lo hago una hora antes de que abramos al público (continuaba HD mientras iba disponiéndolo todo) y no ha resultado mala la cosa, ahora la gente viene con la expectativa de la fiesta sorpresa.

La de ayer era de los tragos gratis para quién me trajera un carburador de botella, de cualquier marca. Pues los hubo de todos los tipos, hasta hice negocio por unas rarezas...

-Hoy puedes hacer unas franelas mojadas para lucir tatuajes...- sugirió tímida Nomeolvides.

-No, la última vez que hicimos franelas mojadas a Ergastolani le dio un sincope y pensé que se moría. Creo que no le gusta el agua en grandes cantidades. El zafarrancho fue tan arrecho que juré no hacer un show de esos nunca más- Interrumpió HD –tiene que ser algo imponente, hoy es lunes y la afluencia siempre es baja-

-Pero ¿de qué tono son los números que montan aquí?- preguntó ella.

-De cualquier tono, y si no existe el color aquí se inventa ¿por qué? ¿tienes algo en mente? Porque yo estoy bloqueado y ya estamos con el tiempo justo- respondió él un poco desanimado.

-Sí, tengo algo en mente, pero necesito una moto con un Blockhead sin compensar y jesse james big gun montada en el escenario o lo que tengan para eso. Música de Canned Heat y luego una ruta de escape con algún vehículo dispuesto- le soltó ella con la mayor seguridad del mundo.

-No tengo ni idea de lo que vas a hacer pero como recurso desesperado lo acepto pues no tengo opción. Tendrás lo que pides y mi promesa (que no me la pediste) de que en casa no se sabrá nada- terminó él con expresión de complicidad y se fue a cumplir con el encargo.

Mientras tanto Nomeolvides entró a explorar el lugar en cuyo fondo encontró una escalera descendente y un salón cerrado que pese a lo polvoriento y descuidado que estaba, aun se le notaba el pasado extrañamente esplendoroso que había tenido. Registrándolo todo encontró unos armarios disimulados en las paredes que tenían marcos sin espejos y al empujar en el sitio donde debería haber estado el espejo se abría una ventana a otro cuarto exactamente igual. Había ropas ahí un poco empolvadas pero en buen estado. Nomeolvides creyó recordar algo al tocarlas, pero no, no tenía nada que recordar, solo sintió el impulso de ponerse esas ropas. Así que se quitó las suyas y se vistió con ellas, si es que aquello podía llamarse vestirse. Era más bien acentuar la desnudez, pero sin mostrar nada, ni un centímetro de piel. Eran unas ropas cortesanas pero modernas, modernas y antiguas, tan antiguas como el oficio de las que las usaban en otras épocas. Se soltó y batió la melena hasta que casi no se le veía la cara y arregló lo mejor que pudo esas nuevas viejas ropas extrañamente limpias y despidiendo un perfume raro, como de flores maceradas en vino y sándalo con un toque a chocolate...

Transcurrió lo que le pareció un segundo aunque en realidad fueron varias horas, y comenzó a escuchar la guitarra de “I wish you would”..., fue como si le dieran una señal: Salió de la habitación, pasó por un corredor que desembocaba detrás de la barra como si todos los días de su vida no hubiera hecho otra cosa, subió en la barra y la recorrió tranquilamente pisando por entre los tragos de los parroquianos presentes con la mayor soltura y elegancia mientras sonaba el solo de guitarra, saltó al escenario donde estaba la moto y encendió el motor que hizo un estruendo que acompañaba muy bien el Blues. Se subió a ella y comenzó a acelerar y desacelerar el motor a ritmos de la música agitando el cabello cadenciosamente como arrastrándolo tras los acordes rugosos de la guitarra, moviendo los hombros lentamente mientras se frotaba adelante y atrás sobre el asiento con tempo angustioso... Los hombres aullaban, las mujeres gemían, la temperatura subía..., de pronto Nomeolvides empezó a moverse espasmódicamente una y otra vez, sacudía los hombros, las caderas, gritaba en off, pues en medio de aquel ruido no se podía oír su voz... Rugidos, vasos rotos, botellas volando, mujeres subidas sobre sus parejas y viceversa..., el caos, la degollina, las explosiones del Vesubio, Krakatoa, Enola Gay, el éxtasis...

...Huída de Nomeolvides..., la ruta funcionó. Había ahí un carro con el motor prendido que arrancó a toda carrera apenas ella se subió con aquel traje de puta anticuada...

El chofer la dejó en casa sin decir ni una palabra. Ella se bajó del carro, entró a la casa y corrió de puntillas hasta su cuarto. Entró, cerró la puerta con llave, pasó al cuarto de baño y se quitó toda esa ropa la cual dobló cuidadosamente para guardarla muy bien después.

-Esto ya es vicioso, tengo que frenarlo, mi Mamá tiene razón. Ella sabe algo y me lo va a decir- murmuraba para si misma recostada en su cama sin pizca de sueño.

Coño, señor Gustavo, estaba pensando que menos mal que no vino Octavia, porque el cuento estuvo rudo hoy.

No se preocupe por lo que yo diga o deje de decir estando o no su señora o la que sea, porque yo no soy tan bruto, ni su esposa es tan frágil. Usted debe saberlo.

Bueno, bueno, lo que sea, pero me dice de una vez por dónde vienen los tiros del cuento de mañana porque si no, no la traigo más.

