sábado, 13 de septiembre de 2008

Y OTRO CAPÍTULO

(¿cuántos van?)

UN PEDACITO DEL MISMO DÍA.

Muy bueno el cuento, muy emocionante, pero mañana hay trabajo, señor Gustavo. Aquí le dejo otro roncito pagado para que no se vaya con prisa porque es que nosotros tenemos que ir a atender a los niños. Ayer fue distinto porque Octavia estaba con ellos, pero hoy están solos y ni sabemos qué coño están inventando.

No se preocupe, vayan tranquilos y aprovechen el regreso tempranero porque los niños están bien y para cuando lleguen a casa se encontrarán hasta la cena hecha… No contamos con eso… Sí, sí, créanme… Quédense un ratico más, que me faltó una parte buena.

Bueno, está bien ¿no Octavia?... A mí no me preguntes que tú eres el que se está despidiendo, yo no he dicho nada y la verdad es que no tengo prisa ninguna. Cuente, cuente, señor Gustavo, que la cosa está interesante…

Ya oyó, ya oyó, siéntese, cállese, con todo respeto, y déjeme terminar de redondear el capítulo de hoy… Roncito, adoquincito, que ya no lo jodo con lo de negro para que no se moleste la señora Octavia.

Como le decía pues: Después de esto, silencio absoluto, recoger el reguero de la fiesta, ordenar los peroles sucios, darse las buenas noches, cada uno a su respectiva habitación y sin hacer comentarios: Davidson, una Electraglide muy cabizbaja y Victory dormida, al anexo que habitaban que había sido la habitación de soltero de HD con algunas ampliaciones y remodelaciones. La habitación “Winchester”, la llamaban sus amigos.

Nomeolvides, a su cuarto galáctico, a seguir bailando.

Sabina al carro del papá a meditar y a esconderse del peo que sabía que vendría.

Bombi Softail y Atalayo, al estudio para comentar lo ocurrido. ¿De quién fue la idea de hacer esta reunión? preguntó Atalayo en voz muy bajita, casi un susurro. No hagas ese tipo de preguntas, que bien sabes que no llevan a ningún lado. No es algo que se pueda evitar, son los padres de Electra y hay que socializar con ellos de vez en cuando, es lo que se hace entre la gente que es casi familia. Y además, yo me divierto mucho con el circo que resulta. Sabes que no abundan las ocasiones que me divierten.

Sí, había olvidado eso. Además, yo también lo paso bomba. Por lo menos después. Pero, ¿quién es Electra? Se miraron un instante y rompieron a reír. ¡Seguro que el borrachín impotente le va cogiendo el gusto al orine de “King´s road”!! Dijo ella con los ojos llenos de lagrimas de risa. Y Electra es la esposa de HD. Sí, se casó.

¿Entonces ya tu conocías ese truquito mío? Me preocupa ¿Quién te fue con el cuento? Davidson no ha podido ser, él no hace esas cosas. Sí claro, ya me acordé, Electra es la esposa de...

Dime una sola cosa de esta casa y de sus habitantes que yo desconozca, una sola. Supongo que sí, siempre que te lo recuerdo, terminas por... ¿recordarlo? Bombi con la sonrisa discreta y los ojos entornados se burlaba buenamente del despiste de Atalayo y él no se molestaba con ella porque todo era verdad y la verdad no ofende cuando está dicha con educación, claro, porque también están los maleducados que la dicen muy feamente escudándose tras una falsa ausencia de hipocresía que solo sirve para que se note que lo que son es tremendos patanes. Yo, por ejemplo, me dejé de pendejadas y me asumo zamarro patán y no le paro a las correcciones y así no tengo que pedir ni una solos disculpa verdadera, a menos que sea de verdad. Y no se confunda por esto que dije. Sírveme ese ron que me brindaron…

A Atalayo le dio risa: Cierto, eso también lo había olvidado ¿Qué sería todo eso de lo de Margarita? ¿Que pasaría allá realmente? ¿Tu sabías algo de esa amistad del viejo Pajarés con el Presidente? Y no te burles de mí, o sí, si te divierte porque a mí no me molesta. Sentro de un rato se me ha vuelto a olvidar.

