jueves, 3 de julio de 2008

Y OTRO MÁS QUE DEBEN SER COMO CUATRO O CINCO SEGÚN Y COMO SE CUENTEN.

AHORA SÍ ESTAMOS FRITOS, SE PEGÓ EL DISCO.


Gala gimnástica o no, la verdad es que un buen cuento como que sí inspira un poco. Estuvo buena la cosa en casa. Claro que no es que haga falta mucho estímulo que se diga, claro, claro, eso sobra decirlo, pero es bienvenido un toque extra de pimienta aunque sea de vez en cuanto… Bueno, que cómico, menos confesiones y sigamos.

Para empatar el hilo vamos a necesitar roncito extra, no creo que agarre entonación con tres, mejor tráigase la botella de una vez y así ahorramos lavadas de vasos…, aunque pensándolo bien es la misma vaina…, no me traiga la botella, haga sus viajecitos para que camine alguito y adelgace porque usted de todas maneras nunca ha lavado un vaso de estos… Deje la pendejada y la falta de respeto y siga contando…

Está bien, pero ponga el ron:

Usted puede estar seguro, como de esta luz que nos alumbra, que él hubiera podido pensar con mayor lucidez de no haber estado su cerebro ocupado con toda aquella redondez, pero también tiene que pensar en que de no estar esa redondez él tampoco necesitaría pensar con tanta claridad ¿para qué? La gerencia hubiera seguido estando ocupada aun por algún administrador contratado por la presidencia al que se le pudiera explotar más a fondo ¿no?... La verdad amigo mío, que si lo mira de esa manera no me queda otra que darle la razón, pero no sea tan ácido que se ve por lo que usted dice que ella está bastante pendiente de él y no lo cuida mal… Sí, sí, sí, diga lo que quiera pero usted…, coño, déjeme seguir hablando tranquilo y no me interrumpa, respéteme las canas nojoda…, sí, así fue que las pompas fúnebres pasaron a ser negocio familiar: primero el negocio, después el placer, y luego la familia.

Porque sí, cómo ya le dije, Atalayo Paredes y Bombardina Rojas, se casaron, se fueron de luna de miel a una isla del Caribe a donde va la clase media que quiere sentirse de la jai alai pero que ni de vaina le alcanza para Montecarlo. Casi no la vieron (la isla) porque no dejaron de lamerse mutuamente dentro de la habitación del hotel dónde se recluyeron con la excusa de que había muy mal tiempo (Ya nadie se acuerda de si era cierto lo del mal tiempo) el caso es que el trasero de Bombi Softail ejercía (y ejerce) un hechizo de estulticia en Atalayo, él no tiene más nada dentro de la cabeza; si algo está sabroso, sabe como eso; si está suave, nunca tanto cómo eso; si es cálido, eso lo es más; si es grande, más lo es eso; si le gusta, no tanto cómo eso... Y tengo que aclarar para que no se crea que Atalayo tiene problemas de retroceso que nuestro amigo no es un culomaníaco ni nada que se le parezca, es más bien un hecho el pendejo..., le digo que no juega con el adverbio… Caray, pero usted me dice que le parece que a Bombi le da arrechera tener el rabo tan bonito, pero viéndolo bien ¿cómo no agarrarle una tirria enorme a eso, si es con eso con quién hay que competir y no hay modo de ganarle, ni siquiera de alejarse? Pobre Bombi Softail ¡con razón!..., ¡ay! Pero si este hombre es un peluchito, no sea güevón y deje de decir mariqueras, que una mujer con un culo así lo que termina es siendo puta o dueña del mundo…, Y muchas veces las dos cosas al mismo tiempo…

Tiene razón con eso de que cierre la boca. Me están mirando con burla. Un hombre en un sitio como este no habla de estas cosas.

Pero bueno, usted está bien casado desde hace tiempo y está amansadito ya, se le perdona la mariquera, porque con el tiempo, entre recordando y descubriendo, se le va notando otras partes a las mujeres. Pero no crea que las entiende. Ningún hombre puede... En el caso de Atalayo, primero recordó su inteligencia, luego su alegría, después su agudeza, más tarde descubrió su tranquilidad, y sus cambiantes estados de ánimo, de peinado, de estilos, pero invariablemente regresaba al punto de partida... No había nada que hacer... Lo arrecho es que uno le mira las nalgas a la mujer con ojos de carnero degollado y cuando te pregunta que qué le ves, uno se defiende con alguna frase bonita y ya…, que si te miro el aura hermosa que tienes y el encanto que irradias y mariqueras de peluchito como esas, pero con Bombi Softail no se puede porque, sin lugar a dudas, ella puede leer en la mente de algunas personas, Atalayo entre ellos.