Mire, mi amigo. Yo no sé por dónde vienen esos tiros que usted dice, lo que sí sé es que a su esposa no la trae ni la lleva ni usted ni nadie… Y no se ofenda porque es una atención que le hago a ella…

No, no me disgusto, porque usted tiene razón… Buenas noches, don Santos, y ya sabe: no busque eso, que eso lo encontrará a usted ¡jajajajá!

Buenas noches, pues.

viernes, 21 de noviembre de 2008

CAPÍTULO ONCE, QUE ES EL DE LAS COMPLICACIONES.

DESPIERTAN TODOS.

GARAGE LLENO.

Caramba, mi amor, caramba…, no te asustes, no voy a cantar… Es que me pongo a pensar en que el señor Gustavo me ofreció cuando lo conocí, contarme una historia que pagaría con largueza el vaso de ron que le brindé esa vez y mil más. No sé cuántos vasos de ron lleva, pero a juzgar por los siete u ocho que se echa por capítulo, no lleva los primeros cien de los mil y un vasos de ron que me va a costar el cuento este.

Bueno, tampoco hay que preocuparse demasiado por el costo, porque ponte a ver: un libro de, digamos, unas doscientas páginas y de una editorial solidaria pero sin exagerar, puede costar más de diez veces lo que costarían un millón de botellas del bebedizo ese que venden por ron en la taguara del señor Santos. Yo que tú ni me preocuparía por eso.

No, me expresé pésimamente. Lo que estaba calculando era más bien el costo hora hombre, porque llevamos más de una semana asistiendo al espectáculo del cuenta cuentos este y no llevamos ni cien roncitos. Calculo entonces que nos vamos a echar como medio año en este proyecto, y eso, en horas hombre, es una fortuna…, la verdad…, el ron entra en la ecuación como consumible…

Sí, y además lo puedes considerar un gasto reembolsable a juzgar por lo que devuelve al día siguiente ¿no?

Requete reembolsable en bolsa por bolsa, en más de un modo. Pero la verdad es que el cuento está interesante… Y no, no me inquieta lo relativo al paso de nuestras niñas a adolescentes.

Esa sí que es una gran sorpresa para mí. Yo pensé que te esmerarías en conseguir un par de docenas de excusas para angustiarte y hasta agarrar un lumbago de campeonato.

Bueno, sí, el asunto de la exploración sexual, de las enfermedades, de los embarazos indeseados, de los desengaños, el manoseo y todo lo demás…, no sé, imaginar a mis bebecitas en esa vaina claro que me angustia… Pero ¡buéh! ¿qué coño voy a hacer? Y algún día hasta yo tendré nietos y espero que no sean por cosas de Spallanzani…

Sigo sorprendidísima, imagínate que llegué a pensar que dejarías de querer asistir al bar de la esquina, que empezarías a darle la vuelta a la cuadra al revés para no encontrarte con el señor Gustavo…, en fin…, no sé, que no querrías escuchar sobre el tema…

Mira mi amorcita, no te pierdas, el señor ese está hablando de otra gente. El cuento es sobre un grupo bastante rarito…, tienes que estar de acuerdo conmigo que no te imaginas a ninguna de las dos carricitas nuestras masturbándose con una moto…

Visto así…

Por cierto que ya va siendo la hora de ir a nuestro encuentro diario. No sé si ir, o saltarme este día. Estoy con ganas de descansar más bien. Tú qué opinas.

Nada, que vayamos cerrando esto más bien y nos vayamos a ocupar nuestra mesa, mira que hay más gente interesada y ¿no notaste lo lleno que se puso el bar ayer?

Es verdad. Vámonos. Pero esto ha sido una redoblona seria. En lo que pase la temporada nos vamos aunque sea una semanita de vacaciones.

Claro. A donde tú quieras, menos a Choroní.

¡Santas y buenas noches a todos los presentes y ausentes! ¡bienvenidos a este tugurio de trigésima categoría! ¡se hace lo que se puede! ¡adelante! ¡adelante!

¿Qué le pasa señor Gustavo? ¿qué bebió?

Aun nada, pero ya llegaron mis mecenas y así mis cenas están cargadas de espíritu que podría ser mejor, para qué negarlo, pero hoy no me voy a quejar porque estoy contento: siéntense mis buenos señores… Señor. Señora, bella señora. Pasen a esta punta de muelle y que buen santo los alumbre, porque lo que soy yo vengo prendido desde ayer noche, sin exagerar.

El señor Gustavo está más exuberante que de costumbre ¿eh? Pero hablemos en jerga arrabalera para que la gelatina de basalto con guano encima nos siga por estos caminos narrativos…

A callarse la jeta todo el mundo. Usted también, rata de muelle. Que voy a empezar: Si no perdí la cuenta de los días en este cuento que nos ocupa, este amanecer corresponde allá a un lunes perfectamente laboral, además.

Con todo el fastidio del caso, han de dejar sus camas calienticas para cumplir con los respectivos deberes de rigor mortis por cosas de la ocupación… Y es así como ocurre que Sabina sale del asiento de atrás del automóvil de su padre rumbo al cuarto de baños para hacer lo que hay que hacer en las mañanas antes de salir de casa, incluyendo la sentada en el trono para dejar salir lo que quede del festín dominguero. Y si no se acuerda de que la carajita dormía ahí, el peo es suyo…

Nomeolvides abre los ojos, comienza a recordar, piensa en su madre y acto seguido enciende la música para interferir las señales tal como hacen los de la KGB en las películas. Ella sabe que con toda seguridad esto no sirve de nada (también los de la KGB esa) pero es mejor hacerlo por las dudas.