Nada, que se fueron de luna de miel y se dieron la gran fiesta. Ella se hartó de finlandés y él de rumba travestido. Ella se mantuvo más o menos lúcida todo el tiempo y vio cosas que él no recuerda, tomó la precaución de guardar una profusa documentación al respecto, y ese asunto lo tiene agarrado por las bolas. Ella no dice casi nunca nada más allá de lo que dijo hoy, aunque parezca que ya lo va a decir. Eso mata de miedo al barrigón que por alguna razón, no hace nada... Y qué es lo que se te va a olvidar ¿la burla o lo de Electra?

¡Alguna razón, sí alguna razón!! Pero ¿cuál razón es esa? ¿cuál Electra?

Si los observas con atención, te será obvio, solo sal de tu burbuja..., y no me estoy burlando, pero es bueno que te acuerdes de que tu hijo se casó. Con Electra.

“Mi burbuja, siempre con eso” pensó Atalayo con tristeza. Dio las buenas noches y se retiró a darse una ducha para luego dormir. “Mañana es domingo, mal día, no hay trabajo, hay que estar en casa o peor, salir de paseo familiar... Además, ¿por qué no me invitaron a la boda? Claro, como yo soy un despistado... Nadie en esta casa me dice nada nunca porque para qué si a mí siempre se me olvidan las cosas...”

Y entiéndase, no es que a Atalayo no le gustara su familia, o no la quisiera, o algo así, el asunto estaba en que la mayor parte del tiempo no entendía lo que pasaba a su alrededor, no lograba entender a nadie y se aburría. Hacer una parrilla, pase. Salir a comprar algo, está bien. Reparar alguna cosa en casa, por supuesto. Ir a hacer algo de ejercicio, es razonable. Pescar o ver las estrellas con el telescopio, todavía. Pero pasar un domingo en casa sin nada programado, y ¡dígame! ¿un paseo con esta gente tan diferentes entre si? ¿con Bombi Softail comandando el pelotón?

No, prefiero limpiar el patio y bañar el perro. O ponerme a entonar el Low Rider... Sí, eso haré. Todo esto era rezongado voz baja. Se puso su ropa de dormir y se fue a la cama.

Pasaron unos minutos y llegó Bombi Softail, se sentó al lado de Atalayo, se inclinó sobre él y le dio un beso suave en la frente. Se miraron un momento y él notó algo completamente inusual (dado su poca memoria nada más) ella llevaba puesta una de esas cosas de tela casi transparente que dejan ver más que la simple desnudez. Había puesto algo de música, un blues desesperado, “Guess who” en versión de B. B. King, creo, pero yo no estaba ahí, claro...

Bueno, la cosa es que ella no solía hacer eso, es más, con él no lo había hecho de aquel modo nunca (a veces es muy bueno ser una persona que olvida todo, conserva más tiempo su capacidad de sorprenderse, y se aburre menos). El sexo entre ellos se daba exclusivamente de tres maneras (según recordaba, aunque esto no quisiera decir nada) y las combinaciones no imaginativas de estas tres maneras: una, se tomaban por sorpresa después de algún suceso detonante que bien podía ser el pago de la compra de algo grande o el resultado del balance de un mes muy bueno (aunque pensándolo bien, el detonante podía ser casi cualquier cosa...); otra, una vez que los chamos, los tres, se fueron a un campamento que organizó el colegio en un hato y se perdieron tres días, perdidos de verdad, nadie los encontraba... y se aprovecharon bien esos días... Hay que decirlo; la otra manera era la del golpecito mudo y mañanero, un poco flojo y sin diversión, como hace todo el mundo después de un cierto tiempo... ¿Pero así? ¿con ambiente? ¿con música? ¿Con unos traguitos? ¿De noche? ¿en la cama? ¡Jamás ni nunca!¡ eso no había pasado nunca, pero lo mejor era callarse y concentrarse en el asunto!

“No sea cosa que se arrepienta” Trató de no pensar Atalayo “Con esa manía que tiene esta mujer de saber todo lo que yo estoy pensando”.

