jueves, 31 de julio de 2008

CREO QUE ES EL CAPÍTULO CINCO, PERO NO ESTOY SEGURO.

SUEGROS, CONSUEGROS, RELAJOS, ETC.


Buenas salenas cronopio cronopio, me saludó Octavia cuando llegué a casa, y yo le dije que traía conmigo los dos rollos de hilo (uno azul). Risas.

Le estuve contando un poco sobre la historia del señor Gustavo a quién no le gusta que le diga don porque es pobre. Más risas.

Lo que sí me dijo fue que me llevara una grabadora porque con mi memoria el cuento terminaría como el juego del teléfono, y ese cuento valía la pena. Que tal vez hasta me acompañaría una noche porque la cosa le estaba gustando.

Yo, la verdad, no me la imaginé en ese botiquín tan feo. Pero son puras mariconerías mías, porque ella es una mujer todo terreno y estoy seguro de que hasta lo disfrutaría… ¿Te imaginas a “Donkingcito” sirviéndote una infusión de flores de cariaquito amarillo?

Me voy, que dejé secándose unas vainas allá y quiero ver cómo quedaron. Es que estoy tratando de sustituir una pega importada que ya no se consigue, por alguna cosa que yo mismo pueda hacer… Tú siempre complicándote, dime el nombre de la pega que es y yo te la consigo… Se llama…, no me acuerdo, pero es en aerosol y viene en una lata negra más alta que una de insecticida… Está bien, esta tarde te digo, pero de todas maneras quiero ver cómo quedó, no sea que resulte como el producto aquel carísimo que le traían de Nueva York a Marioxi y que no quería decirme qué era, y que resultó ser cloro nevex con un poquito de diablo rojo… Sí hombre, si no fuera por la lavada del carburador no te enteras… Muchas más risas y un beso de despedida.

Es genial el humor de Octavia. El humor y la paciencia, pues yo cada vez soy más lento. Parezco un buque tanquero. Tal vez debería hacer algo de ejercicio… Pero si camino todos los días de la casa al trabajo y del trabajo a la casa que hasta me cansa decirlo. Además trabajo en un segundo piso de una casa vieja con escalera londinense y el baño está en la planta baja… A lo mejor si comiera un poco menos, o cantara más, porque a quien me voy pareciendo es a Pavarotti…

Yo, bueno, lo de la pega no me salió tan bien como había calculado y tuve que invertir un buen rato en vaciar cada burbujita que se formó. Un trabajo de los que me encantan: hacer una cuadrícula de hilos (no importa el color) e ir pinchando cada burbuja de cada sección y presionando para que salga el aire y la pega que no secó, y pasar a la siguiente sección. Me eché el día… También es que soy muy lento y bajo mucho a hacer pipí…

Cuando estaba terminando llegó Octavia con unas bolsas y sacando un pote negro me preguntó que si no era esa la pega que yo no conseguía por ninguna parte… Por supuesto que era y claro que no le pregunté de dónde la sacó porque capaz que había en la librería de allá abajo y, bueno, lo que ya dije… Pero me trajo como ocho latas y una grabadora de bolsillo, así que mejor cierro la boca.

Como quien no quiere la cosa más o menos a las seis me preguntó que si no íbamos a oírle el cuento al señor Gustavo sin don porque es pobre. Más tarde porque siempre llega retrasado cuando uno le espera ¿y tú vienes hoy? ¿no quieres que vaya? Claro que sí, lo que pasa es que no esperaba que fuera tan repentino…, pero me va a gustar que estés. Es que a veces me pasan cosas tan raras que prefiero tener testigos, y más si eres tú, mi testiga favorita… Vamos pues.

Cómo está Don Santos, aquí le traigo a Octavia que se enteró que usted prepara unos tecitos muy buenos y vino a tomarse unos mientras le oye los cuentos a Don Gustavo… ¡No me diga Don! Que un pobre con don se ve muy feo… Va a seguir con la zoquetada, no ve que hay damas presentes… No hay palabra mal dicha sino mal interpretada, y tanto hablar de damas y usted que no le sirve un tecito de esos suyos ¿se va a tomar uno usted también? Buenas noches, señora y perdone que no la había saludado, pero es que ante la presencia del adoquincito este pierdo la paciencia muy fácil… No se preocupe Don Señor Gustavo… ¡Ajajajajá! don señor Gustavo, esa sí que le quedó bonita… Deje la niñería y respete a la señora, adoquincito, piedra en el riñón, sírvame mi ron que me brinda aquí mi amigo y cállese la boca ya para poder seguir donde quedamos, mire que ayer me echó a perder la inspiración y no quiero empezar hoy con el pie izquierdo. Siéntese, señora. Amigo mío, después de ustedes…

¿Qué le echaste al ron? Cada día es más malo… No importa, dame uno doble de una vez para que la señora no tenga que esperar más… Bueno, ayer quedamos en que Atalayo y Sabina entraron en la casa a ponerle el pecho a la vaina, perdón, a la reunión con los consuegros…

Así que, como le decía: Padre e hija entraron a la casa agarrados de la mano saludando a todos con una soltura que sorprendió a todos, los comentarios lo dejaron claro, el Papá y la hija se traían algo entre manos.

Si este pendejo hace un mínimo comentario sobre el culo, trasero, de cualquiera, juro que le pongo orine en el whisky, del perro preferiblemente… Esto lo pensó Atalayo sin dejar de sonreír, y sin hacer caso de los murmullos porque tienen que recordar que ellos no entendían nada.

Los consuegros eran gente común, más comunes que los Paredes Rojas: Manuel Pajarés y Doña María Segura. Él es militar retirado, sargento técnico, creo recordar que me dijo Atalayo que le informó alguien alguna vez. Un retiro fraudulento, me parece, también. El viejo (más joven que Atalayo) como que movió unas influencias y le salió el retiro con pensión completa indexada. Corrupto al fin, se las arregló para constituir una “empresita” de importación de repuestos y perolitos para equipos militares. Compró unas tierritas ganaderas parte de un lote mayor expropiado por el ministerio de defensa para un proyecto que al final no se llevó a cabo. El hombrecito se paga y se da el vuelto.