Victoria les informa a todos que ya se despertó y que tiene hambre, mucha hambre. Los alaridos son entre tiroleses y Treblinkeses (melismáticos todos)..., se oyen murmullos, tintineos, más alaridos que se van convirtiendo en unos balidos, más murmullos y tintineos y luego silencio... “Lograron meterle el tetero en las tragaderas al pequeño monstruo”…

Atalayo abre los ojos, mira a su lado: y ahí está la protuberancia habitual. Todo parece estar en su sitio, él tiene ganas de mear, más que ganas, si no brinca de la cama, se mete en un lío. Brinca y en menos de un segundo está en el sitio preciso para desalojar toda esa humedad...

¡Aaahh!!! Me salve una vez más.

Usted, el de allá, sí, usted. Yo sé que se está riendo orque esa vaina le pasa todas las mañanas ¿no? Solo que a veces no llega a tiempo y…, sí, eso: mejor deja la bulla… ¿sí? Entonces puedo continuar en cuanto me llenen el vaso porque necesito equilibrio y combustible.

Atalayo se duchó y lavó, se vistió y calzó, se fue para la cocina a preparar el café...

Llevo tres días consecutivos haciendo esto, y pensar que tenía un par de lustros que no lo hacía ¡La vida si es rara!

¡¡Señor Atalayo!! ¿pero qué hace usted en mi cocina? ¡siéntese, que ya está listo todo!! ¡Yo le sirvo, no se ocupe en nada!!

Así le gritó Bola Ocho, la señora de servicio a Atalayo quién soltó todo y se sentó mansamente.

Claro que Bola Ocho no es el nombre de ella, baquelita con detergente, pero así le puso Nomeolvides cuando la vio por primera vez, hacían ya más de quince años y nadie ya la volvió a llamar por su nombre.

La señora Bola Ocho, como podrán intuir, era morena, bueno, un poco más que morena. Inclusive un par de puntos más que ese que está detrás de la barra… Gorda..., redonda pues, bajita y tetona. Si agarran la bola ocho del pool y la ponen con el ocho de forma horizontal y se la imaginan con cabeza y extremidades, sabrán por qué Nomeolvides le puso así.

El caso es que la señora en cuestión tenía ya tantos años trabajando de servicio en casa de los Paredes Rojas, que casi igualaba la autoridad de la señora de la casa. Si no la tenía no era por falta de carácter sino porque nadie en el universo, salvo dios si es que existe, tenía más autoridad que Bombi Softail. Por eso, era la única persona que gritaba a todos en esa casa: al señor, a los muchachos, a las muchachas…, y le ronroneaba a la señora.

Hasta donde Atalayo sabía la señora Bola Ocho había nacido para el mundo en la costa centro occidental del país hace una cantidad indefinida de años, en un pueblo donde las mujeres normalmente trabajan, paren, engordan, trabajan, paren, engordan, trabajan, paren, engordan, trabajan, paren, engordan, hasta que no pueden realizar alguna de las tres funciones y se mueren.

Los hombres de ese mismo pueblo (y de este) en cambio, se emborrachan, bailan, cantan, duermen, preñan, se emborrachan, bailan, cantan, duermen, preñan, se emborrachan, bailan, cantan, duermen, preñan, se emborrachan, bailan, cantan, duermen, preñan, hasta que de igual forma algo les falla y solo se emborrachan... Claro que algunas personas rompen el círculo y varían la mezcla a su gusto, es decir, preñan primero y duermen después, o cantan y se emborrachan, o cualquier otra combinación de lo mismo.

Pero había otro tipo de personas que emigran del pueblo hacia las ciudades con más o menos suerte y de este tipo de gente es nuestra querida Bola Ocho.

Ella se había cansado de su borracho, decidiendo verlo una vez al mes nada más, se vino a probar suerte y resultó dueña y sub-señora de un caserón, tres hijos (además de los seis paridos por ella misma) una especie de sub-esposo sin derecho a cama, y una “alter ego” menos oscura de piel con la que compartía el cetro.

Carácter tiene de sobra, pues levantó a su marido y a sus seis hijos, de hecho, el hijo mayor de ella es ya empleado de la nómina mayor de la funeraria pues está a cargo de la contabilidad; tiene su esposa (que no le permite visitar a su madre, ni ayudarla económicamente ni nada) y un hijo pequeño que salió “café con leche”, donde su madre es la leche.

La ausencia de su hijo no molesta para nada a Bola Ocho ya que nunca recibió ayuda de ningún hombre, ni nunca la esperó. No le teme a nadie. Salvo a Bombi Softail de quién parece pensar que es la representante terrenal de alguna diosa bantú y por eso trata de mantenerla contenta haciéndole una pequeña ofrenda periódica que es aceptada con elegancia graciosa…

El caso es que ella, y solo ella, es la encargada ama y señora de las áreas de faena del caserón de los Paredes Rojas (área de faena es dónde lo hicieron a usted, para que se vaya ubicando en el mapa de la casa, tizón apagao) Además, como dijimos, comparte el resto de la casa con los demás.

Esto excluye la cocina...

¡Ya vi el despelote que me dejaron por toda la casa! ¡alguien estuvo revolviéndome todo en la cocina! ¡los cuartos hechos un nido de arrendajos!¡la ropa interior sucia toda regada! ¡Nomeolvides encontró novio otra vez! ¿será igual de pendejo que el último? ¡los del anexo ni han lavado los teteros de la criatura! (“A quién coño se refiere esta vieja loca? ¡Ah, a mi hijo y su esposa, si es verdad que se casó!”) (este Atalayo) ella se negaba a aceptar que hubieran dos familias en la misma casa. Eso no lo hacían los ricos, la gente bien, de buena familia. Eso son cosas de gentes de pueblo o del barrio (o de muelle) ¡Cada vez que doy la espalda es lo mismo, por eso no quiero tomar días libres ni nada!.