Coño, se pasó de la raya, ahora y que Bombi lee la mente, pero es que usted cree que nosotros somos pendejos todos… ¿No? ¿que no? Y ustedes creen que cuando llegan a la casa y sus mujeres los ven de una no sabe hasta el número de cédula de todos los que anduvieron con ustedes en todo el día. Si no creen que las mujeres les leen la mente son más pendejos de lo que creí…

La verdad es que yo no tengo problema en admitirlo, pero no enfrente de esta gente porque seguro que por mala leche pasa la peluquera y me quedo peluchito para el resto de la vida. Esa no me la calo…

¡Papá, llegamos!!! -– gritaba una voz aguda. --¡Llegamos a la funeraria Papá, bájate ya!!! –- Era la carajita que le jamaqueaba el hombro a su papá que estaba como lelo y Atalayo, desorientado se dio cuenta de que había llegado a su trabajo hundido en su mar de recuerdos ¡Ah, que tiempos! Sabina lo miraba un poco preocupada, pensaba que su padre siempre fue un poco extraño, pero ahora le notaba un brillo nuevo en los ojos que no le había visto antes. Claro que no lo miraba con mucha atención nunca, pero era algo que de haber estado ahí antes, lo hubiera visto seguro. Es cómo no ver un kilo de material radiactivo en algún lugar oscuro... Había algo nuevo allí y ella lo descubriría pronto, ya casi lo podía ver ¿Qué le estará pasando? No se irá a volver cuerdo ahora, o algo peor. De todos modos, me voy a quedar con él por el día de hoy, que es sábado y no tengo nada mejor que hacer... Además ya es tiempo de revisar el programa de la computadora.

Atalayo bajó del carro, cerró y entró por el mismo almacén del suceso redondo... del suceso con el objeto redondo que le redondeó la existencia... del suceso aquél que cambió su vida de golpe, pues... La niña venía al lado de él, mirándolo, siempre mirándolo. Entraron a la oficina, ella se sentó frente a la computadora y empezó a jurungarla para meterse en la Internet esa para consultar los correos, contestarlos, chatear un poco, y corregirle la ortografía y la redacción a los memorandos internos del negocio.

Esta carajita es un genio con las computadoras, ella misma diseñó he instaló un programa de automatización que maneja toda la contabilidad con el inventario incluido, hace todas las ordenes de compras, los pagos a proveedores y el personal que es calculado en base a las horas exactas trabajadas por cada quien, porque el lector codificado de la entrada detecta a cada empleado y determina con precisión las entradas y salidas, así como el abandono temporal de sus puestos de trabajo para cosas como ir al baño o a beber agua.

No, si no los estoy jodiendo, además calcula las utilidades de cierre de ejercicio, amonesta a los empleados menos eficientes, notifica el cronograma de mantenimiento desde los vehículos, las neveras, el horno crematorio hasta el aceitado de las puertas porque no hay nada peor en una funeraria que una puerta con bisagras chirriantes, resulta lúgubre…, como les digo, ese programa maneja todo, es como para volverse loco pero no como con el culo de la patrona, sino como para internarse en un manicomio en el campo bien perdido de la mano de dios donde no lleguen ni celulares ni computadoras…, maneja el sistema de alarmas de los ladrones, dónde fue que quedó cada cliente en el cementerio y en cuál cementerio fue que lo enterraron, lleva una lista de causas de defunción, los productos utilizados para embalsamar cada caso, determina a través de un corotico blanco que tiene la trompita como un micrófono pero echa una lucecita roja que se mueve rapidísimo…, un scanner Don Gustavo, un scanner…, mire, a la suya por si acaso y no me interrumpa…, pero aproveche que habló y bríndeme un ron que este ya va lejos, y me le echa otra taza de eso que le dio aquí a mi amigo para que me siga parando bola…, sí, con ese perolito que usted dijo es que miden la mezcla de tintes para el maquillaje de cada difunto para que una maquina conectada ahí mismo haga la mezcla (aunque el toque final lo hace el propio Atalayo, porque se niega a cederle ese toque artístico a una máquina)

El carajo programa ese chequea constantemente la cotización en la bolsa de valores las acciones de la compañía y actualiza el capital... Controla la intensidad de la iluminación, el funcionamiento del sistema de aire acondicionado, con un sistema conocido con un nombre casi estúpido y que es algo así como lógica ilógica, o incomprensible, o borrosa…, no me acuerdo del nombre pero dame tres roncitos más y me acuerdo…, una maravilla total para subir un escalón más de la explotación pero del hombre por la maquina, así es esta gente…, más rápido que inmediatamente se regó la voz y unos gringos que se llaman los cazadores de sofnoséquévaina, suena como a marca de ollas finas, están detrás de ellos para comprar el programa, pero esta gente que es más avispada que’l coño ya tiene un convenio millonario con uno carajos más gringos todavía para eso, y la cosa resulta bastante jugosa. Solo falta la mayoría de edad de Sabina y que ella misma decida en qué país quiere su despacho..., toda esa mierda por joder a unos güevones sin ni siquiera tener que vigilarlos personalmente.