Nada mal. Unas vacas lecheras, un contrato exclusivo con la nacional de leche en polvo y derivados lácteos... Menudencias pues... Para colmo, el propio báquiro que nos gobierna como que tiene una deuda con él de los tiempos en el que el viejo Pajarés fue edecán del presidente de la junta de gobierno después de la dictadura, harán unos veinte años. Cuentan las malas lenguas que el autor del famoso atentado del entonces presidente fue precisamente el actual presidente, y que el entonces edecán fue quien lo encubrió y protegió (Visión de futuro, le dicen algunos. Cobardía le dicen los que estaban ahí) Fue pura suerte, creo, que este conspirador llegara a ser el actual presidente. Pero aquí no vamos a hacer análisis políticos… No se me ponga bravo ni me mire así, adoquincito, y sírvame otro roncito si la señora no se ofende, porque tengo bajita la inspiración hoy y tengo que agarrar entonación… No me le ponga vainas, perdón señora, cosas raras al roncito, mire que el último que me dio sabía a bebedizo del que le dan a las mujeres paridas para sacarle el frío de la matriz… Ajá, sin maticas ni nada de eso que hoy no va a llover…

El viejo es una joyita, pero la doña no se le queda atrás, hacen juego… Ella es ama de casa en funciones. Siempre anda peinada de peluquería y como que duerme sentada… ¿cómo que sentada? ¡jajajaja! ¿por qué sentada?... Bueno señora, porque o tiene una peluquera en la casa o duerme sentada porque a toda hora anda con la cotufa en la cabeza, con un moño altísimo que parece un nido de bachacos culones… Ríase, ríase, pero es así. Además anda siempre en su realmente enorme camioneta Lexus dorada y su ropa exageradamente floreada, con collares y zarcillos combinaditos que retan y vencen las leyes de la gravedad, las de la lógica, las del buen gusto, las del buen hablante y el buen oyente (sobre todo estas, lo digo por el ruido constante de cencerro que la acompaña siempre, solo que en vez del cencerro lleva una ristra de cascabeles) y alguna otra ley por ahí que se me habrá olvidado porque tampoco es que soy abogado ni nada así. Déjeme tomar el ron porque si no me pongo marxista.

Hacen juego sobre todo al hablar ellos dos. Cada uno es más desatinado e impertinente que el otro. Pero eso no le importa nada a Atalayo, mientras no vengan a visitarlos.

Total que Atalayo se sentó en el sofá grande, el de tres puestos, en el sitio que le abrieron los suegros justo entre los dos, así que nuestro amigo se vio sitiado e inmovilizado por voluntad propia.

Sabina miró el cuadro con expresión entre atenta y divertida, cómo la que tendría alguien que ya se hubiera leído el libreto y supiera que si no pierde detalle, se va a divertir. Se acomodó junto a su hermana en uno de los bancos altos del bar, más por la perspectiva que la altura le da que por el hecho de acompañarla…

Bombi Softail aunque no lo demostrara había notado el toque nuevo en la relación entre Atalayo y Sabina. Nunca los había visto juntos sin que estuvieran obligados. Ella sabe que su hija menor tiene mucho de su propio carácter muy bien mezclado con el de su Papá, por cierto. Sabe que Sabina, igual que ella, no tiene “Talón de Aquiles”. Nada puede manipularla, es una fuerza del destino, y en consecuencia, ella manipula su entorno. Cuando no lo hace, es porque no quiere. Sabe que terminará desarrollando sus propias dotes de lectora de pensamientos… ¡Ay señor Gustavo! Qué opinión tan dura tiene usted de las mujeres… Mi querida señora, déjeme decirle que ustedes las mujeres tienen poderes que ni ustedes muchas veces se dan cuenta, pero no me interrumpa ahorita que ya agarré la bajadita… Vamos a aprovechar y volver a llenar este vaso… Pero si no la ha tocado… Me lo bebo y usted lo vuelve a llenar… Así, muy bien…

Y le venía diciendo que ella también sabe de la parte que corresponde a la curiosidad despistada de su Papá, sabe de la falta completa de interés por cualquier cosa que sea simple, de que parece hablar en un idioma distinto al del resto de la gente. Por eso es que él también es muy difícil de manipular, no por recio o por una fortaleza especial. El asunto está en que a él no lo interesas en algo así nada más. Solo sabe de dos “Talones de Aquiles” en él y uno siempre lo llevaba ella puesto... El otro está estacionado en el garaje del patio de atrás y nunca lo saca...

¡Coño! Pero esa gente es puro lo de atrás, el de atrás, por detrás… ¡Cierre la boca! Falta de respeto, animal del monte, déjese de estar diciendo esas cosas frente a la señora. Se ve que usted solo se rodea de pura gente fina aquí ¿desde cuándo no viene el príncipe de Inglaterra?... Disculpe, disculpe, no fue mi intención. Disculpe señora, no se vaya a disgustar ¿le sirvo otro tecito?... ¡Jajaja! No pasó nada, siga contando señor Gustavo, que el asunto está interesante…

Bueno, venga y le digo que Bombi pensó que había que darles tiempo para que se descubrieran solos. Por lo pronto le serviría un trago a su marido… Y déme otro a mí. No, no me de nada todavía que este vaso está lleno… Ya me distraje, que vaina, broma, cosa, bueno, eso, sigo… para matar varios pájaros de una sola pedrada, como se dice: primero, desconcertar a todos y poner la balanza de su lado. Segundo, para incomodar a los consuegros que nunca se hacen atenciones entre ellos… como hace la gente decente que se lleva bien…, pero que siempre notan con rabia las que se hacen los demás. Tercero, para seguir molestando con esa sutileza tan femenina sirviéndole un vino rosado “brillante” a Atalayo, del que trajo la Doña María Segura de Pajarés, sabiendo que a él no le gusta ese vino… Ni a nadie en su sano juicio, y me perdona, señora… No, si estoy de acuerdo con usted, ese vino es una porquería… Esta es una señora inteligente, los felicito a ambos… sabiendo que al militar… Macho al fin… le molestaría que un hombre bebiera vino de ese en vez de whisky… Una mierda los dos y no voy a pedir disculpas otra vez porque mis palabras no me alcanzan para conseguirle otro nombre… Es verdad, el vino rosado ni es vino ni es nada y el whisky es bebida de político. Déme un ron a mí que no aguanto otro tecito de estos y me perdonas Octavia y Don Santos… Por fin va entrando usted en razón. El ron no hace daño, lo que hace daño es lo que uno tiene en mente cuando se lo bebe. Pero déjeme seguir…

Lo que Bombi quiere es que el viejo Manuel haga alguno de sus comentarios acostumbrados. También quiere molestar a la pichirre de la consuegra porque le estuvieran bebiendo su vino. Además, estaba segura que Atalayo no soltaría el trago aunque le dieran con una tabla. Ella no lo deja beber caña muy seguido porque él es medio loco y siempre se le va la mano. El peo, problema, es que al día siguiente no sirve para nada.

Octavia me miró con la sonrisa traviesa de sus ojos. Yo no la vi porque me hice el loco por segunda vez hoy. Pero sé que me miró.

Está también el hecho de que tendría que pasar el culo, fundamento, muy cerca de los ojos de consuegro y eso desataría una cadena de sucesos siempre predecibles... Todo esto para que la reunión fuera lo más desagradable posible y tardara el mayor tiempo en repetirse, como todo el mundo hace consciente o inconscientemente cuando viene la familia. No se haga el sorprendido, que es así...