Decía todo esto mientras servía el café junto con un desayuno magistral con la cantidad de calorías exactas, con el balance perfecto de fibras y grasas, y en las proporciones justas.

Ordenes de la presidencia.
Atalayo escuchaba sin oír mientras tomaba sus alimentos cuando vio salir subrepticiamente a Nomeolvides por la puerta lateral, pasar rápidamente bajo la ventana de la cocina, salvar de tres zancadas el espacio entre la casa y el garaje, abrir el candado y la puerta, colarse dentro y cerrar de nuevo.

Atalayo arrugó el ceño y empezó a incorporarse para ir a averiguar lo que sucedía cuando sonó una extraña explosión dentro del garaje que no era el encendido del “Mercury”, se abrió el portón, salió Nomeolvides vestida de motorizada no dentro del “Mercury”, sino sobre una moto que él no había visto jamás. Cerró ella la puerta, puso el candado, y salió disparada dejando ruido, polvo y humo...

Todo esto antes de que Atalayo diera un paso.

Bombi Softail apareció en la cocina y dirigiéndose a los dos que allí estaban dijo: El nuevo novio de Nomeolvides…, y se sentó a comer.

Atalayo y Bola Ocho se quedaron a la expectativa esperando mientras Bombi Softail saboreaba la copiosa comida.

No, no es que la moto sea de su nuevo novio, la moto es el nuevo novio…, agregó al descuido y después de un rato como para disipar dudas.

Bola Ocho salió de la cocina haciéndose cruces por todo el cuerpo y mascullando algo ininteligible. Siempre hacía eso y nunca se supo si era por la barbaridad que escuchaba o por que no se acostumbraba a que le contestaran lo que estaba pensando.

Tú si que tienes vainas ¿cómo es eso de que su novio es la moto? ¿y el carro? ¿qué está pasando aquí?.

Lo que oyes, y no estoy clara del todo con el que sea la moto su novio o solo su amante. Siguió diciendo ella con naturalidad. Pero tiene su lado bueno pues nos podemos despreocupar de un embarazo antes de tiempo y de cualquier “ETS”.

¿Ves? De eso estábamos hablando hace un rato…

Que no me interrumpa, diablo. Ni siquiera a usted le acepto una interrupción hoy…

…A menos de que sea para servirle más ron ¿no?

Mi señora ¡usted siempre tan oportuna! Eche más ron en ese vaso entonces y déjeme seguir antes de que me enfríe…

¿A ver?

Ah, sí:

Atalayo no entendía nada como de costumbre, pero no sabía por qué, aquello no le daba risa.

Explícame chica, que no entiendo ¿qué hace ella con esa moto? ¿de dónde la sacó? ¿por qué tu dices eso?.

Bien, te lo puedo explicar, pero no es éste el sitio ni el momento para hacerlo. Habrá que esperar a la tarde, o poner en uso de nuevo la habitación privada del depósito. Mientras, no te preocupes por eso, que no es para nada grave.

La explicación no convenció mucho a nuestro amigo, pero “si ella lo decía, ella sabría”...

Sabina entraba en la cocina para desayunarse al mismo tiempo que sus padres terminaban.

Atalayo se puso de pie, le acercó una silla, la ayudó a sentar y le sirvió la leche. Era una costumbre que le había quedado a él desde que ella era pequeñita y no se había dado cuenta de que ya no le hacía falta.

Ella lo aceptaba con resignación pensando en que tal vez, después de que ella se independizara y se fuera de casa se vería libre de tomar leche en las mañanas, cosa que además de repugnarle le llenaba el estómago de gases. Pero por lo pronto lo soportaba más por el bien de su Papá que por el suyo propio.

¿Qué pasa aquí? ¿Electra le cambió el escape a su Shovelhead? comenzó a preguntar.

No, es tu hermana que salió con su nuevo novio—le respondió Atalayo, como quitándole importancia al asunto.

¿Tan temprano?

Aquí hay que hacer una salvedad, una aclaratoria: Atalayo nos ha venido pareciendo un completo “bueno para nada”, pero no es así. Seguro. Lo que pasa es que no aprobó nunca su examen final de convivencia, todo por no sé qué asunto de una disparidad de ciclos.

Parece que cuando hubo el cambio de frecuencia en el planeta, él no estaba poniendo atención y se perdió más de un detalle.

Bueno, pero sabía cosas que a otros se le escapaban, por ejemplo siempre supo la diferencia que había entre una “Totonaca” y una “Zapoteca”. Nunca se confundió en eso.

También, por ejemplo, sabía muy bien que un geosinclinal cuaternario podía originar el afloramiento de una anfibolita pegmatítica tronhdjiana ultra básica, que no había que confundir con las ígneas cretáceas ácidas... Muy importante...

No, no era un “bueno para nada”, era un “bueno para todo”… Una vez que aprendía el oficio.

Claro que había que explicarle muy bien sin saltarse nada, lentamente, y varias veces.