Coño Don Gustavo…, ¡carajo! ¿quién me puso ese Don? ¡Quítemelo! ¿no ve que un pobre con Don se ve muy feo?..., ¡jajajaja! Está bien, señor Gustavo, deje de hablar de programas y de explotación que está fastidioso con esa vaina y siga con el cuento. Mire, aquí está el ron… Usted habló bien y le voy a seguir echando bolas a la historia ¿por dónde iba? Ah, sí:

Sabina veía lo del…, está bien, no lo nombro más…, y Atalayo se entretuvo un poco con unos detalles por resolver: primero los empleados, proveedores sabatinos después ¿Qué decía el programa? Jajaja, las llamadas que quedaron de ayer, luego. Más tarde unos ajustes para una nevera especial que estaba diseñando para los kit de maquillaje de los difuntos por distintas causas, pues había uno para los ahogados, otro para los apuñalados, los abaleados, los cardíacos, los cancerosos (que incluían un peluquín) los que morían por enfermedades contagiosas, los sodomitas (este kit incluía un corotico ingenioso para desinflar los ojos del difunto sin tener que vaciarlos) los amargados, los oligofrénicos, las amas de casa, los padres severos (que incluía una guía postmortem para el desengaño en el otro mundo, una especie de rito antikarmático) ... Sí, de verdad, todo eso. Es precisamente esta atención tan personalizadamente cuidadosa y la eficiencia del programa lo que ha permitido el sólido crecimiento del negocio forzando a la competencia a fusionarse o desaparecer. Se habla ya de una franquicia mortuoria a nivel internacional. Figuran como inversión segura en la bolsa de valores y, están ya los planes de expansión… Porque si hay que explotar, mientras más explotados mejor… Está bien, está bien, ya dejo eso…

Pero Atalayo revisó todo esto con impaciencia, rápido, y cuándo terminó pidió permiso a su hija quién no le escuchó, para salir un momento. Se fue al cuarto de descanso para la presidencia, que permanecía cerrado y en desuso desde hacía muchos años, lo abrió, respiró un poco y salió rápido de ahí, pues el polvo acumulado le comenzó a picar en el cuerpo, el polvo del tiempo, el polvo en el tiempo, los polvos de hace tiempo... No hay nada peor que llegar al punto de la vida en el que uno empieza a recordar los polvos de antes. En serio, no hay nada peor…

Total que pasó el sábado laboral sin nada más qué contar (el asunto del maquillaje de los muertos estaba ya resuelto y en manos de personal mal pagado contratado para eso) llegó la hora de volver a la casa. Cerraron y atravesaron el almacén rumbo al estacionamiento. Claro que Sabina notó que en un cierto punto, su papá volteaba a mirar un viejo ataúd negro con forro de seda que parecía tener una eternidad en ese lugar, lo miró con los ojos, pero el alma estaba en otro sitio, o en otro tiempo... A Sabina no se le escapa nada (digna hija de su madre) ahí había un misterio, le preguntaría luego cuándo regresara al planeta porque ahora andaba como en la luna y no respondería... Esto no le preocupó porque estaba segura de que cualquier manera ella se enteraría.

El camino de regreso a casa se hizo sin contratiempos. La usual parada en la panadería para comprar los dulces que le gustaban a Bombi Softail, la cola de carros, el humo, los huecos de la vía, el atravesado de siempre, los semáforos en rojo, lo mismo de todos los días... Pero llegaron a casa y había gente de visita: los suegros de HD…, ¡Verdad que HD se casó!...

La vieja (tenía casi la misma edad de Atalayo pero no se veía de edad mediana, hay gente así) siempre bromeando con el nombre de su yerno.

El viejo (pasaba más o menos lo mismo con su edad) siempre hablando en tono de conspirador con Atalayo sobre “culitos ricos” que él decía que se peleaban por meterse por docenas en su cama, y esas cosas. Decía todo esto tapándose siempre con el vaso de whisky, que parecía formar parte de él, y los ojos casi cerrados, mientras se le llenaba de saliva espumosa la comisura de los labios... Pensar que ese viejo idiota era más joven que Atalayo, pero muy barrigón, muy calvo y con mucha más plata...

Hay que recordar, que la empresa era un negocio floreciente, pero la socia mayoritaria era Bombardina Rojas, pues con todo y el aumento en su haber de acciones aun estaba vigente el papel firmado aquella tarde después de la conversación frente a la morgue, hace más de veinte años, en la oficina del abogado que le aconsejó a Bombi Softail que no se metiera en ese negocio con un... ¿Pordiosero borrachín me dijo el maldito perro ese? Recordó Atalayo ¡coño ‘e su madre!...