La cosa se puso buena, ella se movía muy lentamente por encima de él sin quitarse la ropa, oliendo a perfume mezclado con alcohol y los olores propios del sexo. Parecía un animal buscando algo sin prisas. Tanteó, tocó, lamió, besó, sopló... ¡Coño, que atracón se pegaron el pana Atalayo y su linda esposa!! Y es que la Bombi Softail está más buena que... que, bueno, que todas las que he visto en mi perra vida... Pero esto no es nada, es que todo lo que tiene lo sabe usar bien, dosifica, estira, retarda, avanza, retrocede, reclama, quita, da... bueno, repito que yo no estaba ahí, pero tengo buena imaginación y así me gustaría que fueran las cosas ¿para que dar detalles? A los que alguna vez nos ha pasado esto, lo comprendemos, y a los que no, ni contándoles... Bueno, y no me culpen si puse ahí alguna palabrita de esas que se usan para sazonar... Así que pasaron un rato histórico, un hito; la vida se dividió en lo sucesivo en antes y después de ese polvo... Y no exagero... No me vengan con gafedades de que si el cuento es machista, que si así no son las cosas, que si esto me lo inventé yo…, no me salgan con nada de eso porque el cuento lo está echando un hombre y no una mujer. El otro punto de vista que lo ponga el interlocutor porque yo no quiero dar para más.

¿Los consuegros no querrán venir mañana a una parrilla que quiero hacer? Bombi Soltail se rió con picardía y le dijo que no porque él ya tenía planteado pasarse el día entonando el Low rider y eso era algo de la mayor importancia.

Él no se rió, pero la agarró por sorpresa y volvió a empezar. Esto no pasaba casi nunca, pero cuando pasaba, bueno, pasaba bastante bien. A fondo, hay que agregar. Y con lo de agarrar por sorpresa me refiero a eso, a que el segundo siempre era una sorpresa…

Mientras estos hechos inusitados se daban en los aposentos principales, en el cuarto de los viejos, quiero decir; en el anexo de los Paredes Pajarés tenía lugar un acto singular... No, nadie se masturbaba, es una manera de hablar... Perdón señora Octavia, pero es que soy un patán y no aprendí oratoria con Quintiliano. Me gustan las palabras, las malas y las buenas, las así llamadas porque todas existen… Lo que ocurría era que la inmensa Electraglide lloraba a moco tendido gimoteando y lamentándose de la vergüenza que sus padres siempre la hacían pasar, que ella siempre defendía a su papá porque él era un ser diferente, indefenso y solitario que no tenía a nadie en el mundo, porque ella, que era su hija, ni siquiera lo era de verdad. Siempre lo había sabido, era obvio, sus padres eran más bien latino-mestizos, normales…, no es un comentario más incorrecto que la verdad misma…, de estatura media y peso adecuado para ser gorditos y de edad más o menos mediana. Ella –Electra- casi alcanzaba los dos metros y rebasaba con facilidad los cien kilos. Con un abrigo de piel podía ser confundida con un “Grizzly” de ojos azules. De un manotazo era capaz de sacarle lagrimas a un poste de semáforos. Si miraba fijamente el cielo, las nubes corrían a esconderse. Si hasta las olas en la playa parecían esquivarla cuando iba a nadar. Pero no se podía negar que en su estilo era atractiva, tanto como lo es un “big monster truck”. Bella como un “V8” cromado y con sobre alimentador. Hermosa y cómoda como el “Low rider de Atalayo” y tan poderosa ¿qué tiene de malo que me parezca bella una gorda? No sea discriminador, pedazo de adoquin de turba pizarrosa, que usted…, mejor no le digo para no seguir echándole mierda a la mierda…