Por eso se le daban bien los “Do it your self” y esas cosas: había construido mesas para Samovar, boosters de ondas para radios de galena, modelos a escala de buques negreros con todos sus detalles internos, una maqueta de Pompeya bajo las cenizas del Vesubio (esta fue muy fácil, pues estaba hecha sin escala), formuló inclusive un limpiador líquido para tesoros hundidos mientras permanecieran estos bajo el agua. Donde fracasó fue en la comercialización del producto pues no contó con los sistemas para los efectos especiales de la industria cinematográfica que mostraban, sin necesidad de que el espectador se mojara, tesoros más vistosos e imponentes que los reales solo con el uso de las computadoras y unas horas de estudio de grabación.

Había también, por supuesto, construido el Low Rider.

Y si nos ponemos a ver, eso de ser Papá tampoco le ha salido mal del todo. Basta con fijarse en que la hija mayor le salió solo con problemas de atención y con gustos sexuales más bien mecánicos...

El varón, ¡que buena mujer es ese hombre!!! Bueno, no del todo, por lo menos no tiene la voz atiplada y prefiere las gordas que los gordos, eso ya es algo.

Y Sabina, bueno, ya conocemos a Sabina... No, no la conocemos, nadie la conoce, por lo tanto a esta no la podemos criticar y eso también es algo. Aunque de esta última sabemos que conoce el truquito ese que usa su Mamá para contestar la pregunta que otro formuló en su mente y que es una genio autodidacta con eso de los programas de informática.

Pero esta acotación era para Atalayo así que sigamos con él: es claro que el tipo sufre una especie de proceso evolutivo estacionario cuyo círculo solo puede ser roto por influencia expresa, intrusiva, invasiva, directa, violenta, reiterativa, insistente y sistemática de algún factor humano que no sea él mismo: su esposa. Esto lo digo porque no parece inmutarle ni los libros ni la radio o televisión, ni el periódico, ni cualquier medio indirecto de los que se sirve el ser humano para propagar su pensamiento; solo otro ser humano directamente, persona a persona y si es cuerpo a cuerpo la cosa mejor que mejor. Pero me dirán que si esto es así ¿cómo es qué se le dan tan bien los “Do it yourself”? -Pues sí se le dan, pero no aprende nada de ellos, solo pasa el tiempo para no tener que estar entre los demás oyendo cosas que no alcanza a entender del todo y encima teniendo que contestar coherentemente.

De habérselo propuesto su esposa él podría haber sido muy buen ejecutante de música con destreza para un sin fin de instrumentos dispares por no ser capaz de habituarse a ninguno. No sé si eso se llama autismo o algo así pero yo lo llamaría “concha gruesa e impermeable con cerradura especial y la única llave en manos de su mujer”.

Sigamos con el cuento.

… Sí, puede parecer raro pero ya sabes que en esta casa nada es verdaderamente raro en realidad, atajó Atalayo apelando a su manual personal de respuestas preconcebidas para todas las ocasiones. Esta era una de las de la sección de respuestas de gala.

No Papá, perdóname, pero esto sí que es raro en verdad. En todos los años que tengo viviendo con esta familia jamás Nomeolvides había dejado la casa para nada antes que nadie y mucho menos montando sobre su novio estruendosamente en plena calle y con esa pinta de antro “masoca”… respondió la niña con expresión preocupada.

“¿Masoca? Debe ser un término nuevo de esos mal pronunciados que usan los chamos ahora y debe querer decir alguna cosa referente al maíz. No sé a que viene pero mejor ni pregunto”.

¡Esa Nomeolvides si que tiene bolas de verdad!! ¿cómo se le ocurre salir a todo dar a esta hora? ¡ya me despertó a la bebé, y yo que quería dormir tarde hoy!!. Este fue HD que apareció despeinado, con la pequeña Victory en brazos armando su berrinche matinal.

Detrás venía Electra de bluejeans y camiseta sin mangas calzando sus botas de suelas claveteadas. (“Es que no me acostumbro. Sí es verdad que HD se casó”) Llevaba el cabello recogido en dos crinejas bajas muy apretadas el casco y los guantes ya puestos. Si no hubiera sido porque la ropa le apretaba más de lo que parece resultar cómodo y sensato, y que bajo ella no llevaba lo que se suele llevar debajo (como sea que se llame cuando son de ese tamaño) y que era más bien obviamente protuberante este detalle, se le hubiera podido confundir con algún galo fuerte y pelirrojo, bajo de tórax, natural de Le Conquet, y más o menos del cincuenta y dos A.C.

Ella murmuró algo a modo de saludo, tomó su café negro y sin azúcar en pie, murmuró otra cosa para la despedida y salió rumbo al garaje. Poco después se escuchó el “pof-pof” ensordinado de su Electraglide y se alejó rumbo a su sitio de trabajo… Creo que no había mencionado el oficio de Electra, no, no lo dije… Ella es la jefe de almacén de la funeraria. Es la encargada de recibir las urnas, revisarlas, almacenarlas, actualizar las existencias y todo lo que debe hacer un buen jefe de almacén, según dicta el “programa”.

Trabajaba allí ya antes de que se conocieran Electra y HD. Allí la vio él por vez primera, no pudo evitarlo pues iba a entrar al estacionamiento del personal en una época en la que el portón de entrada estaba funcionando mal y hacía falta la fuerza de un par de porteros gorilones para abrirlo, justo en el momento en el que él llegó y se disponía a bajar del Panhead para abrir la inmensa puerta iba saliendo un camión del almacén y la puerta se abrió ante sus ojos, él entró, salió el camión y se cerró la puerta tras él. “¡Coño, las cosas mejoran, no solo repararon el portón si no que le pusieron motor...” pensaba justo cuando le preguntaron que si por ser hijo de los dueños podía parar su mini moto donde le diera la gana...