Como le vengo diciendo Atalayo agarró la copa de vino así, duro, miró a su alrededor y adivinó todo lo que venía… No por agudeza como le dije porque este es un despistado que no agarra ni una, sino porque siempre es igual y ya está más o menos amaestrado… Por lo tanto, no dejó de vigilar al militar, pero eso sí, sin soltar la copita de vino rosado brillante, jajajá qué bolas.

Sí, el paso de Bombi Softail tan cerca de él, el vino en vez del whisky, la vieja pichirre y tan muy gordísima desató el combate que estaba contenido hasta ese momento cómo esperando a los que faltaban por llegar a la casa.

Imagínese usted que la vieja Segura dio un brinquito que quedó meneándose como con olas y miró incómoda alrededor murmurando quién sabe qué. Es que Bombi Softail, a la que ya le tiene arrechera suficiente porque ni está gorda ni amargada, exageró mucho la nota rozando al militar con el codo.

Ah caray, el viejo gordito era un nudo, se le pegó la lengua y se atragantó con tanta vaina junta ¡Vino!! ¿vas a beber vino? ¡¡ Y del rosado !!! ¡Tómate un whisky nojoda!! ¡no me vas a rechazar el dieciocho años que traje!!! ¡No entiendo cómo fue que te levantaste este tremendo c...!!!!... ¡Ay! Metió la pata… Trató de remendar el capote… ¡Este pimpollo!! Pero ya la había cagado, embarrado… ¿Cómo fue que se conocieron?... Trató de salirse por la tangente, pero ya era tarde...

Bombi se hizo la desentendida.

Sabina miraba la cara pálida del militar con la calva cubierta de sudor, y eso que hacía más bien frío. Las caras de sus padres, la rabieta que cogió la vieja gorda de la carpa de flores, el encogimiento de HD mientras se volvía hacia Electraglide cómo para atajarla. Y Nomeolvides riéndose a carcajada limpia leyendo algo, se reía de otra cosa la muy loca… Nada raro... Todo eso en el mismo segundo...

Será mejor de lo que imaginé, esta vez se superan a ellos mismos.

De inmediato Atalayo se puso de pié y le arrancó el vaso de la mano al militar diciéndole que le pondría hielo y esas cosas, usted sabe, eso que llaman renovarle la fe, y salió al patio dónde está la máquina que fabrica el hielo, el perro que es un inmenso y fofito Golden llamado “King´s Road”... King para los amigos... Pero no adoking, no sea que este negro del carrizo se ofenda y me de un tecito, o peor, un vino rosado en vez de ron…

Fuera de vaina ahora: pensó Sabina que ahí estaba otro misterio: ¿por qué mi Papá insiste en rellenarle el vaso al consuegro siempre que mete la pata en algo?... parece muy extraño, pero no...

El detalle no le pasó por alto a HD porque sabe lo que su padre hace cuando alguien le cae mal. Es más, él mismo le ha ayudado algunas veces: en una cena que se le daba a unos posibles franquiciarios de la funeraria donde estaba el abogado de Bombi, en el cumpleaños del propio suegro, en su boda con Electraglide… Ella tiene un círculo de amistades especialmente desagradables de los que hablaremos luego… Ajá, eso, y poner jabón de almendras entre los cuadritos de queso amarillo. Lo que pasa es que ya casi nadie cae en ese truco, es más, ya la bandeja de quesos se queda completa en todas las reuniones. Tendrían, forzosamente, que buscar alternativas más creativas para el futuro... ¿Caviar de rana tal vez?

Pero como venía diciendo, padre e hijo se juntaron en el patio. Allí HD encontró al Atalayo de siempre. Estaba actuando con tranquilidad, le daba mucha agua al perro y lo obligaba a mear en un pote. No me explico cómo pero para cuando lo alcanzó ya su padre lo estaba logrando. Se miraron con seria complicidad, prepararon la bebida y sin mediar palabras tomaron aire y regresaron con los demás.

Allá encontraron un enfrentamiento abierto, casi una coñaza, pelea: La Vieja Segura estaba de pie en actitud de quién se va pal coño, carrizo, con la cartera en la mano. Le armaba un peo, zafarrancho enorme al marido claramente dirigido a Bombi Softail, usted sabe: de ladito. Tanto así que Electraglide que es furibunda defensora de su padre no intervenía con demasiadas ganas, solo se notaba su presencia porque tiene un vozarrón tipo india de Tucumán o Santiago del Estero. Sí, tiene una voz que puede pasar del extremo de las más carraspositas sensuales y bajas tonalidades, hasta el de la estridencia explosiva punzo penetrante de una guitarra eléctrica tocada por un pelúo con franela negra… Como un bicilíndrico de 113ci escape libre a unas cuatro mil revoluciones por minuto pues…, y era este el extremo que usa normalmente. Por eso y porque es grandota es que uno puede saber que está ahí.

Sabina sí que intervenía sin disimulo dándole cuerda, azuzando a la vieja cómo para que no dejara piedra sobre piedra. Esa carajita es tremenda y echa la pendeja, usted sabe…

Al momento de entrar al cuadro nuestros dos amigos, ya el verguero, vainón, zaperoco, perdón otra vez, se remontaba al primer año del matrimonio que los emparentaba con los Paredes Rojas.

Un cogeculo, un zaperoco de vainero, como dije y usted ya me perdonó... Nomeolvides cantaba una cosa como de la Lola flores pero electrocutada, taconeaba y ponía los brazos como los de una bailaora... Tenía puestos unos audífonos y gritaba: ¡aaay, ayayayyy, aay, ay!!! Bombi Softail se burlaba con mucha elegancia: estaba sentada en una de esas posiciones de Chelo Rodríguez modelando medias panty en las revistas de los años setenta. Se acariciaba con descuido y con cara de lolita regañada… Como un gato estirándose… Cada una de sus curvas resaltadas por el vestidito más corto que el carrizo…, de tela hindú… Con esas sandalias, coño ‘e su madre y no pido perdón porque se merece eso y más, que hacen que sus pies se vean de una manera…, provoca chupárselos, comérselos, qué sé yo… y sacudiendo cada tanto la melena rojiza batida mientras mira como a lo lejos, como miope, cómo ausente, pero claramente conteniendo la risa...

La chiquita Victoria… La nietecita de Atalayo y Bombi. Odiosita la carajita, la niña… Cantaba. No, gritaba por encima de todas las voces… Bueno, la de la vieja Segura y la de su hija… una canción infantil sobre unos pollos y no sé qué cuchillo de carnicero, generando una reverberancia sónica parecida al de un campo de fútbol el día que le cortan la grama en cayapa… Yo espero sinceramente que con el tiempo le madure la voz, que deje de sonar como una desbrozadora de dos tiempos, y si va a seguir haciendo todo ese ruido que hace, que por lo menos sea más parecidas al de los big bang cuadrados de cuatro cilindros sin contrapeso en el cigüeñal figúrese usted que una vez vi una de esas con dos cigüeñales y me quedé loco pero eso qué importa, le decía que de por lo menos 500cc que uno oye en las carreras de motos… Digo, para no desentonar tanto... ¿Pero de qué está hablando?… No me haga caso que se miraron padre e hijo con expresión divertida y entraron al ruedo.