Y le digo al estilo peluchito que Davidson le acariciaba y trenzaba delicadamente la cabellera platinada natural de ella, la trataba con un cariño tal que se le haría cómico a un observador desprevenido, pero es que él la amaba mucho. No le importaba que le llevara algunos años, casi una cuarta de altura y unos veinte o veinticinco kilos además. No le importaba que ella tuviera esa apariencia de sofá de cuero blanqueado cuando la mirabas de reojo en el momento en el que ella se acostaba desnuda en el suelo para aliviar su dolor de cintura y meterle al yoga. Lo único que importaba era la inmensa ternura de ella, su exquisita manera de preocuparse por los demás, su profundo amor hacia él. Sí, eso era lo mejor. Un cariño tan realmente grande no se encontraba en cualquier parte, necesitaba un recipiente acorde, supongo. Además fue para él del todo inevitable enamorarse de ella desde que se conocieron en una fiesta con los amigos del moto club, bebiendo “Jack Daniell´s” sin hielo directo de la botella (este lo medio perdono porque se parece un poco al ron) y cantando a dúo “Born to be wild”, pateando borrachos burlones a golpes de tacos de billar... Una experiencia única, salvaje pero tierna.

Nunca olvidó Davidson la descripción que ella hizo al día siguiente sobre lo ocurrido la noche anterior. Ella dijo que cuando él entró a la fiesta, se dio cuenta de que él era el carburador sobre medida que ella quería poner en V2, y se puso en eso, no perdió un solo kg/m de su torquímetro en otra cosa esa noche... Fue lo mejor del camino y lo sigue siendo, la brisa en la cara, el rugido de su “fat pipe”, el olor de los motores, de los aditivos especiales... Sí, ella es única e insustituible. Grande, cómoda, tierna, ruda, resistente y hasta ahora siempre dispuesta... Apreciación muy masculina dentro de su carácter de peluche…

Aquella noche, sin darse cuenta perdido en sus recuerdos, Davidson estaba acariciando, ya no el cabello platinado de su querida esposa: estaba jugando con sus realmente enormes pechos a través de la franela negra que ella llevaba a menudo porque era la favorita de su esposo.

Era una franela con la imagen aerografiada de una imponente “V-rod” plateada y que las enormes ruedas coincidían con los pezones de ella dándole vida y movimiento al conjunto. Él se dio cuenta del nuevo estado que tomaban las cosas porque notó una protuberancia anómala en el caucho trasero de la imagen de la franela. Un pezón duro y erecto...

¡Coño, hora de la acción! Aquí queda un poco de la botella de Jack, y pongo el disco de Stepphenwolf porque aquí va a haber fiesta…

Bueno, lo que ocurrió a continuación fue algo muy normal: él y ella se gustan, se quieren y se desean, así que los detalle sobran pues a los únicos que les interesan los conocen bien.

Ya ella sabe como montarse sin romperle un hueso a él. Él sabe montarse sin hundirse en sus carnes movedizas, ni asfixiarse en sus excesos... Así que lo demás sobra.

Ya saben que de lado es difícil, no da el ancho y hace falta un cerro de almohadas. Tipo perrito cuesta una bola porque él no llega. Parados es totalmente imposible. La del misionero es peligrosa pero divertida. El salto del tigre es un vacilón, porque aunque no la pegue fácilmente, caer sobre algo tan suave es de lo mejor.

El potro loco parece más bien un rodeo con bueyes, con sombrero y todo. Divertido al máximo, como todo reto de ese calibre.

Pero lo mejor es ese aceite para masajes que huele a “Strawberry two-stroke motor oil”, es un vacilón de lo resbaloso que es, terminan metidos en no se sabe bien dónde ni de qué modo, pero bien satisfechos ambos...

Hubo fiesta esa noche y lo mejor fue que Victory no se despertó, y si lo hizo, nadie la oyó.

El rollo con los consuegros resultaba provechoso finalmente.

En la habitación de Nomeolvides había música electrónica mientras ella tomaba una ducha helada y bailaba bajo el agua. No pensaba en nada, casi nunca lo hacía, y si lo hacía procuraba no fijar el pensamiento demasiado rato para no correr el riesgo de guardarlo en la memoria. Había descubierto que todo lo malo en la vida venía de ahí, de la cantidad de basura que la gente era capaz de guardar en la memoria.