… ¿Mini moto? ¿qué demo...?... empezó HD justo para interrumpirse como atragantado al ver pasar a esa montaña de mujer... Como un petrolero navegando al lado de una lanchita deportiva.

Ella pasó junto a él sin siquiera mirarlo muy atareada y atenta a los papeles del embarque que acababa de recibir.

Él intentó buscarla y sacarle conversación pero no la volvió a ver. Fue mucho después de eso que se encontraron en la fiesta en el bar del moto club y sucedió todo lo que ya les conté, y aprovechen la palomita para servirme mas caña porque lo que soy yo ya estoy seco… Y por cierto, sírvale a los anfitriones también, no sea que se me enratonen y les de por irse a casa, miren que tengo los motores a punto…

… Pues bien, les contaba que ya ella (Electra) había trabajado con éxito en una floristería como jefe de despacho. Era la encargada de recibir los pedidos telefónicos (lo hacía muy bien y los clientes quedaban tentados a enviar un ramo de rosas rojas a ella también confundidos por su ronroneo al aparato) pasar los encargos al florista y luego de confeccionados los ramos los enviaba con los mensajeros.

Dejó el oficio porque el florista siempre se quejaba de que con ella ahí obstruyéndole la entrada de la luz natural él no podía trabajar a gusto. Como el sitio que quedaba disponible era dentro de la nevera de las flores y ya hemos dicho que ella no usaba ropa interior esto provocaba los comentarios más desagradables de la clientela femenina por las dimensiones perennes de los pezones de Electra. Se cansó de esto las habladurías, y lo dejó.

Es traductora diplomada, había trabajado en eventos donde esta profesión se ejerce de modo simultáneo con el que habla. También cambió de trabajo por no sé qué asunto de negarse la ONU a agrandar las cabinas de los traductores. Así es la vida: los de arriba no quieren nada con los de abajo…

Fue Somelier… ¿somequé? Hay que ver las pendejadas que usted inventa para venir a escupir aquí, claro, como lo que viene para acá es puro ignorante… No sea tan bruto, coño… Señora Octavia, explíquele a este ceporro lo que es un somelier. De repente y mejora el servicio aquí viendo que hay algo más en la vida que este rancho de muelle tan lejano al mar… Pues sí, señor Santos, un somelier no solo existe, sino que es un especialista en vinos que trabaja en… No, no me diga más, que me basta con que exista…, siga contando y haga como que yo ya me fui… A ver si se va de verdad y esta noche le sale gratis a mis amigos y mecenas aquí presentes… Bueno, si así es la vaina, esta noche invito yo… ¡coño! ¡esa es buena! ¡Traiga entonces el ron del bueno para celebrar!... Está bien, pero siga contando… Les contaba de Electra que trabajo de somelier en un restaurant de mucho lujo pero la clientela tampoco se acostumbraba a recibir las sugerencias de una especie de vikinga achispada. Además se le dificultaba el circular con soltura entre las mesas así como enfundarse dentro del reglamentario traje de etiqueta. Dejó este oficio con pesar y con el récord de recomendaciones impoluto pues jamás recibió queja alguna de ningún cliente. No sabemos si fue por sus aciertos o porque nadie se atrevió nunca a contradecirla.

Junto con una amiga muy emprendedora pusieron una línea caliente de esas que llaman “ochocientos porno”, pero en breve se hartó de lo poco original de las solicitudes masculinas que ya la hacían sentir como quien reza una letanía o un mantra. Mantuvo el negocio mientras reunía la amiga el dinero para comprar su parte del negocio y también dejó esto.

Su propio padre la contrató un tiempo para que le ayudara en la importadora, pero le resultaba incómodo tratar sus negocios turbios bajo la mirada inquisitiva de su hija y esto no era por algún tipo de conflicto moral, la cosa es que siempre le pareció que su hija estaba a punto de darle unos coñazos. Intentó entonces con la finca de ganadería pero las vacas al verla se negaban a dar la leche, los quesos no cuajaban, los vaqueros comenzaban a ir con cuidado y bajaban el rendimiento. Además de que la motocicleta se le ensuciaba mucho en el camino. Dejó esto también.

Luego vio un anuncio en la prensa que solicitaba personal para trabajar en una funeraria y acudió como por no dejar. Allí se entrevistó con el jefe de personal, cargo que desde aquel entonces ya era del hijo de Bola Ocho (Paco Montaño del que hablaremos largamente luego, quién no se graduaba aun de contador público ni mucho menos había hecho sus post-grado aunque ya contaba entre sus amistades con cualquier clase de extorsionadores, recuperadores, aguantadores, falsificadores, abogados y policías por supuesto) Él la entrevistó y le otorgó el cargo de inmediato.

Nunca se supo tampoco si fue por las credenciales presentadas por ella, o porque le amenazó con darle una paliza si no la contrataba. De todos modos ella se desempeñó bien acarreando los cadáveres primero, almacenando urnas después.

Ahora, después de casada con el hijo de los dueños y madre de una heredera del emporio fúnebre había recibido ciertos beneficios como fue el de un horario laboral elástico sin mengua en el salario. Trabajaba desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde hora en la que se iba de vuelta a casa para intentar cuidar un rato a su hija, aunque esto no se le diera muy bien mientras HD salía a su trabajo en el bar.