Pare que le digo: la vieja le decía al militar que él no podía ver una escoba con faldas, porque perdía el control, que parecía un perro ante cualquier perra en celo (dijo esto mirando fijamente a Bombi Softail) que era un desconsiderado con ella que le había entregado los mejores años de su vida, que él la había usado cómo un coroto sexual y que cuándo no le gustó más, que la había casi desechado, y que menos mal que había resultado así porque ella nunca se había aburrido tanto como en la cama con él; que él era un disfraz, que siempre estaba alardeando de sus conquistas y que por lo que ella sabía, no pasaba de pagar compañía a muy alto precio y sin consumar nada, pues él no se acordaba para qué era que se usaba eso qué él tenía entre las piernas... Qué él nunca lo había sabido, que, ella había tenido que perder sus buenas costumbres adquiridas en los mejores colegios Suizos y enseñarle a él para que por lo menos tuvieran una hija, y que ahora, después de viejo, anduviera mirando todos los culotes que estuvieran al alcance de su vista y diciendo estupideces..., todo para nada…

Allí Electraglide le salió al paso a la mamá diciéndole que se tranquilizara porque había cosas que no se decían y porque ella le conocía algunos cuentos nada claros, y qué esas cosas se discutían en casa...

Más vale que no: ¡no me hables tú!! Le rugió la vieja ¿Crees qué no sé nada de ti? ¿de cómo casi aplastas a este niño cocinero mecánico que parece medio marico para parirle un hijo y amarrarlo? ¡Y todo porque fue el único que no te hizo ningún comentario desagradable sobre tu “tamaño”!! Se puso hiriente con la hija la doña Segura disparándole insultos cómo si fuera una ametralladora.

Sí, bueno, creo que la relación entre madres e hijas a veces se pone tensa y si no saben controlarse llegan a límites que… Ay, no me venga con delicadezas y bríndeme más ron para poder echarle bola al cuento, porque es mucha la vaina que yo sé de esa gente. No sabe usted. Bueno, imagínese que en medio de ese alboroto, de repente gritó Nomeolvides con voz potente, los ojos en blanco, un brazo extendido con la palma de la mano hacia delante, el otro sobre la frente, la cabeza echada hacia atrás, las piernas abiertas, y para colmo de pie sobre la mesa del bar...: ¡Lasciate ogni speranza, voi che entrate!!!

Se dará cuenta que esta interrupción rompió el hilo que llevaba la cosa por el mal camino de empeorar. Todos miraron en torno y se sentaron entre avergonzados y divertidos.

Le voy a decir que de ese grupo ella es la que se salva, y no porque sea la gran cosa, sino porque como le pasó al hombre del arca, era de lo mejorcito que había en el tiempo y lugar… Pero no hablemos de religión. No hay que ser descortés, a menos que este adoquín de mierda no me termine de servir el ron. Perdón, señora ¿Cómo me dijo que se llamaba la señora? Octavia…, de aquí. Sí, Octavia de aquí. Ese nombre me gusta, no se me va a volver a olvidar…

Total que la suegra Segura se volvió a sentar. Esta vez en un banco de la barra dando la espalda al resto del grupo, con los labios apretados y esa expresión de vieja que ha dicho lo que tenía qué decir aparentando altanería pero que sabe qué metió la pata hasta el fondo. Se apoderó de una de sus botellas de vino, vació su copa, la volvió a llenar, la vació de nuevo y repitió la operación un par de veces más. Tomó por asalto la bandeja de los quesos y se dedicó a acabar con las existencias sin mirar mucho si era queso o jabón, la intención era, parece, mantener la boca ocupada en algo. Se fue encorvando y una expresión entre torva y ausente, la que adoptaría el Dr. Mengele al recordar sus mejores experimentos, o más bien como uno se imagina la transformación de Dr. Jekyll en Mr. Hyde...

Atalayo la observaba con curiosidad y recordó que el trago que se tomaba el viejo era un dieciocho meses de pura raza, cuyo proveedor estaba en el patio. Esto fue demasiado y comenzó a reír... Tanta risa, tanto buen humor lo hizo sacar sus discos viejos de acetato, ponerlos en el toca discos, e invitar a bailar, primero a Nomeolvides, quién para la ocasión se lució con su mejores pasos de baile tecno-alguna cosa y hip-hop. Después a Sabina quién asumió el momento con filosofía, con estoicismo quiero decir, y hasta se divirtió. Su padre bailaba muy mal y solo podía ser superado en eso por ella misma, pero como quiera que en matemáticas, dos menos dan un más..., eso creo..., me parece... No sé, ron y matemáticas no se mezclan.

Electraglide aprovechó y se agarró de ese hilito: cogió a su papá del brazo y lo obligó a bailar cargando en vilo al militar barrigón. Claro, con ese tamañote de ella…, la imagen recordaba un poco a un niño llegando de madrugada, con su almohadita abrazada, hasta la cama de sus padres porque tuvo alguna pesadilla. Así mismo HD tomó con delicadeza en sus brazos a la pequeña Victoria y empezó a bailar con ella girando cómo si aquello fuera un vals y estuvieran solos en el salón de baile del palacio de Versalles con todas las paredes pintadas de blanco…, ¡ajááá! A que pensaron que esa era la casa de las paredes rojas. Pues no.

Claro, la sala de la casa de los Paredes Rojas es grande pero no tanto, y esta pequeña pareja terminó pisando a todos, tumbando un par de materos y ¡horror!!: Tropezaron a la vieja... La música pareció detenerse, los que bailaban dejaron de hacerlo, todos a la vez dejaron lo qué estaban haciendo (cómo si alguien hubiera gritado: -¡un, dos, tres, pollito inglés!!) y se quedaron mirando a la vieja quién parecía un dragón a punto de soltar el fuego...

Pero no, fíjense ustedes que la vieja estaba completamente borracha y en vez de estallar, se puso medio de pie comenzando a bailar también… No, no lo hacía mal, es más, lo hacía muy bien, demasiado. No se ría que es verdad. Giraba, ondulaba, movía pies, caderas, hombros, parecía haber salido de algún show de época, conocía perfectamente el modo de bailar cada canción que le pusieron por rebuscado y antiguo qué fuera. Shake, twist, rock´n roll, psicodélia, progresive, pop, folk, rockabilly, blues, rythm´n blues, soul, hot jazz, cool jazz, jazz a secas, limbo rock, el pata-pata, el pájaro bañista tal como lo pusiera de moda un tipo de la televisión, y un montón de ritmos más.