Solo se bañaba a conciencia e intentaba no pensar, ya casi le salía espontáneamente. Se paró brevemente la música, pero pronto el revólver del aparato de sonido se encargó de montar otro disco automáticamente (Sabina se lo había programado en modo “Random”, y como era un ensamble de más de seis revólveres de esos, Nomeolvides tenía música contínua todo el día, de veinticuatro horas, si quería) de ese ruido electrónico que a ella le gustaba.

Había crecido montada en la parte de atrás de una bicicleta, o de una moto, o en el asiento de acompañante del carro, siempre atrás o como máximo a un lado. Si trataba de recordar, solo veía la espalda o cuello de alguien, de pronto el perfil derecho. Por eso no recordaba, no le gustaba el papel de comparsa.

Un día descubrió que podía evadirse sin esfuerzo y sin usar nada de esas cosas raras que usaban algunos de los compañeros de clases con el mismo fin. A ella se le daba bien lo de loca natural. Pero esto no resultaba ninguna ventaja al final porque estaba ida todo el tiempo, claro que le salía más barato y que la ganancia la invertía en más y más discos; no tenía momentos de recuperación salvo en el breve lapso entre un disco y otro.

Siempre atrás de alguien o máximo al lado. Por esto no veía como iba a hacer su papá, o su hermano para enseñarle a manejar una bici, una moto, o un carro... Imposible... ¡Tuaaang, pum, pump, clac!!! sonó la música en un repentino ataque de decibeles.

¿No sabía ya manejar la moto aquella que tenía mi papá, la que era larguísima? Se preguntó en un rayo de lucidez nebuloso. Sí, si él la manejaba y yo iba sobre sus piernas, y además de eso hace ya mucho.

¿Pe-ro-seré-ca-paz-de-sor-pren-der-los...y-de...sor-pren-der-me?...¿seréca-paz-de...apren-der-a-man...ejar...leyen-doooó-este...man-ual-“Do-it-your-self”...y...éesteé-“Know-the-game”? se preguntaba al ritmo de la música que sonaba.

Mi mamá jura que no podré, ella siempre piensa que yo no podré. Esto lo dijo sin seguir la canción… Y siempre tiene razón… Pero ya me cansé, primero tras mi padre y madre, luego tras mi hermano, hasta Sabina maneja el carro de Papá…, y ahora tras ese que quiere ser mi novio para que yo le meta mano todo el tiempo... No, no me la calo, yo también quiero que me meta la mano. Yo conseguiré el mando desde ahora y será él (o cualquier otro) el que me tenga que sobar a mí.

Se los juro, la chama estaba molesta con lo que había vivido, o mejor dicho el modo en que había vivido algunas cosas y estaba dispuesta a uno que otro cambio… Y es que hasta su papá le había ofrecido regalarle el vehículo de su preferencia, cualquiera, había enfatizado él, si ella aprendía a manejarlo satisfactoriamente, con seguridad, y se sacaba la licencia y todo lo demás.

Ella no se había dejado intimidar aparentemente por ese ofrecimiento, pero la verdad es que tenía un susto enorme. Se había propuesto probar a la familia, aprendería a manejar y le pediría de regalo a su papá el “Low Rider”...

Veremos qué pasa, se dijo en voz alta y empezó...

Se puso un mono de piloto de la escudería McLaren que tenía de un disfraz que usó en un cumpleaños de su Papá, agregó los guantes, las botas, el casco ligero sobre la toalla con la que se secaba el cabello, el pañuelo en el cuello al mejor estilo “Fangio”, y se puso a memorizar los libros mientras saltaba a ritmo de la especie de gaita celta electrónica que sonaba ahora.

¡Que difícil es este asunto de la memoria, coño! decía mientras leía y repetía los pasos para una arrancada en subida de un vehículo sincrónico.

¡Aaaagarras fiiíírme el freeeéénoooo de eestaciooonamieeento..., piéééé dereechoo al embraaáágueee, aaaa foondooo, eeengraaanar laaaa primeeeraaa marchaaaa, daaar gaaassss coonn suaviiiíídad, dejaaáár embragueeé leentooo, een eel cooomienzoooóó deeel arraanqueee, deejar tambiééén eel freenooó dee estaaaaacionamiento...!!! cantaba al compás de la lentísima música celta, mientras en el baile incluía cada uno de los pasos dados en los libros del que debemos aclarar que se trataba de una traducción española...