Él trabajaba de tres de la tarde a diez de la noche, cosa totalmente falsa además, por cierto. Su rutina consistía en abrir el bar, recibir y pagar a los proveedores, seleccionar, contratar y coordinar el personal de mesas, organizar los distintos motivos de las fiestas (ya se sabe: que si la noche de las franelas mojadas, la noche de los pantalones aceitados, la de la guzpatarra motera, y ese tipo de cosas) atendía la caja y las cuentas, el pote común de las propinas, y cuando el sitio estaba muy lleno también la hacía de mesero.

Su plan era el de reunir el dinero suficiente como para abrir su propio bar, porque el espécimen que tenía por jefe, el dueño del bar que era un ser a medio camino entre Willie Nelson y el Manitú, que más daba miedo y asquito que cualquier otra cosa no le producía confianza.

El tipo es una medusa gigante, con cabeza de arpía, piel de serpiente cascabel, aliento de laguna de oxidación, mirada miope, de muy mal vibre, -¡ah! y chaqueta de cuero negro- (Bueno, para que se lo imaginen, agarren a Jabba, el gángster de la guerra de las galaxias, le ponen una peluca de indígena nativo americano con coleta y todo, una chaqueta de flecos, y bigote con perilla a lo general Custer).

El tipo no hablaba, solo hacía señas y emitía unos extraños sonidos cómo de contra enchapado viejo que se va quebrando, los que le entendía lo hacían porque habían bebido lo mismo que él. Ya se podrán imaginar que un personaje como este no es el más indicado para ofrecerle una sociedad mercantil.

Dicen de él que una vez estuvo casado con una cantante de música de protesta, en los tiempos en que el bar estaba nuevo. Que inclusive tuvieron un hijo, o una hija, nadie lo recuerda ya. Pero la cantante era una hippie de buena familia. El padre, de esos que conocen su árbol genealógico más arriba del doble chozno. La madre, de esas que vienen del extranjero, cuyos padres llegaron a estas latitudes huyéndole a las guerras de allá; muy linda, sin un céntimo pero con mucho mundo recorrido, ideas “distintas y brillantes”, todas “brillantes”, de esas que brillan tanto que nadie las puede mirar de frente.

La hija (única) les sale contestataria, izquierdista, autodenominada revolucionaria, casi jacobina, de las que parecen estar molesta con todos todo el tiempo y desaprobar inequívocamente a todo aquel que no coma alfalfa; ella se viste con ropas de reminiscencias hinduistas, se amarra el pelo con sus propias crinejas y una corona de flores, anda con una guitarra debajo de un brazo y el mapire con el incienso debajo del otro, se cambia el nombre que tiene (Susana, o algo así. Sí, Susana Miranda Falkenhagen, la madre es bisnieta del muy célebre) por uno en sánscrito que traduce algo como “Saludo el resplandor del primer lucero de la noche que ilumina tu sonrisa cuando cantan los sapitos del estanque” (pero que en el sánscrito ese suena parecido a “stand-by”, o “sun-bay”), andan cantando por ahí contra todo lo que tenga algún orden en tonalidades menores, pero con acordes de “folk” anglosajón (hay gente así. Palabra) para dar mucho efecto de sensibilidad inclusive arrojó en una época pintura sobre los abrigos de piel; le mete al loco y por llevar la contraria se casa (bueno, no se casó pues no sería acorde con su rebeldía) con este engendro (bueno, primero fue solamente el usual concúbito pero con el tiempo lo legalizó como para no dejar lugar a la duda. Admito que esto de legalizarlo es una mera figura para evitar explicaciones profundas. En realidad fue una ceremonia privada y oficiada por uno de los habituales vestido de anti-sacerdote). Sostiene la situación mientras su ego la obliga y la familia le lleva la contraria pero en lo que se descuidan desaparece ella totalmente de la faz de la tierra para no tener que justificar nada.

Y eso fue lo que le pasó a Pietro Ergastolani, que así se llama el dueño del bar.

Cuentan los viejos del lugar, los que todavía quedan por ahí, que él se vio envuelto en un asunto oscuro del secuestro y muerte de unas quintillizas ninfómanas muy famosas en su época por haber montado el más famoso lupanar del continente (opinión de los conocedores del género, que yo no sé nada del tema) cuyo principal atractivo era el número de Drácula, bueno, del vampiro.

Mire, señor Gustavo, con el mayor de los respetos: si yo estoy brindando las rondas esta noche, lo menos que puede usted es echar el cuento de manera que entendamos todos. Ande, no sea repelente, eche el cuento con palabras normalitas y todo ¿puede?

Bueno, voy a intentar porque la regla de oro es que el que tiene el oro hace las reglas. Pero no se haga muchas ilusiones…

Sí, estaba por contar lo del numerito de circo prostibulario… El asunto consistía en que te metían al cuarto de los espejos en la cama con una de ellas, y en las otras cuatro imágenes faltabas tú... O más asombroso aun, estaba otra persona... Estas quintillizas, junto con el Ergastolani, y algunos más eran seguidores de los escritos del reverendo Crowley y las misas eran celebradas en los sótanos del bar que en aquellos días era el lupanar, con el librito de LeVey por guía (cosa que ignora HD, y que yo no le conté porque nunca me atreví) Las misas las oficiaba cualquiera de los machos presentes y en ellas se desfloraba una virgen.

Por esto les resultaba bien aquello de ser quintillizas, porque así se los cosían por turnos y como quiera que las misas esas se celebraban solo en luna nueva daba chance a que cicatrizaran bien y les volviera a doler y todo no teniendo que desvirgar siempre a la misma… Muy prácticos ellos, así no molestaban a nadie con sus cosas, ya se sabe: vive y deja vivir.