La vieja se transfiguró: ya no se veía vieja, se había soltado el moño textualmente hablando. Entre la borrachera y el baile se había quitado los zapatos y el cinturón que le mantenía la especie de carpa que llevaba por vestido ceñida al cuerpo, también había volado. El ábaco de collares que tenía enrollado en el cuello se reventó y mandó las cuentas hasta cada rincón del salón. El perro King´s road aulló de pronto y la vieja resbaló con una cuenta del collar ejecutando una espectacular “pirouette” describiendo un arco en el aire en cámara lenta mientras caía finalmente aterrizando de espaldas en medio del salón, emitiendo un sonido cómo el que haría una patilla al estrellarse sobre el entarimado de un teatro vacío.

La vieja sonreía en el suelo y le temblaba el pecho. No se sabía si era producto del susto, el esfuerzo por el baile, presentaba un cuadro de fibrilación cardiaca, o eran las ondas de rebote del mantequero de mierda, los fluidos lípidos, perdón señora Octavia de aquí.

Se produjo un silencio total. Bombi-Solftail se adelantó de golpe (reflejos de médico) y le tomó la muñeca para chequear el pulso, le acercó la oreja a la boca para comprobar la respiración e inició rápidamente el procedimiento de emergencia para revivir. Solo que puso a otro a darle el “boca a boca” (le tocó el asunto a Electraglide) su vocación no daba para tanto. Ella le golpeaba el pecho rítmicamente y comprobaba el pulso.

Llevaban unos minutos así cuando la vieja hizo un sonido cómo de poceta tragando, emitió un quejido cómo de sirena de ambulancia que se acerca y gritó: ¡I´d rather be the devil!... ¡Prrrrrrggggghhhh!!..., roliverio e peo señores…, accidente gástrico de calibre enorme quise decir…, huída en estampida de todos los presentes menos de Bombi Softail quién por su experiencia en la morgue, no notó nada extraordinario.

¡Jajajajajajajajaaaaaááá!!!! No me sentía así desde aquel viaje a Margarita!!! Gritaba la señora en el piso llena de vino rosado y de euforia.

¿Te acuerdas viejo pendejo? ¿te acuerdas de lo qué pasó en lo que comenzó el relajo? No, adoquincito, el viejo pendejo del que estoy hablando no es usted, porque si fuera usted le diría negro de…, perdón aquí, señora Octavia porque es que la caña es mala consejera para algunos que no se saben controlar. Yo no manejo, así que déme ese otro ron que tiene ahí ¿no ve que el señor aquí presente hoy solo está bebiendo te de cola de caballo? Bueno, pero no me haga perder el hilo, mire que ya ando como tabaco ‘e bruja. Le decía que seguía gritando la vieja…, bizqueando con un tremendo ataque de risa, de hipo y más de los peos apoteósicos…, accidentes gástricos..., hip por un lado y al mismo tiempo, prrrgghh, por el otro..., que peo..., todo mientras hacía esfuerzos para pararse. Ya sabe, trato y me vuelvo a caer y vuelvo a tratar, pero entre la risa y la pea no puede. No ponga esa cara, señora Octavia, cada vez que insulto a Adoquincito, él no es racista ni yo tampoco. Si fuera catirito como Freddy Donahue, chino o gordo, o flaco como yo lo insultaría igualito…

Mientras tanto el pobre señor Manuel, que no estaba más que un poco prendío cuándo comenzó el desastre, ya se le había quitado completamente gracias a las emociones tan fuertes que había vivido en tan poco rato. Lo que sí estaba era cada vez más avergonzado, no por el espectáculo que estaba dando su tan normalmente recatada esposa, sino por lo que parecía inevitable que esta revelaría tarde o temprano.

Le decía vamos gordita, vámonos a casa, que ya te sientes mal, vámonos por favor, vámonos, pero un vámonos sin nada de convicción y comenzando a entregarse ya.

Claro que la señora en aquel estado no podía disfrutar lo que estaba causando en su hijo de puta marido, perdón aquí, bueno, y allá también señora Octavia porque sigo con más…, pero en algún rincón de su inconsciente estaba la venganza largamente madurada y había llegado el momento: ¡Nada de gordita, ni carpa de circo, ni dinosaurio de mi corazón! Esta vez no, esta vez el centro de la burla eres tú ¡Azucena! Sí, sí, sí ¡A-zu-ce-na! ¡A-zu-ce-na! Le gritaba completamente descontrolada la voluminosa señora mientras se ponía de pie como si nada (la impresión de pesadez de hacía un momento, la había abandonado) cogía unas rosas del florero que siempre las tenía la mesa del centro de la sala; con un sorprendentemente rápido movimiento la señora se despojó del inmenso vestido que traía sacándoselo por la cabeza como si fuera una franela y se colocó una rosa delante, justo tapándose ahí, ojo pelao, una detrás tapándose lo otro, ajá, cuidado, una sobre cada teta, no me haga decir seno que es demasiado ridículo, aunque no alcanzaba a taparse el área correspondiente a cada pezón…, en ese punto todos dieron gracias al cielo, o a quién le tocara, de que a la enorme señora no le hubiera dado también, en su euforia, por quitarse la ropa interior.

Total que se puso una rosa en el pelo y otra en la boca. Hecho esto comenzó a dar pasos de bailarina de cajita de música inexplicablemente parada sobre la punta de un pie y con el otro muy alto hacia atrás ¡Coño, art decó anchilargo! en esta posición escupió la flor que tenía en la boca, que cayó en el regazo del asombradísimo Atalayo, y comenzó a cantar en voz de falsete la “Chiquitita del Abba” mientras ponía cara de danzarina de ópera china...

Luego de esto comenzó la historia, sin abandonar la pose...

Lo que dijo se puede resumir así: El machote este, nada más bajar del avión en Margarita, estando de luna de miel, empezó a buscar “un culo para montar”. Se encontró un grupito de extrañas chicas que iban solas, se incorporó al grupo que bebían ron como locas..., claro, ni más ni menos…, en fin que lo desnudaron y lo vistieron si aquello podía llamarse vestir. Todo de flores: corona; una delante, otra atrás; en las orejas, en los brazos; lo montaron en una tarima en Playa El Agua con aquella facha, la cara de borracho ido, la sonrisita de perdido, comenzaron a sobarlo todo y cuando se le alegró aquello, lo despojaron de la flor delantera, abrieron el grupo para que nadie se perdiera el espectáculo, el grupo “gay” comenzó con sus cosas ahí mismo delante de él que lo miraba todo con aquella cara de bobo y su minúscula pinguita toda paradita... Disculpe señora porque no es una imagen muy bonita que digamos ¿no?