Para colmo ese viejo idiota (el consuegro) siempre estaba haciendo comentarios feos sobre el trasero de ella (de Bombi Softail) una vez llegó a pedir que le mostrara ella el permiso de porte de armas de guerra, pues según él, eso era artillería pesada... ¡Qué bolas!!!

¿Qué hacemos? ¿damos una vuelta a ver si se van? No creo que ganemos nada, a menos que salgamos de la ciudad un par de días. Están aquí por una cena programada desde hace tiempo y ya sabes cómo se prolongan las cosas en esas condiciones… Ya tu consuegro debe llevar media botella entre pecho y espalda... Cierto, mejor pongo mi mejor cara de bobo, que no me cuesta, entro y trato de disfrutar el rato ¡Suerte!!

Sabina le dijo esto último junto con una palmadita en la espalda a su papá y Atalayo se sobresaltó porque no era común el contacto físico de él con nadie. Normalmente no pasaba de un apretón de manos, aun con las personas más cercanas. El nivel de intimidad era directamente proporcional a la fuerza del apretón.

Esa sensación le recordó los tiempos en los que sus hijos estaban pequeños creía, hasta ese día tan revelador, que de eso no hacía mucho. Ahora no sabía bien hace cuánto había sido.

Pero la sensación fue agradable, era su hija siendo cariñosa con él más allá de lo intelectual. Sintió un repentino deseo de levantarla en sus brazos y acurrucarla cómo cuando ella era una bebé y él insistía en darle el tetero para qué no lo miraran como se mira al que no sabe nada de nada. Pero se arrepintió, no solo porque no tenía idea de cómo reaccionaría ella, sino porque estaba seguro de la reacción que tendría su espalda.

Desde hace mucho que Atalayo no es el mismo y algunas de sus vértebras de la región lumbar tampoco... Pero igual se volvió hacia ella, la miró sonriéndole con los ojos, y la besó en la frente. ¡Menos mal que no la levantó en brazos cómo pensó en el primer momento! Porque ella dio un gran brinco por la sorpresa pero se repuso pronto, lo miró largamente y, por primera vez en años, le sonrió a su padre con toda la cara. Parecía un amanecer de enero... ¡Ay¡ señor Gustavo ¿se metió a peluchito también?..., no sea tan animal y cállese que estoy hablando de la hija y eso es diferente, déjeme seguirle contando aquí a mi amigo y tráigame más ron que voy en bajada…

Le decía antes de que este negro zamarro se metiera en lo que no le importa que ellos se quedaron unos momentos en la tranquilidad del carro, se armaron de valor, respiraron hondo, y salieron juntos, agarrados de la mano a enfrentar la visita de los consuegros: los malos chistes de la vieja, la mierda de whisky del barrigoncito, las impertinencias de ambos, las defensas de HD, las calenteras de Electraglide la nuera (que si se llamaba así o no, no lo sabía Atalayo. A duras penas conseguía recordar que su hijo se había casado y que “nuera” era su esposa. Él solo notaba que la muchacha era de esas que llaman de “huesos grandes”, se le veía mullida, un poco aparatosa pero cómoda, se puede decir, y con tendencia a defender a su padre por encima de todas las cosas) las intervenciones disparatadas de Nomeolvides, las risas de todos (cada uno por motivos de lo más diversos) y todo lo demás...

“Afortunadamente está Bombi Softail.” pensó Atalayo “Menos mal que siempre está ahí, apenas interviene, pero creo que su presencia es un factor disuasivo y equilibrante”. Todo el mundo está consciente de que ella está ahí, y nadie sabe a ciencia cierta cuáles serían las consecuencias de una pérdida de compostura dentro de sus dominios…, ah, sí, porque me va a decir que en su casa manda es su mujer…, ¡la suya! Negro ‘e mierda, no se ría, que lo estoy insultando…, deje de pelear señor Gustavo porque no le pago ni medio dedal de ron más nunca en la vida…, ya me jodió usted. Está bien, le sigo diciendo cómo fue la vaina en esa fiesta pero se lo sigo contando mañana porque este pajúo me cortó la inspiración. Ahora váyase tranquilo para su casa, mire que va a empezar a llover.

Bueno, será hasta mañana pues…, hasta mañana a todos los presentes y a todos los ausentes…, Hasta mañana señor…

Esta vez me fui caminandito tranquilo para la casa porque sabía que mi esposa estaba tranquila esperando el cuento de esta noche. Iba riéndome despreocupadamente…

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Guiñol de la realidad verdadera pero de la que se percibe con el rabito del ojo, porque digamos que es más fácil así evadirse del engaño..., o algo por el estilo.