El caso es que una de las quintillizas consiguió un novio respetable que consentía en casarse con ella si esta se dejaba la cosa remendada, ella así lo hizo y desde entonces el negocio fue decayendo... Precisamente, la esposa de Ergastolani escapó después de uno de esos ritos, que ella nunca aprobó, porque no logró imponer la sangre de soya, dicen…, buéh, así es la gente…

Luego vino el terremoto aquel que tumbó la mitad de los edificios de la ciudad cegando la salida del sótano aquel justo a la hora de mayor concurrencia, dejando presos en él a todos los que asistían al evento.

No me quiero imaginar como lo pasaron ahí dentro pues solo tenían para comer los hongos fosforescentes que crecían en las paredes húmedas, el agua que perdía la tubería de las cloacas, la cera de las velas negras, a ellos mismos, y una lámpara de luz ultravioleta.

De allí solo salió Ergastolani (que se sepa) muchos meses después del terremoto. Le recluyeron en un hospital, luego en un psiquiátrico y a la cárcel después. No hubo modo de que respondiera al interrogatorio, nadie pudo entender lo que él decía. En cuanto cumplió su condena (y los cancerberos dieron gracias al altísimo) la cual no fue muy larga porque no se encontraron los cadáveres, regresó al lupanar, burdel, perdón…, lo reconstruyó lo mejor que pudo (no tenía problemas de dinero porque posee un par de puntos en las empresas familiares cuyos estatutos no lo excluían por su condición de ex-presidiario dada la naturaleza de la empresa, la cual era una transnacional de la construcción. Y con la propiedad del inmueble tampoco tuvo problema porque lo primero que hace esta secta al configurarse es que todos sus integrantes redactan testamento a favor de los demás, así que el último que sobrevive queda con todo. Ya se sabe que se puede perder la vida, pero nunca las propiedades) y lo convirtió en el bar que es hoy.

Dicho bar ocupa la planta baja de un pequeño edificio de tres niveles en una zona decadente de la ciudad, digo decadente y es más que solamente una figura: el sitio completo está que se cae, por ahí solo funcionan algunas fabricas de dudosa producción, uno que otro local nocturno de muy alta peligrosidad, una iglesia evangélica del santo primigenio en los días del orto (o un nombre por el estilo), muchos edificios invadidos de indigentes, un estacionamiento público que es más un cementerio a donde van a morir los carros sin amo que nadie reclama y que el encargado ha convertido en su propia empresa de accesorios y repuestos “antiques”.

Hay también casas de pensión para “señores solos y señoritas de muy probada reputación”. En esta zona (que ya deben haber ubicado) está el edificio del que hablamos. En el nivel más alto vive Ergastolani con su gato de angora blanco impoluto y embalsamado, único recuerdo que le quedó de Susana la que brillaba y todo lo demás.

En el del medio funciona una textilera de un judío que hace copias baratas de ropa interior femenina de marca.

En la baja está el bar con sus dependencias y se sospecha que hay un sótano pues cuenta el viejito judío que cuando llega muy temprano en la madrugada a cuadrar las cuentas o a deslomar a las costureras otro poquito se oyen risas y gritos monótonos que nada tienen que ver con los ruido habituales de un bar, más parecen letanías en algún idioma que él no conoce. Claro que él solo sabe de polaco, de inglés, algo de alemán (por un retiro obligatorio que hizo a principio de los años cuarenta) y muy poco de español, lo justo para que no lo jodan con los documentos legales.

Bueno, pero no me voy a largar ahora a hablar del judío este que no tiene nada de interesante ¿hechos más resaltantes tal vez? –Llegó a este país a finales de los años cuarenta ya casado, comenzó comprando y vendiendo camisas que otros hacían hasta llegar a tener toda una cadena de tiendas que poco a poco convirtió en la casa de las pantaletas. Paga el alquiler muy regateado pero puntual; tienen un contrato que lleva años de redactado pero el condenado judío siempre regatea el pago. Tuvo tres hijas todas menudas, pelirrojas, pecosas y esquizofrénicas como suele ocurrir, se fueron a vivir a New York, y por allá se casaron. La esposa de él nunca aprendió a hablar el español pero siempre va al negocio. Una típica familia judía perfectamente disfuncional como corresponde. -En resumen: nada del otro mundo.

Y HD sueña con tener un sitio como este para él solo. Eso pasa por desear algo conociéndolo solo superficialmente. No es que él intuya toda la historia del sitio, pues de hecho no tiene ni idea, y que por esto es que le atrae el sitio. Hemos visto ya que existe gente que prefiere las cosas difíciles, oscuras y complicadas, hay gente así, pero no es este el caso. Ya sabemos que HD es un tipo tranquilo, extrañamente tranquilo. Supongo que si se enterara del bagaje del lugar se tele-transportaría de inmediato a algún confín de la galaxia. En una de estas me animo y hago que se entere para ver qué hace.

Sí, bueno, todo ese enredo del bar está interesante, pero ¿qué fue se Nomeolvides? Lo último que supimos de ella fue que se escapó temprano montada sobre su novio nuevo…

Señora Octavia, usted siempre tan precisa. Es verdad, no hemos hablado de eso pero Creo que seguiremos mañana, porque está como tarde ya ¿no? Además, si abusamos de Don Adoquín es capaz de no brindarnos más nunca…

Está bien. Será hasta mañana…

mirones

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Guiñol de la realidad verdadera pero de la que se percibe con el rabito del ojo, porque digamos que es más fácil así evadirse del engaño..., o algo por el estilo.