La verdad no dijo si lo “tocaron” más profundamente o no, pero puedo decirles que después de eso la vieja se ha sacado carros nuevos cada año, viajes y joyas: en fin que le cayó de perlas. Aparentemente le tiene unas fotos y hasta una película en la bóveda de un banco y no pueden ser rescatadas por nadie que no sea ella misma

Terminó el discurso la señora con las piernas en posición normal y la ropa más o menos en su sitio, sobria del todo y con expresión triunfal ¿Te acuerdas de aquel enorme Finlandés parecido a Odín que se reía todo el tiempo y que no hablaba ni papa de español...? le preguntó la implacable señora a su marido, miró a su hija, Electraglide, luego a él otra vez, y no dijo más. Dio las gracias por la velada y salió, cómo debió haber salido el Titanic de allá, de donde salió en su época...

Mire señor Gustavo, vamos a hacer una cosa: como este cuento se está poniendo complicado y ya está tardezón déjeme ir a casa con mi marido porque tengo que atender a los chamos también. Aprovechemos que mañana es viernes y hacemos una tanda larga de cuento. Nos juntamos más temprano y hablamos, bueno, lo escuchamos hablar a usted todo el rato que haga falta ¿le parece?

Muy señora mía, es con inmenso placer que acepto sus condiciones… Vergación, se rascó Gustavo… Cállese animal del monte, báquiro, pecarí de collar, medias con pecuela…, no ve que estoy siendo decente con la dama aquí presente…

Bueno, señor Gustavo, no me haga decirle Don. Yo me voy con mi mujer y mañana nos vemos a las seis. Tómese el del estribo aquí a nuestra salud, que nosotros nos vamos…

Cómo no, mañana será otro día…, un placer, señora Octavia de aquí…

Se acabó este capítulo también.

jueves, 3 de julio de 2008

Y OTRO MÁS QUE DEBEN SER COMO CUATRO O CINCO SEGÚN Y COMO SE CUENTEN.

AHORA SÍ ESTAMOS FRITOS, SE PEGÓ EL DISCO.


Gala gimnástica o no, la verdad es que un buen cuento como que sí inspira un poco. Estuvo buena la cosa en casa. Claro que no es que haga falta mucho estímulo que se diga, claro, claro, eso sobra decirlo, pero es bienvenido un toque extra de pimienta aunque sea de vez en cuanto… Bueno, que cómico, menos confesiones y sigamos.

Para empatar el hilo vamos a necesitar roncito extra, no creo que agarre entonación con tres, mejor tráigase la botella de una vez y así ahorramos lavadas de vasos…, aunque pensándolo bien es la misma vaina…, no me traiga la botella, haga sus viajecitos para que camine alguito y adelgace porque usted de todas maneras nunca ha lavado un vaso de estos… Deje la pendejada y la falta de respeto y siga contando…

Está bien, pero ponga el ron:

Usted puede estar seguro, como de esta luz que nos alumbra, que él hubiera podido pensar con mayor lucidez de no haber estado su cerebro ocupado con toda aquella redondez, pero también tiene que pensar en que de no estar esa redondez él tampoco necesitaría pensar con tanta claridad ¿para qué? La gerencia hubiera seguido estando ocupada aun por algún administrador contratado por la presidencia al que se le pudiera explotar más a fondo ¿no?... La verdad amigo mío, que si lo mira de esa manera no me queda otra que darle la razón, pero no sea tan ácido que se ve por lo que usted dice que ella está bastante pendiente de él y no lo cuida mal… Sí, sí, sí, diga lo que quiera pero usted…, coño, déjeme seguir hablando tranquilo y no me interrumpa, respéteme las canas nojoda…, sí, así fue que las pompas fúnebres pasaron a ser negocio familiar: primero el negocio, después el placer, y luego la familia.

Porque sí, cómo ya le dije, Atalayo Paredes y Bombardina Rojas, se casaron, se fueron de luna de miel a una isla del Caribe a donde va la clase media que quiere sentirse de la jai alai pero que ni de vaina le alcanza para Montecarlo. Casi no la vieron (la isla) porque no dejaron de lamerse mutuamente dentro de la habitación del hotel dónde se recluyeron con la excusa de que había muy mal tiempo (Ya nadie se acuerda de si era cierto lo del mal tiempo) el caso es que el trasero de Bombi Softail ejercía (y ejerce) un hechizo de estulticia en Atalayo, él no tiene más nada dentro de la cabeza; si algo está sabroso, sabe como eso; si está suave, nunca tanto cómo eso; si es cálido, eso lo es más; si es grande, más lo es eso; si le gusta, no tanto cómo eso... Y tengo que aclarar para que no se crea que Atalayo tiene problemas de retroceso que nuestro amigo no es un culomaníaco ni nada que se le parezca, es más bien un hecho el pendejo..., le digo que no juega con el adverbio… Caray, pero usted me dice que le parece que a Bombi le da arrechera tener el rabo tan bonito, pero viéndolo bien ¿cómo no agarrarle una tirria enorme a eso, si es con eso con quién hay que competir y no hay modo de ganarle, ni siquiera de alejarse? Pobre Bombi Softail ¡con razón!..., ¡ay! Pero si este hombre es un peluchito, no sea güevón y deje de decir mariqueras, que una mujer con un culo así lo que termina es siendo puta o dueña del mundo…, Y muchas veces las dos cosas al mismo tiempo…

Tiene razón con eso de que cierre la boca. Me están mirando con burla. Un hombre en un sitio como este no habla de estas cosas.

Pero bueno, usted está bien casado desde hace tiempo y está amansadito ya, se le perdona la mariquera, porque con el tiempo, entre recordando y descubriendo, se le va notando otras partes a las mujeres. Pero no crea que las entiende. Ningún hombre puede... En el caso de Atalayo, primero recordó su inteligencia, luego su alegría, después su agudeza, más tarde descubrió su tranquilidad, y sus cambiantes estados de ánimo, de peinado, de estilos, pero invariablemente regresaba al punto de partida... No había nada que hacer... Lo arrecho es que uno le mira las nalgas a la mujer con ojos de carnero degollado y cuando te pregunta que qué le ves, uno se defiende con alguna frase bonita y ya…, que si te miro el aura hermosa que tienes y el encanto que irradias y mariqueras de peluchito como esas, pero con Bombi Softail no se puede porque, sin lugar a dudas, ella puede leer en la mente de algunas personas, Atalayo entre ellos.