¡Eeeeestaaa vaaaiííínaaa eees peeeluííísiiimaaa!

Además, el “Low Rider” es automático, creo... Tengo que asomarme para ver, pero ¿cómo sé si es automático? A ver ¿tieeeenee treees pedaáááles? Sí, es sincrónico, no me salva nadie. Terminó el soliloquio y siguió bailando con los libros en la mano.

Sabina, que descansaba cómodamente dentro del carro familiar, tomaba nota mentalmente de los sucesos del día: había descubierto que su papá no es un recipiente vacío, no es un viejo desgastado, es un hombre con su corazoncito y todo. Tiene su ladito sentimental además de una dedicación fascinante por todo lo que hace. Parece descubrir la vida todos las días.

No me extraña la cara de aburrido que tiene siempre, es que debe ser difícil andar razonando todo de nuevo cada día del mundo.

Es que las diferencias de edades, físicas, de gustos, de ver la vida y las cosas que de ella esperan, la habían distanciado del resto de la familia. Hasta ahora.

Había descubierto a su papá, él la había tratado como se trata a la gente normal, no le había hablado con diminutivos, ni distante (salvo en un par de ocasiones) es más, le había pedido ayuda con todo aquel asunto de las edades de sus hijos (bueno, no había pedido ayuda, pero era evidente que la necesitaba) estuvieron juntos, conversaron y al final, él la había tomado de la mano para entrar en la casa con todo y la visita...

Y aquel destello de complicidad cuando sugirió ir a otro lado juntos para no verle la cara a aquellos desadaptados consuegros... Los consuegros, mejor trato deberían recibir quienes traen tanta diversión a esta aburrida casa..., ya estoy como mi papá, el simpático aburrido.

Si, los consuegros. Cada vez que vienen hay espectáculo. Después hay diversión en las habitaciones nupciales. Mañana habrá paseo, o una parrilla, o algo así…, menos mal que no vienen tan seguido ¡pararíamos cirróticos del todo!..., murmuró al borde del sueño y se durmió.

Esto viene a ser lo que terminó de pasar ese día, y se lo cuento en medio de una pea nostálgica porque esta noche no he podido ladillar, fastidiar, a adoquincito ni ha pasado la peluquera de los sobrenombres. Váyanse a echarle un ojo a los niños y a dormir después…, o a lo que quieran…, esta es una de esas noches en las que me hace falta una familia, alguien a quién hacerle falta… No sé qué es más duro, no tener a nadie o que nadie lo tenga a uno… Sí, peluchito, estoy peluchito, pero no me importa…, ¿me da, por favor, Don Santos, una infusión de cola de caballo? Creo que este ron no está tan bueno hoy…

Pobre señor Gustavo ¿quién es él? ¿de dónde salió? ¿sabes su historia?

Caminábamos tranquilamente hacia la casa después de despedirnos de una compungidamente callada concurrencia en el botiquín de Don Santos, cuando Octavia rompió el silencio con esas preguntas.

La verdad es que no sé qué decirte, yo, como te dije, hace unas noches vine al bar y apareció ese señor cambiándome ron por cuento. No sé más. Y ciertamente que a veces me parece que estuviera hablando con alguno de los personajes de su propio cuento, tanto se mete él en la historia. A veces me parece que estoy oyendo al diablo, a veces me parece todo puro embuste.

Sí, es verdad, pero la historia me entretiene… ¿mañana volvemos?

Mañana volvemos…

Al llegar a casa encontramos que los carajitos nuestros tenían la casa hecha un quilombo, todo patas arriba y la cocina parecía un chiquero. Pero ya se habían acostado a dormir, así que dejamos el trabajo pendiente para la mañana, y nos fuimos también a la cama…


AHORA SÍ DUERMEN TODOS.

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Guiñol de la realidad verdadera pero de la que se percibe con el rabito del ojo, porque digamos que es más fácil así evadirse del engaño..., o algo por el estilo.