Coño, se pasó de la raya, ahora y que Bombi lee la mente, pero es que usted cree que nosotros somos pendejos todos… ¿No? ¿que no? Y ustedes creen que cuando llegan a la casa y sus mujeres los ven de una no sabe hasta el número de cédula de todos los que anduvieron con ustedes en todo el día. Si no creen que las mujeres les leen la mente son más pendejos de lo que creí…

La verdad es que yo no tengo problema en admitirlo, pero no enfrente de esta gente porque seguro que por mala leche pasa la peluquera y me quedo peluchito para el resto de la vida. Esa no me la calo…

¡Papá, llegamos!!! -– gritaba una voz aguda. --¡Llegamos a la funeraria Papá, bájate ya!!! –- Era la carajita que le jamaqueaba el hombro a su papá que estaba como lelo y Atalayo, desorientado se dio cuenta de que había llegado a su trabajo hundido en su mar de recuerdos ¡Ah, que tiempos! Sabina lo miraba un poco preocupada, pensaba que su padre siempre fue un poco extraño, pero ahora le notaba un brillo nuevo en los ojos que no le había visto antes. Claro que no lo miraba con mucha atención nunca, pero era algo que de haber estado ahí antes, lo hubiera visto seguro. Es cómo no ver un kilo de material radiactivo en algún lugar oscuro... Había algo nuevo allí y ella lo descubriría pronto, ya casi lo podía ver ¿Qué le estará pasando? No se irá a volver cuerdo ahora, o algo peor. De todos modos, me voy a quedar con él por el día de hoy, que es sábado y no tengo nada mejor que hacer... Además ya es tiempo de revisar el programa de la computadora.

Atalayo bajó del carro, cerró y entró por el mismo almacén del suceso redondo... del suceso con el objeto redondo que le redondeó la existencia... del suceso aquél que cambió su vida de golpe, pues... La niña venía al lado de él, mirándolo, siempre mirándolo. Entraron a la oficina, ella se sentó frente a la computadora y empezó a jurungarla para meterse en la Internet esa para consultar los correos, contestarlos, chatear un poco, y corregirle la ortografía y la redacción a los memorandos internos del negocio.

Esta carajita es un genio con las computadoras, ella misma diseñó he instaló un programa de automatización que maneja toda la contabilidad con el inventario incluido, hace todas las ordenes de compras, los pagos a proveedores y el personal que es calculado en base a las horas exactas trabajadas por cada quien, porque el lector codificado de la entrada detecta a cada empleado y determina con precisión las entradas y salidas, así como el abandono temporal de sus puestos de trabajo para cosas como ir al baño o a beber agua.

No, si no los estoy jodiendo, además calcula las utilidades de cierre de ejercicio, amonesta a los empleados menos eficientes, notifica el cronograma de mantenimiento desde los vehículos, las neveras, el horno crematorio hasta el aceitado de las puertas porque no hay nada peor en una funeraria que una puerta con bisagras chirriantes, resulta lúgubre…, como les digo, ese programa maneja todo, es como para volverse loco pero no como con el culo de la patrona, sino como para internarse en un manicomio en el campo bien perdido de la mano de dios donde no lleguen ni celulares ni computadoras…, maneja el sistema de alarmas de los ladrones, dónde fue que quedó cada cliente en el cementerio y en cuál cementerio fue que lo enterraron, lleva una lista de causas de defunción, los productos utilizados para embalsamar cada caso, determina a través de un corotico blanco que tiene la trompita como un micrófono pero echa una lucecita roja que se mueve rapidísimo…, un scanner Don Gustavo, un scanner…, mire, a la suya por si acaso y no me interrumpa…, pero aproveche que habló y bríndeme un ron que este ya va lejos, y me le echa otra taza de eso que le dio aquí a mi amigo para que me siga parando bola…, sí, con ese perolito que usted dijo es que miden la mezcla de tintes para el maquillaje de cada difunto para que una maquina conectada ahí mismo haga la mezcla (aunque el toque final lo hace el propio Atalayo, porque se niega a cederle ese toque artístico a una máquina)

El carajo programa ese chequea constantemente la cotización en la bolsa de valores las acciones de la compañía y actualiza el capital... Controla la intensidad de la iluminación, el funcionamiento del sistema de aire acondicionado, con un sistema conocido con un nombre casi estúpido y que es algo así como lógica ilógica, o incomprensible, o borrosa…, no me acuerdo del nombre pero dame tres roncitos más y me acuerdo…, una maravilla total para subir un escalón más de la explotación pero del hombre por la maquina, así es esta gente…, más rápido que inmediatamente se regó la voz y unos gringos que se llaman los cazadores de sofnoséquévaina, suena como a marca de ollas finas, están detrás de ellos para comprar el programa, pero esta gente que es más avispada que’l coño ya tiene un convenio millonario con uno carajos más gringos todavía para eso, y la cosa resulta bastante jugosa. Solo falta la mayoría de edad de Sabina y que ella misma decida en qué país quiere su despacho..., toda esa mierda por joder a unos güevones sin ni siquiera tener que vigilarlos personalmente.

Coño Don Gustavo…, ¡carajo! ¿quién me puso ese Don? ¡Quítemelo! ¿no ve que un pobre con Don se ve muy feo?..., ¡jajajaja! Está bien, señor Gustavo, deje de hablar de programas y de explotación que está fastidioso con esa vaina y siga con el cuento. Mire, aquí está el ron… Usted habló bien y le voy a seguir echando bolas a la historia ¿por dónde iba? Ah, sí:

Sabina veía lo del…, está bien, no lo nombro más…, y Atalayo se entretuvo un poco con unos detalles por resolver: primero los empleados, proveedores sabatinos después ¿Qué decía el programa? Jajaja, las llamadas que quedaron de ayer, luego. Más tarde unos ajustes para una nevera especial que estaba diseñando para los kit de maquillaje de los difuntos por distintas causas, pues había uno para los ahogados, otro para los apuñalados, los abaleados, los cardíacos, los cancerosos (que incluían un peluquín) los que morían por enfermedades contagiosas, los sodomitas (este kit incluía un corotico ingenioso para desinflar los ojos del difunto sin tener que vaciarlos) los amargados, los oligofrénicos, las amas de casa, los padres severos (que incluía una guía postmortem para el desengaño en el otro mundo, una especie de rito antikarmático) ... Sí, de verdad, todo eso. Es precisamente esta atención tan personalizadamente cuidadosa y la eficiencia del programa lo que ha permitido el sólido crecimiento del negocio forzando a la competencia a fusionarse o desaparecer. Se habla ya de una franquicia mortuoria a nivel internacional. Figuran como inversión segura en la bolsa de valores y, están ya los planes de expansión… Porque si hay que explotar, mientras más explotados mejor… Está bien, está bien, ya dejo eso…

Pero Atalayo revisó todo esto con impaciencia, rápido, y cuándo terminó pidió permiso a su hija quién no le escuchó, para salir un momento. Se fue al cuarto de descanso para la presidencia, que permanecía cerrado y en desuso desde hacía muchos años, lo abrió, respiró un poco y salió rápido de ahí, pues el polvo acumulado le comenzó a picar en el cuerpo, el polvo del tiempo, el polvo en el tiempo, los polvos de hace tiempo... No hay nada peor que llegar al punto de la vida en el que uno empieza a recordar los polvos de antes. En serio, no hay nada peor…

Total que pasó el sábado laboral sin nada más qué contar (el asunto del maquillaje de los muertos estaba ya resuelto y en manos de personal mal pagado contratado para eso) llegó la hora de volver a la casa. Cerraron y atravesaron el almacén rumbo al estacionamiento. Claro que Sabina notó que en un cierto punto, su papá volteaba a mirar un viejo ataúd negro con forro de seda que parecía tener una eternidad en ese lugar, lo miró con los ojos, pero el alma estaba en otro sitio, o en otro tiempo... A Sabina no se le escapa nada (digna hija de su madre) ahí había un misterio, le preguntaría luego cuándo regresara al planeta porque ahora andaba como en la luna y no respondería... Esto no le preocupó porque estaba segura de que cualquier manera ella se enteraría.

El camino de regreso a casa se hizo sin contratiempos. La usual parada en la panadería para comprar los dulces que le gustaban a Bombi Softail, la cola de carros, el humo, los huecos de la vía, el atravesado de siempre, los semáforos en rojo, lo mismo de todos los días... Pero llegaron a casa y había gente de visita: los suegros de HD…, ¡Verdad que HD se casó!...

La vieja (tenía casi la misma edad de Atalayo pero no se veía de edad mediana, hay gente así) siempre bromeando con el nombre de su yerno.

El viejo (pasaba más o menos lo mismo con su edad) siempre hablando en tono de conspirador con Atalayo sobre “culitos ricos” que él decía que se peleaban por meterse por docenas en su cama, y esas cosas. Decía todo esto tapándose siempre con el vaso de whisky, que parecía formar parte de él, y los ojos casi cerrados, mientras se le llenaba de saliva espumosa la comisura de los labios... Pensar que ese viejo idiota era más joven que Atalayo, pero muy barrigón, muy calvo y con mucha más plata...

Hay que recordar, que la empresa era un negocio floreciente, pero la socia mayoritaria era Bombardina Rojas, pues con todo y el aumento en su haber de acciones aun estaba vigente el papel firmado aquella tarde después de la conversación frente a la morgue, hace más de veinte años, en la oficina del abogado que le aconsejó a Bombi Softail que no se metiera en ese negocio con un... ¿Pordiosero borrachín me dijo el maldito perro ese? Recordó Atalayo ¡coño ‘e su madre!...

Para colmo ese viejo idiota (el consuegro) siempre estaba haciendo comentarios feos sobre el trasero de ella (de Bombi Softail) una vez llegó a pedir que le mostrara ella el permiso de porte de armas de guerra, pues según él, eso era artillería pesada... ¡Qué bolas!!!

¿Qué hacemos? ¿damos una vuelta a ver si se van? No creo que ganemos nada, a menos que salgamos de la ciudad un par de días. Están aquí por una cena programada desde hace tiempo y ya sabes cómo se prolongan las cosas en esas condiciones… Ya tu consuegro debe llevar media botella entre pecho y espalda... Cierto, mejor pongo mi mejor cara de bobo, que no me cuesta, entro y trato de disfrutar el rato ¡Suerte!!

Sabina le dijo esto último junto con una palmadita en la espalda a su papá y Atalayo se sobresaltó porque no era común el contacto físico de él con nadie. Normalmente no pasaba de un apretón de manos, aun con las personas más cercanas. El nivel de intimidad era directamente proporcional a la fuerza del apretón.

Esa sensación le recordó los tiempos en los que sus hijos estaban pequeños creía, hasta ese día tan revelador, que de eso no hacía mucho. Ahora no sabía bien hace cuánto había sido.

Pero la sensación fue agradable, era su hija siendo cariñosa con él más allá de lo intelectual. Sintió un repentino deseo de levantarla en sus brazos y acurrucarla cómo cuando ella era una bebé y él insistía en darle el tetero para qué no lo miraran como se mira al que no sabe nada de nada. Pero se arrepintió, no solo porque no tenía idea de cómo reaccionaría ella, sino porque estaba seguro de la reacción que tendría su espalda.

Desde hace mucho que Atalayo no es el mismo y algunas de sus vértebras de la región lumbar tampoco... Pero igual se volvió hacia ella, la miró sonriéndole con los ojos, y la besó en la frente. ¡Menos mal que no la levantó en brazos cómo pensó en el primer momento! Porque ella dio un gran brinco por la sorpresa pero se repuso pronto, lo miró largamente y, por primera vez en años, le sonrió a su padre con toda la cara. Parecía un amanecer de enero... ¡Ay¡ señor Gustavo ¿se metió a peluchito también?..., no sea tan animal y cállese que estoy hablando de la hija y eso es diferente, déjeme seguirle contando aquí a mi amigo y tráigame más ron que voy en bajada…

Le decía antes de que este negro zamarro se metiera en lo que no le importa que ellos se quedaron unos momentos en la tranquilidad del carro, se armaron de valor, respiraron hondo, y salieron juntos, agarrados de la mano a enfrentar la visita de los consuegros: los malos chistes de la vieja, la mierda de whisky del barrigoncito, las impertinencias de ambos, las defensas de HD, las calenteras de Electraglide la nuera (que si se llamaba así o no, no lo sabía Atalayo. A duras penas conseguía recordar que su hijo se había casado y que “nuera” era su esposa. Él solo notaba que la muchacha era de esas que llaman de “huesos grandes”, se le veía mullida, un poco aparatosa pero cómoda, se puede decir, y con tendencia a defender a su padre por encima de todas las cosas) las intervenciones disparatadas de Nomeolvides, las risas de todos (cada uno por motivos de lo más diversos) y todo lo demás...

“Afortunadamente está Bombi Softail.” pensó Atalayo “Menos mal que siempre está ahí, apenas interviene, pero creo que su presencia es un factor disuasivo y equilibrante”. Todo el mundo está consciente de que ella está ahí, y nadie sabe a ciencia cierta cuáles serían las consecuencias de una pérdida de compostura dentro de sus dominios…, ah, sí, porque me va a decir que en su casa manda es su mujer…, ¡la suya! Negro ‘e mierda, no se ría, que lo estoy insultando…, deje de pelear señor Gustavo porque no le pago ni medio dedal de ron más nunca en la vida…, ya me jodió usted. Está bien, le sigo diciendo cómo fue la vaina en esa fiesta pero se lo sigo contando mañana porque este pajúo me cortó la inspiración. Ahora váyase tranquilo para su casa, mire que va a empezar a llover.

Bueno, será hasta mañana pues…, hasta mañana a todos los presentes y a todos los ausentes…, Hasta mañana señor…

Esta vez me fui caminandito tranquilo para la casa porque sabía que mi esposa estaba tranquila esperando el cuento de esta noche. Iba riéndome despreocupadamente…

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Guiñol de la realidad verdadera pero de la que se percibe con el rabito del ojo, porque digamos que es más fácil así evadirse del engaño..., o algo por el estilo.